Emiliano, el txantreano que leyó ante Franco
El 4 de diciembre de 1952, en la entrega de llaves de las primeras 130 casas de la Txantrea, el obrero de mayor edad tuvo que adular al dictador
Lo hemos visto de espaldas ante Francoen las fotos de los periódicos y en el NODO, con la propaganda propia de aquel Régimen, para conmemorar aquella visita del dictador para inaugurar “la obra de su Movimiento”. En este artículo le ponemos cara y conocemos su biografía para honrar a Emiliano Iraizoz.
En la prensa y en el NODO que contaron aquella visita del 4 de diciembre de 1952 se decía: “Desde el balcón del Casino, el productor de más edad entre los beneficiarios de estas viviendas leyó unas palabras en las que expresó su agradecimiento al Generalísimo y a su Gobierno que con su preocupación e interés por las clases humildes han hecho posible la realización de este proyecto […]”. “Recibid Excelencia –terminó– la más sincera expresión de nuestra lealtad y de nuestro profundo agradecimiento por lo que por nosotros habéis hecho”. Según recoge la prensa, “proclamó un discurso el Ministro Secretario General del Movimiento señor Fernández Cuesta y por último, el Jefe del Estado S. E. Francisco Franco hizo entrega simbólica de los títulos y las llaves de 130 viviendas protegidas, visitando una de ellas”.
Se habrán dado cuenta los lectores de que, así como las autoridades son citadas con sus nombres de pila, «el productor de mayor edad» no tiene nombre. Reseñamos, a su vez, que aquel Régimen utilizaba el término productor por no decir obreros o trabajadores, que les sonaba a rojo y bolchevique. Lo que la prensa no recoge, pero bien recuerdan sus familiares, es que Emiliano no estaba cómodo al pronunciar esas palabras delante del dictador. Ni el desvelo ni nerviosísimo propios de quien tiene que realizar un discurso que no cree, habiendo conocido de primera mano la llegada al poder de aquel a quien tenía que agasajar y agradecer.
El casino, como sabemos, era el Hogar de Productor, actual Peña Armonía Txantreana. Y allí llegó Emiliano Iraizoz aquella fría mañana de diciembre, con su único abrigo, la ropa de los domingos y el discurso que tenía que leer doblado en el bolsillo.
Emiliano nació el 6 de diciembre de 1888 en Puente la Reina, descendiente de una familia de Ventas de Arraitz. De allí se traslada a vivir a Etxauri, donde contrajo matrimonio el 10 de octubre de 1916 –cuando él tenía 27 años– con una vecina de dicho pueblo –de 22 años– de nombre Jacinta Cía Usúrbil. Tuvieron once hijos: Victoriano –muerto después de la guerra–, José, Jesús, Pedro María, Patrocinio, Ramón, Miguel, Francisco Javier –muerto de niño–, Anuncia, Sagrario y Julita.
Con gran esfuerzo y muchas penurias sacaron adelante a la prole. Vivían a renta en una casa del pueblo, en la que tenían anexo un taller donde trabajaba Emiliano de carpintero, aunque también solía ser contratado como albañil en los pueblos de alrededor. Jacinta se ocupaba de la crianza de diez niños y trabajaba como modista, enseñando el oficio a chicas del mismo Etxauri y del resto del valle.
Una faceta muy importante de Emiliano era la de su comprometida y destacada militancia nacionalista vasca, siendo el representante del PNV en Etxauri, llegando a ser secretario de la junta de gobierno que en 1932 solicita la constitución legal de la Eusko Etxea de Etxauri. Su militancia le lleva a escribir sobre diversos temas para el entonces periódico nacionalista vasco La Voz de Navarra, que sería confiscado por la Falange española el 19 de julio de 1936.
Desgraciadamente, cuando se estaba preparando el golpe de Estado que desencadenaría la Guerra Civil, le avisan a Emiliano de que «estaba en las listas» y él con gran dolor y terrible preocupación por lo que eso significaba, pensando en su numerosa familia, se aparta de la militancia política y de sus verdaderos ideales y procura pasar desapercibido para salvar su vida.
Con la preocupación constante por su familia, y con dos hijos ya en el frente, en 1938 Emiliano y Jacinta deciden mudarse a vivir a Pamplona. Primero a una casa alquilada en el barrio de San Juan, esperando estrenar un piso, en alquiler también, en la que se llamaría La casa larga, un bloque de pisos con huerta y gallinero que estaba situado cerca del Camino de la Longaniza (actual avenida Pío XII).
Tanto Jacinta como Emiliano trabajan duro para salir adelante. Emiliano comienza así a trabajar en Construcciones San Martín. Buen carpintero y, por su trayectoria, muy apto para la organización laboral y económica, es ascendido a encargado. Por ser trabajador en esta constructora, obtiene la posibilidad de construirse su nueva casa en propiedad en el nuevo barrio que iba a ser construido y que se llamaría Txantrea.
Conforme las construcciones lo iban permitiendo y si el tiempo acompañaba, pues todavía no estaban terminadas las viviendas, Emiliano –como otros trabajadores– pasaba la noche del sábado en la Txantrea, para no tener que ir andando hasta el barrio de San Juan y volver al día siguiente a trabajar. Destacó por su compañerismo y solidaridad y nuevamente por su destreza y reconocidas dotes laborales y personales, así como por ser el veterano de los trabajadores a sus 62 años. Por todo ello fue nombrado jefe del grupo de San Martín que trabajó en la primera fase del barrio.
34 trabajadores
Esta empresa, cuando realizó las obras de su parte del barrio –desde la entonces calle de Lucio Arrieta hasta los números 22 al 36 de la calle Andrés Gorricho–, se componía de 34 trabajadores. Los encargados y jefes tenían la prerrogativa de poder elegir la vivienda, pero Emiliano quiso entrar en el sorteo como sus compañeros. Dicho primer sorteo de viviendas se celebró el 18 de julio de 1952 –entonces fiesta nacional por el denominado Alzamiento–. Al acto acudieron las autoridades de la época con el gobernador civil Luis Valero al frente.
Entre las destacadas personalidades presentes, la prensa de entonces cita a los arquitectos señores Áriz y Gortari, autores del proyecto general de edificación de la Txantrea. La ceremonia se celebró en el salón del casino y contó con los discursos del presidente del Patronato Francisco Franco, con lectura del Reglamento de adquisición y uso de las viviendas y la entrega de un pergamino conmemorativo al gobernador civil. Precisamente, este pergamino elaborado por el dibujante pamplonés Alejandro Arrasiía fue entregado en nombre de los productores por Emiliano Iraizoz. Ese día se nombró la primera Junta Administrativa –un Ayuntamiento pedáneo– con el vecino José Ardanaz a la cabeza.
Un alto en la primera fase
Por cierto, a Emiliano y Jacinta les tocó en suerte un alto en una calle de la primera fase. Una curiosidad muy interesante es que padre y dos hijos trabajaron al unísono en la construcción en auzolan de las viviendas. Ya asentado, fue miembro de la coral San José con dos hijos y tres de sus hijas.
Los hijos e hija de Emiliano y Jacinta se casaron con vecinas y vecinos del barrio, arraigando en la Txantrea con un ramillete de hijos e hijas y después nietos y biznietos que, siguiendo la impronta de Emiliano y Jacinta, se han comprometido en la vida social, vecinal y cultural de nuestro barrio. Así este apellido ha estado presente, entre otros momentos, en el origen de la Peña Armonía Txantreana y en los comienzos de la piscina, UCD Txantrea.
El 4 de enero de 1960 muere en el barrio Jacinta, y el 29 de enero de 1971, Emiliano. Pero la estela de aquellos pioneros y pioneras que con «lucha, sudor y unión» hicieron de aquella cascajera un pueblo vivo y solidario, sigue perenne y brillante hasta nuestros días.
Gracias a Emiliano y Jacinta por ser, con aquellos hombres y mujeres que construyeron la Txantrea, un ejemplo de vida esforzada y honrada contra viento y marea. Como me apuntan sus familiares a los que agradezco el entusiasmo y la participación en ofrecer datos sobre sus abuelos, Emiliano y Jacinta se habrían sentido muy identificados con aquellos versos que posteriormente escribiera el que fuera párroco de la iglesia de Santiago como himno: Txantrea, llegaste a mostrar un día que la sangre que hay en tus venas es sangre de Euskal Herria.
(*) Txantrean Auzolan
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