Javier Urriza (Iruñea, 1981) jugará este sábado su partido 1.213 en 18 años como profesional del remonte. Ese dato no sería redondo si no fuera porque es su último encuentro. El delantero de Iturrama, palista hasta los 25 años, se despide con ocho txapelas del Individual (2012, 2013, 2015, 2016, 2017, 2018, 2020 y 2022), ocho del Parejas (2007 con Lizaso, 2008, 2008 con San Miguel, 2010 con Etxeberria III, 2012 con Barrenetxea IV, 2019 con Larrañaga, 2020 y 2021 con Labaka y 2023 con Azpiroz), seis del Masters Individual (2013, 2014, 2017, 2018, 2019 y 2021), cuatro de San Fermín (2015, 2016, 2021 y 2024) y otras cuatro del Sagardoaren Txapelketa (2018 con Garcés, 2021 con Zaldua, 2022 con Zubiri y 2024 con Martirena). Se va una leyenda. 

Así, mezclará este sábado en su último partido con Xabier Azpiroz y se enfrentarán a Kemen Aldabe y Endika Barrenetxea, los campeones del Sagardoaren Txapelketa. “Será un partido de máxima exigencia y un gran reto. Lo tomo como una revancha de mi despedida del Labrit”, reflexiona.

18 años en activo

Este sábado finaliza dieciocho años en activo en el remonte profesional. 

—Toda una vida. Llevo desde los 16 compitiendo en el frontón, a pala en su día, y desde los 25 en activo en el remonte. Esto va muy rápido. He aprendido mucho y he disfrutado también mucho. Cierro una época de mi vida.

Pasa como un chasquido de dedos.

—Sí, como la vida misma. Al final, cuando eres joven parece que vas a serlo siempre. Ahora miras para atrás y te dices a ti mismo: “¡Quién los pillara!”. Se ha pasado muy rápido. Me siento un privilegiado. Ahora me toca disfrutar de otra época de mi vida. 

“Tuve la suerte de tener a gente que me asesoró muy bien. Ellos influyeron para que yo tomara este camino”

Era campeón del mundo de pala y tenía ofertas para debutar. Hay que tener arrestos para cambiar de modalidad. ¿Qué le lleva a dar el salto?

—Hay que tener arrestos y también un buen asesoramiento. En esa época, la situación de la pala no era la mejor. Estaba teniendo conversaciones para debutar, pero me llegó esta propuesta un poco descabellada. Fíjese, yo nunca había visto un partido de remonte en directo, aunque sí por la tele. En aquel momento se fijaron en mí por las posturas con las que jugaba. Fue gracias al asesoramiento de Seve Arcelus, que fue quien vio que la modalidad tenía mejor salud que la pala y me dijo que tenía sentido, al menos, hacer una prueba. Junto con Kike Elizalde decidimos hacer unos primeros test. Se juntó todo. Las personas que conocían la modalidad, Seve con la visión de la pelota en general, me asesoraron y di el salto. Si no, por mí mismo, quizás nunca no habría sido posible. 

El salto al remonte

¿Qué vio Kike Elizalde en usted?

—Habría que preguntárselo a él. Entiendo que posturas, planta, condiciones atléticas y técnicamente cero, porque la modalidad era muy diferente. Eso sí, había llegado a un buen nivel en la pala y eso quería decir que quizás podía llegar a tenerlo decente en el remonte. Ni ellos ni yo mismo pensábamos que iba a estar aquí todos estos años y con los resultados que he obtenido. Ha sido una sorpresa para todos.

Es decir, que ni el nivel ni el palmarés que ha conquistado entraba en sus mejores sueños. 

—Para nada. Era una propuesta arriesgada y mi objetivo era tratar de devolver la confianza que me había trasladado la empresa e intentar llegar a un nivel medio alto. Si algún día conseguía jugar contra Altuna, Zeberio y Ezkurra, que estaban por ahí como figuras; imagínese, sería la leche. De ahí a poder jugar de tú a tú con ellos, competir campeonatos y conseguir todas las txapelas que he logrado durante todo este tiempo... Eran situaciones impensables. Ha sido una lección de vida: por mucho que te parezcan las cosas difíciles, a base de tiempo, dedicación y trabajo, se pueden conseguir retos que uno no puede ni siquiera imaginar. 

Imanol Ansa vence a Javier Urriza en la semifinal del Individual de remonte. Maialen Andrés/Oriamendi2010

Si se retrotrae, por ejemplo, a 2002 y le dice al Javier de entonces que va a ganar ocho Parejas, ocho Individuales, seis Masters, pero todos en remonte, ¿que habría pensado?

—Le habría dicho que qué se ha tomado (risas). Estaba fuera de mis planes. Era impensable. Tuve la suerte de tener a gente de mi entorno que me asesoró muy bien. Ellos influyeron para que yo tomara este camino. He sido un privilegiado.

“Voy a echar de menos a los compañeros, los ratos de vestuario y la adrenalina de la competición”

¿Su mayor virtud ha residido en la cabezonería?

—Totalmente. Ha sido un trabajo de constancia e ir aprendiendo. Sí que es cierto que fui muy precoz y pude aprender relativamente rápido. El año que debuté, la empresa confió en mí y me metieron en el Parejas y lo gané con Lizaso. Obviamente, hace falta también talento, pero mi mayor virtud siempre ha sido la constancia, el trabajo y el saber competir, tener la cabeza para hacerlo en los momentos importantes.

La presión

Al poco tiempo de debutar, le meten en el campeonato de primera, ¿sintió la presión de demostrar ese año? 

—Había presión. Es deporte profesional y hay expectativas en ti, que se unen a las que tú mismo te autoimpones. Había que devolver la confianza de la empresa, porque la apuesta era descabellada, vista desde fuera. El objetivo era ese. Recuerdo los primeros partidos, en los que no sabes controlar muy bien la tensión. Además, perdí mis primeros seis o siete. Ahí te aparecen todos los fantasmas. Aun así, recuerdo con especial ilusión esa primera época, esos cinco primeros años de remonte. Las expectativas tampoco eran de ser una figura, así que todo lo que iba aprendiendo era casi un regalo. Jugar el primer Campeonato de Parejas fue increíble. La empresa apostó mucho por mí y confiaron. Me empezaron a meter partidos de primer nivel. Fue una pasada lograr esa txapela, empezar a jugar de tú a tú con los Altuna, Zeberio, Urrutia, Ezkurra o Lizaso y entrar en esa vorágine. Lo recuerdo con especial ilusión. Después, cuando ya estás arriba, hay que mantenerse y todo el mundo te quiere ganar; así lo ves todo desde otra perspectiva. Sin embargo, es muy bonita esa carrera ascendente del principio, de aprender e intentar mejorar continuamente de gente que es mucho mejor que tú y estar rodeado de gente que es mucho mejor que tú. Guardo un especial recuerdo de aquella época.

“Con constancia y trabajo se pueden conseguir cosas muy importantes, pero que te valoren así es un orgullo”

¿Qué cree que va a echar de menos del remonte profesional?

 

—Los compañeros, los ratos de vestuario y la competición. Esa adrenalina, sin duda. Cada campeonato ha sido un reto y todos tenían algo especial. Al final, se trata de todo lo que conlleva el día a día para entrenar por alcanzar un objetivo; así, por mucha pereza o muy cansado que estés, es una fuerza que te impulsa a seguir trabajando.

El festival de la retirada

Anunció su decisión el 27 de enero, pero da la sensación de que todavía le queda mecha. 

—Puede ser, pero venía notando los últimos años que cada vez me costaba más estar ahí arriba. Soy muy autoexigente y siempre he pensado que me quería retirar a un buen nivel y sintiéndome competitivo. Para estar a ese nivel, en el que juegas individuales y compites por todo, hay que estar muy bien físicamente. Esto es cada vez más complicado con los años. Necesitas más horas de dedicación, más descanso, más entrenamiento. Sentía que todo ese esfuerzo en el día a día empezaba casi a no compensarme. La vida es larga y no hay que castigar el cuerpo de más; luego está el apartado laboral y compaginarlo con el deportivo. Pones todo eso en una balanza y sentía que iba llegando mi momento. Lo fui hablando con la empresa los últimos dos o tres años hasta que hemos llegado a este punto final. 

Javier Urriza se despide en el Labrit de Iruñea. Unai Beroiz

¿Qué espera del último festival?

—No he tenido mucho tiempo de pensarlo. He estado centrado en el Sagardoaren Txapelketa –llegó a la final– y en ser competitivo y dar el mejor nivel. Seguro que va a ser un día de muchísimas emociones. Trato de evadirme y centrarme en lo deportivo. Mi obsesión es ser competitivo hasta el último día. No tengo ni idea de cómo voy a reaccionar. me dejaré llevar. Voy a intentar que la gente disfrute del espectáculo

¿Se mantendrá ligado a la pelota?

—Sí. Voy a continuar yendo a los frontones. La pelota me ha dado mucho. Soy un aficionado más, un loco más del remonte. Me encanta ver partidos y seguiré yendo a Galarreta. Aportaré todo lo que pueda, sabiendo que tampoco es fácil por la distancia y la vida laboral. Si puedo hacer algo que cuadre con mi día a día, ahí estaré.

El cambio del remonte

Este tiempo que ha estado en el profesionalismo, ha vivido varias generaciones, ¿qué ha cambiado en el remonte?

Muchas cosas. Cuando debuto, como un negocio, estaba basado en la apuesta. Venían de años gloriosos y hay una clara cuesta abajo basada en que la apuesta va descendiendo cada vez más y la cantidad de público va bajando. En aquel momento jugábamos muchísimos partidos y casi no tenías tiempo de entrenar, porque se llegaban a disputar tres y hasta cuatro a la semana. Era un deporte muy técnico y a día de hoy se ha convertido en un deporte técnico y físico. La exigencia física es mucho mayor y se pelotea más, pero también es verdad que se juegan menos partidos.

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En imágenes: Aldabe-Barrenetxea IV conquistan el Sagardoaren Txapelketa de remonte ante Urriza-Larrañaga. ARNAITZ RUBIO

¿Cómo vive que le traten como a una leyenda del deporte?

—Es difícil de asimilar y me suena a ciencia ficción. Cuando anuncio mi retirada, la frase de la empresa desde el punto de vista del marketing era El adiós a una leyenda. Uno no está acostumbrado a que le pongan esa clase de adjetivos. Es un orgullo, pero cuesta identificarse con ello. Son cosas que piensas que están reservadas para otros y no para ti. La verdad es que los números que he conseguido son importantes y estoy muy orgulloso de que me consideren una leyenda del remonte, pero sí que abruma un poquito. 

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Sigue siendo el mismo Javier.

—Sí, al final estas cosas no te cambian o intentas que no te cambien. Cuando te pasan mucho la mano por la espalda, no es bueno, porque al final uno se relaja o cae en tonterías. Soy consciente de que todo lo que he conseguido ha sido a base de trabajo. No soy ningún fenómeno. Con constancia y trabajo se pueden conseguir cosas muy importantes, pero que te valoren así es un orgullo. Estoy contento, satisfecho por la decisión tomada y superagradecido por todo lo vivido y por cómo me están tratando y todo lo que se está montando en torno a mi retirada.