La recta final de los Sanfermines siguió irremediablemente su camino en la plaza Consistorial. Le tocaba el turno a unos de los protagonistas más especiales de las fiestas: los Gigantes. Los encargados de llenar de alegría, música y bailes las mañanas de Pamplona estos días. Aún más si cabe, los responsables de enraizar en los más pequeños un fuerte sentimiento de pertenencia a San Fermín. Es el caso de Álvaro y Ángela Aguinaga. Tienen 15 años y llevan viniendo a verlos toda la vida: “De pequeño los cabezudos me daban miedo, pero ver bailar a los Gigantes era lo mejor de las fiestas”. Su visión ha cambiado con el paso del tiempo: “Ahora se lo hacen a los niños y es divertido de ver”, reconocen.
A las 12.15 horas empezaba a ser misión complicada coger sitio para ver de cerca a Joshemiguelerico, Joshepamunda, Sidi abd El Mohame, Esther Arata, Selim-pia Elcalzao, Larancha-la, Toko-toko y Braulia. Las primeras filas estaban llenas de carritos y txikis sentados esperando a la salida.
Pese a la lluvia de los días anteriores que amenazó con la suspensión de actos como este, el sol se sumó también para despedir hasta el año que viene a los Gigantes. Gorras, paraguas y agua sirvieron para hacer más amena su llegada.
Los kilikis se abrieron paso entre la multitud a base de fotos, abrazos y algún que otro golpe. Los Gigantes, por su parte, provocaron que decenas de niños pasasen a hombros de sus padres. Con la plaza llena ya hasta la bandera, incluidas las entradas por otras calles, se prepararon para bailar por última vez en estos Sanfermines. Nadie quería perderse el espectáculo final. Además, era uno especial por el homenaje a aquellos miembros de la Comparsa que perdieron la vida este año.
El primer gran aplauso de la mañana se lo llevó La Pamplonesa, que llegó a la plaza precedida por una Corporación presidida por el alcalde, Joseba Asirón, que presenció el acto desde el balcón del ayuntamiento junto a otras autoridades.
A las 12.40 horas empezaron los bailes. Los que no tenían un niño a sus hombros aprovecharon para grabar uno de los últimos momenticos de estas fiestas. Había padres que hasta delegaban en ellos la misión de grabar un recuerdo especial del último día de San Fermín.
La mañana siguió con la salida de Duguna Iruñeko Dantzariak . Su coreografía en grupo que iba acompasada con los abanicos de los asistentes ante un sol que les enjuiciaba. Mientras tanto, los kilikis se daban su habitual baño de masas entre los niños en la otra punta de la plaza. Saben a la perfección que su misión está en divertir a los más pequeños.
Fiesta en el balcón
A la fiesta se sumó el speaker, que tomó la palabra desde uno de los balcones de Casa Seminario. En su primera intervención, destacó “el ambiente familiar” que se respira siempre en la Comparsa.
Entre las risas del público, dio paso en el balcón al alcalde de los Cabezudos. Desde un sitio privilegiado pudo ver cómo los Gigantes empezaban de nuevo a bailar ubicados en parejas en distintos puntos de la plaza. Todos pudieron disfrutar de cerca de su actuación.
Uno de los momentos más esperados llegó con un atronador grito infantil. Lluvia de caramelos desde los balcones que provocó sonrisas y, sobre todo, niños correteando por todas partes en busca de su premio. El speaker aprovechó el momento para dirigirse a los padres y familiares que traen a los pequeños de la casa a los espectáculos de la Comparsa: “Gracias por traer a vuestros hijos, nietos y sobrinos. Lo dais todo incluso con gotas de sudor. Niños, dadles un grandísimo abrazo”.
Es el caso de Mamen Arregui. Ha pasado por todas las fases posible. Iba de pequeña, ha ido con sus siete hijos y ahora va con sus nietos. “Pasaron de darles miedo a correr detrás de ellos. Y nunca he perdido a ninguno”, recuerda.
En su juventud se aficionó a los Gigantes porque era la el único plan posible para la gente pequeña: “Íbamos todos los días porque no había hinchables ni nada. Los bailes eran más básicos que ahora, pero nos encantaba".
Lo que no ha cambiado es la tradición de dar el chupete el 14 de julio. Empezó con sus hijas y ahora lo lleva a cabo con sus nietos.
La última mañana de la Comparsa este San Fermín iba acabando. Los Gigantes bajaron a saludar y dar besos a los txikis, otro de los momentos especiales de este último día, y los kilikis disfrutaron de los últimos bailes desde varios balcones de la plaza. Estos fueron especiales. “Su legado habla por ellos”, declaró el speaker, que introdujo una canción emotiva para homenajear y despedir a los que ya no están y entregaron su esfuerzo por la Comparsa, en especial, a Mari Ganuza. Ante el respeto aplauso de las cientas de personas congregadas, se hizo entrega de ramos de flores que colocaron en los trajes de los Gigantes para que bailaran con ellos.
Todo lo bueno se acaba
Los Gigantes se despidieron de una plaza abarrotada que les acompaño durante toda la mañana de ayer. San Fermín iba llegando poco a poco a su fin. Para la mayoría de los niños ese fue el final de sus fiestas. Pero quizá sea también el inicio de una pasión, la que despierta la Comparsa, que seguirá intacta el año que viene, cuando la plaza del ayuntamiento se vuelva a llenar de pañuelos rojos que esperen ser anudados de nuevo en el cuello.
Se quitaron los pañuelos al grito de “¡San Fermín! ¡San Fermín!”. Un Pobre de Mí anticipado e infantil pero con el mismo sentimiento que el de medianoche.