El Papa reunió ayer en Budapest de forma privada durante 40 minutos con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, de quien le separan su beligerancia contra la migración y sus posiciones soberanistas y antieuropeas. Francisco se encontraba en Budapest para presidir una misa de clausura de un gran congreso religioso internacional A continuación siguió viaje hasta Eslovaquia, donde permanecerá de visita oficial hasta el 15.

Según un comunicado difundido por la sala de prensa de la Santa Sede, se excluyó la cuestión de los refugiados de los temas que se pusieron sobre la mesa. Así, en la reunión se habló solo “del papel de la Iglesia en el país, el compromiso para la salvaguardia del ambiente, la defensa y la promoción de la familia”.

Al encuentro también acudieron el presidente húngaro, Janos Ader, y dos responsables de alto rango de la Curia romana. La cita entre ambos era uno de los asuntos que más había atraído el foco mediático. No han trascendido detalles de la reunión, pero el primer ministro ultranacionalista escribió en las redes sociales que había pedido al papa durante el encuentro que “no deje que la Hungría cristiana perezca”.

El mandatario, de fe calvinista y que participó a la misa oficiada por Francisco con su mujer, que es católica, se ha presentado siempre como paladín de la defensa de los valores y raíces cristianos de Europa. La brevedad del viaje ha puesto a la luz las divergencias sobre todo en materia de acogida de la inmigración entre el Papa y el mandatario húngaro.

El objetivo de la visita a Budapest es clausurar el 52º Congreso Eucarístico Internacional. Francisco ha pedido incesantemente a los gobiernos que acojan a refugiados que huyen de la miseria, sea cual sea su religión. Sin embargo, Hungría y Eslovaquia, segundo país que visitará en un viaje de 4 días, conforman junto a Polonia y República Checa el bloque de países más reacios a la acogida de migrantes en Europa.

Destacado. En su primer acto en Bratislava este país encontró a los líderes cristianos, a quienes pidió esfuerzos para poder tener una “Europa libre de ideologías”. El pontífice encontró a los miembros del Consejo ecuménico eslovaco y les recordó “los años de la persecución ateísta, cuando no había libertad religiosa, o esta era duramente probada”. El papa continuó con un discurso de acogida y pidió a los cristianos que, aunque haya diferencias que los separen, “al menos podemos acoger juntos a Jesús sirviéndolo en los pobres”.