Javier Urriza (Pamplona, 1981) llegó al remonte procedente de la pala. Fue campeón del mundo de paleta cuero en Pamplona en 2002 y de pala corta en México cuatro años después.
El de Iturrama debutó como profesional el 27 de enero de 2007 en el frontón Euskal de Uharte, pero sus inicios fueron un año antes tras recibir una "inesperada llamada". Kike Elizalde moldeó sus posturas para que diera el salto. "Fue mi gran maestro", sostiene. A partir de entonces, su camino ha estado repleto de baldosas amarillas.
Se convirtió en figura muy rápido. A toda velocidad. En la campaña de su estreno conquistó el Parejas –"fue un sueño ganar con Lizaso", evoca– y, después, llegaron otros siete más (2008, 2010, 2012, 2019, 2020, 2021 y 2023).
Además, posee ocho entorchados del Individual (2012, 2013, 2015, 2016, 2017, 2018, 2020 y 2022), siendo el segundo más destacado de la historia tras Koteto Ezkurra, su ídolo, sito también en la rueda de prensa del iruindarra. Su palmarés está decorado con seis ediciones del Masters Individual, cuatro de San Fermín y cuatro del Sagardoaren Txapelketa, la última el pasado junio, cuando rozó la perfección junto a Ibai Martirena ante Ezkurra II-Azpiroz.
El mejor de los títulos
"Han pasado 18 años maravillosos en los que he conseguido cosas que ni siquiera podía imaginar", analiza Urriza, quien considera, sin embargo, que los títulos no son "el mejor regalo". "Lo más importante que me llevo son los amigos que he hecho. Las espinas en esta trayectoria se han convertido en una enseñanza de la vida. La receta ha sido pasión, perseverancia, metodología, objetivos y estar junto a los mejores. El remonte vino a mí sin buscarlo y me enganchó. La dificultad, la velocidad y el nivel de las figuras despertó en mí una pasión desmedida", advierte el pelotari navarro, que a la vez disecciona que "todo ha sido gracias a una gran dosis de perseverancia. Nunca he sido el más técnico, el más artista o el más habilidoso, pero sí uno de los más cabezones".