Abuelos, ¿cómo reaccionaríais si una nieta os pidiera un caballo como mascota? ¿Sacaríais la billetera y pagaríais miles de euros? ¿Le regalaríais un poni de juguete para que se montara en casa? ¿O le diríais que no con palabras bonitas?

Juanma Cobo, pamplonés de 66 años, contestó a su nieta Inés que no podía comprárselo porque ya tenían gallinas y perros en la finca de Etxabakoitz, pero terminó construyendo un caballo gigante con ramas de madera sobre el que Inés simula que cabalga por el Viejo Oeste. “Buah. Alucinó. Se quedó flipando. Menuda cara de ilusión”, recuerda Juanma.

Ese mismo día, el abuelo prometió a su nieta que le haría más animales y Juanma ha cumplido con su palabra: una jirafa, un ciervo, un jabalí, dos toros y hasta un elefante que echa agua por la trompa que ayer expuso por primera vez . “¿Para qué voy a tener los bichos encerrados, para que yo los vea a diario? No. Esto es arte y quiero que los vecinos disfruten de las figuras”, confiesa.

Una jirafa y un ciervo con cuernos reales flanquean a Josephamundala reina europea de la comparsa parece menos gigante al estar rodeada por estos dos animales de grandes dimensiones– y dan la bienvenida a la finca de Etxabakoitz.

“Los cuernos proceden del desmogue de un ejemplar de Aintzoa, un pueblo del valle de Erro. Cada año, los ciervos pierden la cornamenta de manera natural, me los dieron unos amigos y pegaba con la obra”, explica Juanma, que, desde la puerta, anima a cada paseante a que acceda al interior. “Podéis entrar, eh. La puerta está abierta y es gratis”, incita constantemente.

Dentro de la finca, mientras su cuadrilla almuerza, Juanma muestra orgulloso el caballo de Inés, su primera obra que creó hace cinco años. “Al principio le dije que no porque yo había tenido un caballo en Alzuza y suponen muchos gastos, cuidados y atenciones”, indica.

A Juanma, que se define como un “artista autodidacta al 100%”, siempre le ha gustado dibujar animales a tamaño real, un día esbozó un caballo en un lienzo y se le encendió la bombilla. “Se me ocurrió de repente”, asegura.

Juanma recogió ramas en la orilla del río Elorz, las peló, les aplicó resina para que el agua no pudriese las cortezas de madera y las empezó a unir hasta que apareció el caballo. “Me costó 20 días. Estuve mañana y tarde. Metía bastantes horas”, comenta. 

Juanma utilizó el dibujo a tamaño real como guía, pero no desvela cómo juntó las ramas. “Las uno a ojo cubero. Cada maestrillo tiene su librillo, los cocineros tampoco desvelan sus recetas. No hay hierro ni nada. Son ramas de madera apuntaladas. Nada más”, se quita mérito Juanma, que antes de jubilarse fue encofrador.

Juanma le cogió el gustillo y fue ampliado su colección. En el jardín, como si se tratara de una dehesa, descansan dos toros, uno de los morlacos está dedicado al diestro El Juli –ha tallado un hierro con las iniciales JL– y el segundo, al programa de televisión Tendido Cero.

Los bureles conviven con un jabalí, una jirafa, un ciervo y su obra favorita, un elefante que echa agua por la trompa. “Le he puesto una sulfatadora y una bomba”, detalla. Además de estos animales de madera a tamaño real, Juanma ha tallado un ciervo, un perro y un águila con una motosierra y ha creado hipopótamos, jabalíes, vacas, palomas y búhos de arcilla. 

Los animales son para ver y para jugar. Sus nietos, amigos de Inés y Alejandro y colegas de Juanma se la gozan encima de estas figuras con una gran resistencia.

Están muy bien construidos. En el elefante se montaron seis niños y no pasó nada. Al caballo se subió una persona que pesaba 80 kilos y también resistió”, apunta.

Las figuras de madera, insiste, son para el disfrute de los txikis –y no tan pequeños– y se niega a vender sus creaciones, aunque ya ha recibido ofertas: “No lo hago por dinero. Antes les prendo fuego”. 

Dedicatorias en ladrillos

La finca cuenta con un espacio para que los visitantes plasmen su opinión sobre las obras: una pared de ladrillos. “Ahí tenéis los rotuladores. Debéis escribir la fecha, vuestras iniciales y qué os ha parecido la exposición”, les explica Juanma.

En los ladrillos se pueden leer mensajes como ‘La mejor exposición natural’, ‘Están todos para un museo’, ‘Inigualable’, ‘Una chulada’, ‘Un gran genio’, ‘Espectaculares’ o ‘Bravo, artista’. “Estoy emocionado”, confiesa con lágrimas en los ojos.

Además, Juanma ha reservado un espacio VIP en la pared para los jugadores de la primera plantilla de Osasuna, el entrenador Vicente Moreno y el presidente Luis Sabalza. “Ojalá se acerquen a ver la exposición. Si no, les doy con la maza”, bromea.

El alcalde de Pamplona Joseba Asiron y la presidenta del Gobierno de Navarra María Chivite también tienen su propio ladrillo. “Si no vienen, se quedan sin privilegio”, avisa. 

Juanma acaba de recuperarse de una ciática –le dio de tanto agacharse al suelo para recoger las ramas–, pero aún así continúa con su pasión y su próxima obra será un dromedario.

Para evitar nuevos dolores de espalda, Juanma pide a la ciudadanía y a las instituciones públicas –el ayuntamiento de Zizur ya le deja apiladas las ramas de los árboles que podan– que le ayuden en el proceso de recolección.

Estaría genial que me guardaran la madera de las podas de los árboles y de la limpieza de las riberas de los ríos porque así me quitan mucha carga de trabajo. Le voy a dar una segunda vida a las ramas y, si no, a la barbacoa”, bromea. En la actualidad, Juanma saca la madera de unas huertas abandonadas, situadas en la orilla del río Elorz, donde crece la maleza.