El TAV ha vuelto al debate político navarro convertido en arma arrojadiza entre la derecha y el PSN mientras el proyecto sigue parado y sin perspectivas reales de ver la luz en un plazo razonable de tiempo.

Tanto Navarra Suma como los socialistas han firmado en los últimos días sendos comunicados en los que reafirmaban su compromiso con el desarrollo de la obra, y al mismo tiempo utilizaban el tren para atacarse mutuamente, aunque ambas formaciones tengan un pasado de promesas incumplidas que hace poco creíble cualquier posicionamiento sobre la infraestructura.

Así, el viernes la formación de Javier Esparza acusaba al PSN de no desarrollar la obra por temor a la reacción de EH Bildu -socio estratégico del Gobierno-, y pedía a Chivite que firme un convenio con el Estado para continuar con la obra. Precisamente, convenio que el último Gobierno del PP -partido que todavía forma parte de Navarra Suma- rompió de manera unilateral para desestabilizar el Ejecutivo de Barkos, prometiendo la culminación de las obras para 2023.

El sábado, el PSN respondía con una nota en la que criticaba el “oportunismo” de la derecha, que siempre ha presumido de apostar por la obra pese a que jamás ha invertido lo necesario, y les reprochaba el “flaco favor” que hace esa actitud al desarrollo de Navarra.

Es el último capítulo de una historia en la que la política navarra lleva enzarzada tres décadas y que ha dejado de ser un debate normal en torno a una obra para ser un espantajo político con el que atacarse. Porque la realidad es que, pese a que para 2021 la cifra de inversión en los Presupuestos Generales del Estado -porque es el Estado el que tiene que pagar las actuaciones- asciende a 62 millones -la más alta en los últimos años-, este nivel de inversión es menos de lo necesario para que la obra fuese una realidad en un plazo normal de tiempo, y no los cuarenta años que podría tardar a este ritmo de consignación económica.

EL BUCLE, ÚLTIMO PROBLEMA

Basta volver la vista sobre los números. Según datos del Ministerio de Fomento en 2018, año en el que se hicieron los últimos estudios con detalle, los 243 kilómetros del corredor navarro del TAV costarían 2.469 millones por la alternativa más barata, la de la conexión con la Y vasca por Vitoria. Es la alternativa que el Ministerio designó como más viable, pese a que tanto el Gobierno de Navarra como el de la CAV advirtieron de los posibles problemas de saturación de la vía que podían darse si los trenes coincidían en la capital alavesa. La alternativa de ambos ejecutivos era conectar por Ezkio. Pero es casi el doble de cara y medioambientalmente mucho más invasiva.

Pero sigue siendo construir castillos en el aire. Lo cierto es que de los 243 kilómetros del TAV navarro solo hay hechos unos 30 entre Castejón y Tafalla. Todo lo demás, tanto proyecto como inversiones, están por definir. No es que falte decidir cuál será la conexión con la Y vasca, sino que otro gran pack de actuaciones está sin definir: el tramo Zaragoza-Castejón no tiene proyecto; tampoco la estación de Tudela, el resto del tramo Castejón-Comarca de Pamplona o los puentes y túneles de Tafalla -que tienen que atravesar Monte Plano y el Canal en más de dos kilómetros-.

De hecho, por si fuera poco, en los últimos meses ha surgido otro problema añadido. En un primer momento, el proyecto iba a redefinir la entrada ferroviaria a Pamplona con la construcción de una nueva estación que iba a pagarse con un proyecto urbanístico. La crisis del ladrillo enterró esa posibilidad y en junio de este año el consorcio de la Alta Velocidad-Comarca de Pamplona encargó un estudio para ver qué pasa con el enrevesadísimo bucle ferroviario de Pamplona. Es un problema más, no pequeño, por el que Navarra Suma ya ha preguntado al Gobierno y que se suma a una larga lista de tareas pendientes y carísimas para las que no hay dinero consignado.

Quizá por eso el TAV solo vive en las declaraciones políticas. Navarra Suma, en su nota, termina desvelando su verdadero interés: utilizar la obra para poder reprochar a Chivite que su acción política está condicionada por EH Bildu. Algo que en la respuesta los socialistas critican como “oportunista”. “Situar el desarrollo del TAP en el debate político hace un flaco favor al desarrollo de Navarra; será un paso cualitativo en la cohesión y vertebración de Navarra”, culmina el PSN