Los integrantes de la selección española de pelota desplazados a Ciudad de México para participar durante esta pasada semana en el Mundial de frontball ya están en casa. Y nunca mejor dicho, pues la delegación, compuesta casi en su totalidad por deportistas y técnicos navarros y navarras, ha aterrizado este lunes por la mañana en el aeropuerto de Noáin después de un maratoniano viaje de retorno, al que hay que añadir las escasas horas de sueño como consecuencia de la celebración de las tres medallas que se han traído de suelo mexicano.

A la terminal de Noáin se han acercado varios familiares de las y los pelotaris, que han presumido de los dos metales que se colgaron en la categoría absoluta, oro en mujeres y plata en hombres, y del bronce femenino sub-23. Aunque todos y todas han lucido sus respectivas preseas, lo cierto es que el protagonismo se lo han llevado Laia Salsamendi, que a sus 19 años pudo en la final de mayores con la defensora del título, la mexicana Paola Reyes; Santi Yániz, que a sus 25 años se tuvo que conformar con la plata al caer en la final sénior con el mexicano Stich, el gran favorito; y la benjamina del grupo, Goiuri Zabaleta, que a sus 16 años acabó tercera en categoría sub-23.

Además de los familiares de los protagonistas, a la recepción en el aeropuerto también han acudido el presidente de la Federación Española de Pelota (FEP), Javier Conde, antes presidente de la Federación Navarra de Pelota Vasca (FNPV), y Óscar Insausti, el mítico palista que hizo carrera y fama en el Deportivo de Bilbao y que desde hace escasas fechas se ocupa de la dirección deportiva de la FEP.

Uno de los primeros en aparecer al abrirse la puerta de llegadas de la terminal de Noáin ha sido el exmanista profesional Juan Martínez de Irujo, que ahora es directivo de la FNPV y que ha ejercido como una especie de jefe de expedición en México. Lo ha hecho junto Iñaki Barbajero, el entrenador de la exitosa selección española de frontball. Y después han salido las y los pelotaris, que se han llevado una espontánea ovación de sus familiares.

La felicidad de Salsamendi

Tras las pertinentes fotos de grupo y las despedidas después de una intensa semana de convivencia y competición, los artífices de los metales han ofrecido sus impresiones a los periodistas. Para empezar, la medallista de oro, Laia Salsamendi, ha confesado que “ha sido una semana increíble, con muchas emociones y me llevo un gran recuerdo, que todavía es mejor por haber ganado”. Cuestionada por si esperaba en ganar antes de participar en su primer Mundial, la pelotari de Huarte ha revelado que “las últimas semanas me veía muy bien entrenando y hemos preparado muy bien el Mundial, pero no me esperaba ganarlo a la primera”.

Sobre la final, en la que derrotó 10-6 y 10-5 a la mexicana Paola Reyes, Salsamendi ha explicado que “fue difícil porque jugué contra la campeona del mundo, tiene técnicas diferentes a las nuestras y tuve que sacar mis cartas”. ¿Qué técnicas? “Nosotros le damos con el jamón y ellos de puño, por lo que su juego es más rápido e incómodo”, ha respondido la navarra, que se decanta por el frontón tradicional: “El frontball no es que me guste mucho, pero le he ido pillando el gustillo, aunque me quedo con el frontón porque me parece más divertido y es a lo que me dedico en mi día a día”.

Y para terminar, a Laia Salsamendi le ha hecho especial ilusión esta medalla de oro porque llega después de superar hace no demasiado un par de graves lesiones en sus dos rodillas: “En los entrenos he podido notar molestias, pero esta semana no me ha molestado nada, sólo el brazo, que es algo secundario. El frontball es un deporte muy físico y es exigente por los continuos cambios de dirección, pero el estar bien me ha ayudado a hacer mi juego, aunque todavía no dejo de pensar en lo que me pasó”.

La amarga plata de Santi Yániz

El siguiente en hablar con los periodistas ha sido Santi Yániz, plata en categoría absoluta, aunque todavía no ha sabido si alegrarse por subir al podio o lamentarse por haberse quedado sin el oro. “Perder una final siempre es duro. Todavía no he asimilado lo que hemos hecho, pero en estos días le daré la vuelta y veré que un subcampeonato del mundo, sobre todo después del gran trabajo que hemos hecho durante estos últimos meses, no está del todo mal”, ha analizado.

El pamplonés terminó la final con problemas físicos que pudo superar, aunque se ha quejado más de la altitud: “Cada tanto era una agonía. Igual para otras competiciones es mejor ir antes para adaptarse a la altura. Tenía todo el rato la boca seca y, como sólo teníamos un tiempo de descanso, había que elegir bien cuándo pedirlo”.

Sobre su rival en la final, el mexicano Stich, que le batió por 10-8 y 10-3, ha contado que “dicen que es el mejor mexicano y se ha puesto a darle al frontball a tope”. Y también ha opinado sobre el polémico tanto que le birlaron en la primera manga al considerar los jueces que la pelota había golpeado en la chapa, jugada que pudo suponer el 9-7 a su favor, pero que se convirtió en el empate a 8. “Celebré el tanto, pero no vi si era buena o mala. No he visto el tanto repetido, pero me han dicho que es bastante dudosa y que podía haber sido buena. Es una acción que seguro que pudo haber cambiado el partido porque era un momento crucial”, se ha lamentado, pero ha terminado reconociendo que “ha sido una experiencia cojonuda y el hecho de jugar y luchar la final no me lo quita nadie”.

La benjamina Goiuri Zabaleta se sube al podio

La tercera en discordia ha sido Goiuri Zabaleta, de 16 años y bronce en categoría sub-23 al derrotar por 10-2 y 10-1 en la final de consolación a la guipuzcoana Naroa Agirre, que jugó en representación de Euskal Selekzioa. La joven leitzarra ha dicho que “hemos disfrutado la experiencia a tope y ahora nos toca asimilar lo que hemos conseguido”. La navarra ha admitido que “el frontball me costaba al principio, pero también es bonito competir en otras modalidades y hay que aprender, aunque ahora me encuentro más cómoda, pero hace falta mucho entrenamiento para llegar a este nivel. Es muy distinto a lo que jugamos habitualmente, el tacto con la pelota es totalmente diferente y hay que amoldarse y seguir entrenando”. Zabaleta se ha llevado una medalla de bronce en su primera experiencia internacional muy lejos de casa y sólo ha pedido una cosa: dormir para recuperar el sueño perdido por la celebración y el largo viaje de regreso a casa, que ha sido más liviano con un metal en la maleta. O mejor dicho, al cuello, porque así se lo ha traído ella.