pamplona. El PNV constató ayer un triunfo, pero no cayó en el triunfalismo. Después de que ETA decretara anteayer el cese definitivo de la violencia y dejara patente el fracaso de la estrategia armada, el presidente del EBB, Iñigo Urkullu, dio la bienvenida a la paz y felicitó al conjunto de la sociedad vasca, pero recordó que aún queda trabajo que acometer. Aunque no perdió de vista el "gran paso" que supone el fin de las armas, emplazó a seguir abonando el nuevo escenario desde el asentamiento de la reconciliación y la concordia. El burukide, que se presentó tan exultante como agradecido con sus compañeros de partido por buscar la consecución de la paz, se marcó ese objetivo para no dejar cabos sueltos en el nuevo horizonte, y para ofrecer a las futuras generaciones un legado de "memoria, libertad y concordia". "No todo está hecho, pero haremos todo por la paz y la concordia", zanjó.

Urkullu compareció arropado por el expresidente del EBB Xabier Arzalluz, el lehendakari José Antonio Ardanza, el expresidente del Parlamento Juan Mari Atutxa, la europarlamentaria Izaskun Bilbao, los burukides de los tres herrialdes de la CAV - Joseba Egibar, Andoni Ortuzar e Iñaki Gerenabarrena- o el portavoz del partido en el Congreso Josu Erkoreka. Todos ellos fueron recibidos por otros cargos institucionales del PNV -como el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao-, que dedicaron un cerrado aplauso a sus compañeros de filas, y que dejaron patente la unidad del partido en un momento determinante en la historia vasca. "Podemos decir con orgullo que todos los aquí presentes, todos los cargos internos e institucionales del Partido Nacionalista Vasco, siempre han estado comprometidos con la paz. Porque somos y seremos el Partido de la No Violencia", agradeció el jeltzale.

El PNV volvió a apostar ayer por un modelo de paz justa y duradera, que no se base únicamente en la ausencia de la violencia, y que ya fue reivindicado en Europa de la mano de Izaskun Bilbao y del propio Urkullu. El burukide se citó el 9 de noviembre de 2010 con la comisaria de Interior europea Cecilia Malmström, a quien reclamó que el continente brindara cobertura a Euskadi mediante programas para la paz, las víctimas y la reinserción de los presos, al igual que ya se hiciera en el caso de Irlanda del Norte con el Plan Peace, implantado desde 1995. El reto pasaría por cerrar heridas y por normalizar la convivencia para evitar un rebrote de la violencia en próximas generaciones, y habría de contemplar movimientos en materia penitenciaria, así como reparar a las víctimas para hacer justicia ante su sufrimiento.

El papel de los partidos La hoja de ruta movería a la izquierda aber-tzale a abordar más pronto que tarde el debate de los damnificados por ETA, que ha sido aplazado por Bildu al considerar que no era el momento de acometerlo. A mediados de este mes, la izquierda abertzale histórica preparaba un documento sobre las víctimas que contemplaría avances sustanciales en la materia. En cuanto al Gobierno, y después de que Zapatero se descartara como posible agente y delegara en el próximo inquilino de Moncloa al constatar el exiguo margen hasta las elecciones del 20-N, los pasos en el campo de la reconciliación corresponderán a buen seguro a un PP a quien las encuestas conceden una mayoría absoluta.

En este sentido, el PP de la CAV ha asegurado que Mariano Rajoy podría arriesgar por la paz, mientras el candidato popular evita sumarse a las incendiarias declaraciones de Aznar contra el PSOE, toda vez que ha optado por asumir un perfil bajo y por endosar la responsabilidad de fijar postura a sus portavoces en suelo vasco o en Madrid. El partido de Génova no puede permitirse grandes alardes dialécticos en pacificación, ya que ciertos colectivos de víctimas y sindicatos policiales siguen de cerca todos sus movimientos y no darán el visto bueno a cualquier gesto que consideren que legitima la historia de ETA. Buena parte de su electorado bebe de esas mismas fuentes, y el PP no puede quedarse sin combustible a un mes de los comicios. La comparecencia de anteayer, en la que valoró el comunicado de la organización armada, resultó sintomática. No admitió preguntas.

Sin embargo, Urkullu sí confía en que la formación comience a exhibir en público una postura que ya mantendría en los encuentros privados. "Por desgracia, algunos han vivido esta situación mirando a las elecciones. Como presidente del PNV, tengo esperanza en que el PP sabrá cómo gestionar esta situación. Como PNV, estaremos ahí para decir, en nuestra opinión, cómo debería hacerse", insistió. En cuanto a Francia, su presidente, Nicolas Sarkozy, garantizó su apoyo para lograr la paz definitiva.

Sin violencia La reconciliación también tuvo cabida en la Declaración de Aiete, que contempla que el cese de la violencia fuera contestado con un diálogo técnico entre ETA y los gobiernos español y francés, y con el reconocimiento a las víctimas. Además, la consolidación de esa paz redundaría en beneficio de la sociedad vasca, una vez desligada de ella la sombra de la violencia. "Ahora se nos conocerá y reconocerá como de verdad somos", aseguró Urkullu, quien puso en valor a un pueblo "honrado, trabajador, solidario, abierto y alegre", para invitar después "a todo el mundo" a conocer la Euskadi "de verdad y única". Una nueva realidad que favorecería la búsqueda de nuevas oportunidades de negocio fuera de las fronteras vascas, y que dejaría de viciar el debate político sobre el reconocimiento de Euskadi como nación.

Preguntado sobre si el PNV dejará en manos del Gobierno de López la iniciativa en el logro de la paz, Urkullu rehusó entrar en ningún rifirrafe. "La sociedad vasca sabrá valorar cuando corresponda el trabajo que unos y otros hayamos hecho", se limitó a responder. Además, pidió que "nadie quiera reflejar un triunfo en la declaración de ETA, porque el triunfo es de la sociedad vasca".