Rozalejo vuelve a sus orígenes
Los operarios continúan trabajando en el palacio barroco para que recupere el aspecto que lucía en el siglo XVIII. A finales del año que viene, albergará el Instituto Navarro de la Memoria
Nada más entrar al zaguán de Rozalejo, un grafiti verde recuerda el pasado más reciente del palacio: Gaztetxeak dena aldatzeko –Gaztetxes para cambiarlo todo– se lee en la pared, que también conserva un dibujo del skyline del Casco Viejo.
Son los últimos vestigios de la ocupación de 2018. En la actualidad, el edificio está repleto de andamios, bidones, cables, palets, cintas...
“Es un reto y un honor. Queremos recuperar las trazas originales del palacio barroco del siglo XVIII, recobrar sus valores esenciales y brindar a la ciudad un edificio que se encontraba en manos privadas y en un gran estado de deterioro. Se convertirá en un activo muy importante del legado histórico de Pamplona”, aseguró ayer el arquitecto Fernando Tabuenca, del estudio Tabuenca & Leache, que desde el 31 de octubre de 2022 dirige la rehabilitación del Palacio del Marqués de Rozalejo. A finales de 2025, el edificio alojará los distintos servicios del la Dirección General de Memoria y Convivencia, será la sede del Instituto Navarro de Memoria y acogerá una sala de exposiciones.
Volver a los orígenes no está siendo nada fácil porque el inmueble cuenta con 2.000 m2 –distribuidos en un sótano, un semisótano, una planta baja, tres plantas en altura, una entrecubierta y dos patios– y los operarios se están topando con hallazgos arqueológicos en su interior.
“En el sótano, han aparecido los empedrados y las prensas de la bodega original del palacio, que suministraba vino a toda la ciudad”, desveló. Desde los orígenes, continuó Tabuenca, el palacio tuvo esta función porque los propietarios del inmueble, la familia Guendica, poseían hectáreas de viñedos en las faldas del monte Ezkaba. “Traían la uva hasta aquí y la descargaban”, señaló.
Después de los análisis realizados por historiadores y arqueólogos, el Instituto Príncipe de Viana ha instado al Gobierno de Navarra a que conserve la antigua bodega. “Se podrá visitar mediante unas pasarelas. Los ciudadanos podrán ver los pozos donde se prensaba la uva”, indicó Tabuenca.
Este descubrimiento, prosiguió, ha obligado a cambiar la distribución de los distintos servicios que albergará el edificio. “En el sótano teníamos prevista una zona de oficinas que pasarán a las dos plantas superiores, donde se van a concentrar los usos administrativos, la biblioteca y el centro de documentación ligado al Instituto de la Memoria”, explicó el arquitecto.
Otra de las dificultades para que el palacio recupere la estética que lucía en el siglo XVIII es que cambió sus usos a lo largo del tiempo. A finales del siglo XIX, se convirtió en un edificio de viviendas de alquiler, se transformó y “perdió sus trazas originales en favor de unas compartimentaciones más o menos convencionales con multitud de dormitorios en condiciones higiénicas realmente malas”, lamentó.
Los operarios están intentando recuperar en gran medida las trazas originales del palacio barroco y para ello están derribando elementos como la escalera central –se construyó a finales del siglo XIX para dar acceso a los dos bloques de viviendas– que se situaba en los salones principales. “Vuelven a lucir con todo su esplendor”, destacó Tabuenca.
También se ha recuperado el diseño original del zaguán, ideado por el cantero y maestro Juan de Larrea. Con la construcción de las viviendas, el zaguán dejo de estar unificado, se dividió en tres compartimentos y las ventanas –que vuelven a tener su función original– se convirtieron en puertas de acceso a dos locales comerciales y un portal, ubicado en la zona central. “Hemos liberado el zaguán de los tabiques modernos”, explicó.
Eso sí, Tabuenca confesó que se están realizando pequeñas transformaciones y se están introduciendo elementos que no existían en el siglo XVIII, como una escalera de evacuación en caso de incendio o un ascensor para cumplir con los requisitos de accesibilidad universal.
Las “joyas” del palacio
El arquitecto Fernando Tabuenca también citó otras “joyas” del palacio barroco como la “escalera monumental” –arranca en el zaguán con un tramo abovedado y se bifurca en dos para acceder a la planta noble–, la amplitud de los salones y sus posiciones estratégicas. “Están alineados con la torre de la catedral a un lado y con la torre de San Saturnino al otro. En esa época, la vida social y cultural estaba dominada por la religión”, recordó.
Por último, también destacó las plantas más elevadas, donde se ubicaban los dormitorios, desvanes y almacenes. “Eran espacios subsidiarios a los que entonces no se les daba importancia. Hoy los vemos con otros ojos porque tienen una estructura de madera impresionante. Los vamos a poner en valor”, adelantó.
La ocupación del palacio en 2018 “no fue beneficiosa para el edificio desde el punto de vista patrimonial”, afirmó Tabuenca. El arquitecto concretó que se produjeron “ciertos deteriores en el revestimiento de las fachadas interiores” que se está recuperando.
“Memoria crítica”
La consejera de Memoria y Convivencia, Ana Ollo, y el consejero de Economía y Hacienda, José Luis Arasti, visitaron ayer las obras del palacio Marqués de Rozalejo. “Sin una memoria crítica con el pasado y sin apostar por políticas públicas de convivencia es muy difícil consolidar los valores democráticos de la sociedad en un momento en el que varias comunidades autónomas y regiones europeas gobernadas por la derecha y la ultraderecha están volviendo al negacionismo de la memoria y a quebrar los derechos humanos de las víctimas”, reivindicó Ollo.
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