El proyecto para el local de Laba Elkartea va a devolver al imaginario pamplonés lo que fue la fachada del Café Torino, que tan popular se hizo en el siglo XX y que Hemingway, que fue asiduo de su terraza en sus visitas a Pamplona, llegó a citar incluso en Fiesta. Según recuerda Joseba Asiron en su Adiós Pamplona, el Nobel le cambió el nombre en el libro por el de otra ciudad italiana, Milano, y lo describió como “medio bar, medio cervecería, pequeño”, pero en su defensa decía que en el “se podía comer algo y bailar en una habitación trasera”.

El Café Torino se puso en marcha en la primera década del siglo XX junto al Hotel La Perla, de la mano de los señores Dihins, aunque después pasó por otros propietarios como Melitón Ariz y más tarde Doroteo Cotelo. En 1971 el también llamado Café Nuevo Torino o Nuevo Café Torino cerró sus puertas, dando paso a dos locales, en uno se puso en marcha en 1973 el Windsor Pub y en el otro, una sucursal bancaria. De la bella fachada de madera y su “preciosista escaparate de galería” ya no queda nada, aunque, precisamente, esa estética es la que quiere recuperar el diseño del nuevo restaurante.