Hace pocas fechas Diario de Noticias ha informado sobre un proyecto hostelero en marcha que unirá el local del antiguo Windsor Pub, en la plaza del Castillo número 3, que cerró el pasado año, y el de la cafetería de la sociedad cultural Laba Elkartea, en el número 2 de la misma plaza, que abrió en 2022. Parece ser que este nuevo establecimiento de café, bar y restaurante recuperará la estética y quizás el nombre del Nuevo Café Torino que funcionó en la misma ubicación durante buena parte del siglo XX. El proyecto lo impulsa una sociedad denominada Torino Berria SL, recientemente constituida y titular de ambos inmuebles. Con tal motivo resulta procedente hacer un pequeño repaso a la historia de ese lugar.
Hacia 1905, en el número 4 de la entonces plaza de la Constitución, donde anteriormente había funcionado la farmacia de Marcos de Sola, se abrió un despacho de vinos y licores denominado El Torino. Podemos imaginar que el nombre estuviera inspirado por la popularidad adquirida desde fines del siglo XIX por el “vermouth de Torino” y por el bar Torino abierto en 1902 en Barcelona por Flaminio Mezzalama, representante de Martini & Rossi (poco después se abrirían establecimientos con el mismo nombre en Gerona y Valencia). Según el Anuario comercial e industrial de 1908, el titular del negocio era Jenaro Pascual.
El local se anuncia en traspaso ese año de 1908 y sabemos, por un anuncio publicado en la prensa en 1909, que “el antiguo establecimiento del «Torino»” se convierte en sucursal de la fábrica de licores que recientemente había inaugurado José Dihinx Vergara en Cordovilla. El local pronto pasa a tener como encargado a Melitón Ariz Garayoa. Tanto Dihinx como Ariz estaban vinculados con la sociedad Vinícola Navarra de Campanas.
El nombre es adoptado también por el nuevo negocio, el bar Torino, que abre poco después Melitón Ariz en el local contiguo, en el número 3 de la plaza de la Constitución, donde hasta 1897 se había ubicado Casa de Nogués, que vendía de todo, desde paraguas y estampas hasta licores, y luego la joyería de Modesto Lafuente Basterrica, trasladada en 1908 al paseo de Sarasate. Pese al nombre de bar, el Torino funcionaba también como casa de comidas. Por la prensa (El Mundo de 10 de julio de 1911) sabemos que el torero Manolete (Manuel Rodríguez Sánchez, padre del célebre torero del mismo nombre y también apodado Manolete muerto en Linares en 1947), que había actuado en tres corridas de San Fermín, fue agasajado allí con un banquete por un numeroso grupo de amigos y admiradores.
El propietario del bar Torino, Melitón Ariz, y su esposa, Victoriana Górriz, quedaron inmortalizados en 1915 en un retrato al óleo de su amigo el pintor Javier Ciga (Retrato de los señores Ariz-Górriz), al igual que sus cuatros hijos (Niños de Ariz).
Entre 1924 y 1928, sede del Club Atlético Osasuna, en el segundo piso
Tras el fallecimiento de Melitón Ariz en diciembre de1920, asume la titularidad del Torino el industrial logroñés Doroteo Cotelo Aréjula. En esa época da servicio de bar y restaurante al teatro Olimpia, inaugurado en 1923, y también al Club Atlético Osasuna, al que arrienda entre 1924 y 1928 como sede social uno de los salones del segundo piso del edificio.
En 1929 el negocio se amplía al local aledaño situado en el número 2 de la plaza de la Constitución (antigua casa de los Vidarte Zaro, bajo la Sociedad Tradicionalista que estuvo allí ubicada hasta 1934), espacio que se dedica a café, mientras que se mantiene como bar el local anexo del número 3. Aunque en el Registro de la Propiedad Industrial el establecimiento se inscribe como Café Bar Restaurant Torino, se instala un rótulo que, según las épocas, reza Nuevo Café Torino o Café Nuevo Torino. El local será frecuentado por aficionados a la tauromaquia (tanto Ariz como Cotelo fueron destacados taurómacos, y el Club Taurino de Pamplona fijará allí su sede provisionalmente entre 1959 y 1961), al deporte o a la filatelia, que celebrarán allí tertulias y actividades diversas. También, como era costumbre en los cafés de la época, se ofrecían actuaciones musicales.
Cierra en 1971 y vuelve a quedar divido en dos
El Torino cierra en 1971, unos meses después del fallecimiento de Doroteo Cotelo, sus hijos no tienen interés en continuar con el negocio. El local vuelve a quedar dividido en dos; en el número 3 se inaugura en 1973 el Windsor Pub; en el número 2 se ubicará una sucursal de la Caja de Ahorros de Navarra hasta la desaparición de esta en 2012.
Cada vez que se habla del Torino resulta inevitable, al igual que con otros tantos lugares de Pamplona y del resto del mundo, citar a Ernest Hemingway como uno de sus parroquianos. Suele incurrirse en la exageración –Hemingway y exageración son términos muy ligados– de decir que fue un cliente asiduo; se dice de cualquier establecimiento donde haya estado comiendo, bebiendo o durmiendo una sola vez. Incluso se escribe alguna memez como esta: “El sofisticado Windsor Pub, antiguo Bar Torino, desde cuya terraza veía Hemingway los encierros” (Público, 24 de septiembre de 2009). En realidad, los toros no pasan por la plaza del Castillo desde la primera mitad del siglo XIX.
Ciertamente, Hemingway acudió en algunas ocasiones al Torino en las nueve visitas que hizo a los Sanfermines entre 1923 y 1959. Lo menciona en su novela Fiesta (1926), aunque le cambia el nombre por bar Milano, quizás porque el nombre de Torino, Turín, le recordara a esta otra ciudad italiana, Milán, donde estuvo hospitalizado a raíz de las heridas sufridas en 1918 como conductor de ambulancias en el frente ítalo-austriaco de la Primera Guerra Mundial. Rafael García Serrano contaba que estuvo con él en su terraza (tuvo que ser en 1953) y José Luis Castillo-Puche que en 1959 recorrían todos los bares de la plaza del Castillo, Txoko, Kutz, Torino.
Pero resulta exagerado suponer que lo frecuentara tanto como se dice y que fuera uno de sus bares favoritos en Pamplona (sí lo fueron el Iruña en los años 20, el Kutz en 1953 y el Txoko en 1959). Hemingway no alude nunca al Torino en ninguno de sus escritos, como hace con otros lugares de Pamplona, y la descripción que ofrece en Fiesta del rebautizado bar Milano no resulta muy elogiosa: “Era el Bar Milano, un bar pequeño y sobrio donde te daban comida y donde se podía bailar en la parte de atrás. Nos sentamos todos en una mesa y pedimos una botella de Fundador. El bar no estaba lleno. No había mucha animación. –¡Menudo aburrimiento de sitio! –dijo Bill”. Recojo la traducción de José Gabriel Rodríguez Pazos, aunque se repite mucho en los medios de comunicación otra versión aún más despectiva de la supuesta descripción de Hemingway –“el Bar Milano, medio bar, medio cervecería, un sitio pequeño y sórdido”– que proviene de una mejorable traducción de Joaquín Adsuar de 1983 que interpreta muy imaginativamente el original “the Bar Milano, a small, tough bar”.
Quizás por esa cita de Fiesta, o a pesar de ella, o por la popularidad de Hemingway, o quizás no, el Torino era frecuentado en los años 60 por la Peña Sueca y el Windsor fue hasta su cierre lugar de reunión de guiris asiduos a los Sanfermines, sobre todo norteamericanos. Y probablemente lo sea el novísimo Torino cuando abra.