Segundo bloque de entrevista con Fabricio de Postestad, dedicado a aspectos más personales de su dilatada trayectoria y experiencia profesional.

¿Cuándo le llegaron las primeras inquietudes políticas?

-Cuando estaba en el instituto, coincidí con compañeros como Javier Ortiz, Jesús Ceberio, Juanito Berraondo y alguno más, que ya estaban muy politizados. Con ellos me fui concienciando políticamente en contra de Franco. Después en la universidad en Zaragoza, entré de lleno. Coincidimos con el 68 francés y yo estaba con gente sobre todo de Bilbao y San Sebastián. No voy a decir que fuese un activista, ni mucho menos, porque no quiero presumir, pero estaba en algunos fregados. Con un compromiso político social desde el socialismo en contra de la dictadura y por la democracia, nada más.

Como psiquiatra, tendrá radar para detectar narcisismos y vanidades.

-Una cosa es diagnosticar enfermedades, que eso no lo haces ni es ético hacerlo, y otra cosa es que tienes una especie de sensibilidad formada por experiencia de captar ciertas personalidades y perfiles psicológicos. Lo he escrito en muchos artículos. Veo que predomina mucho ese perfil narcisista, de exhibirse, que requiere el halago. Eso hay mucho en política. A otro lo ves un poco más obsesivo, o a otro un poco más fóbico. No digo que sean fobias de enfermedad, sino rasgos y perfiles parecidos o emparentados con la fobia.

Un narcisismo que se proyecta como una fortaleza.

-Y es una debilidad en el fondo. Una herida en la infancia que el sujeto necesitado de ser reconocido de cualquier manera, sea como sea, y lo que hace toda su vida es una exhibición de lo que cree que tiene, para mirarse en el espejo que somos los demás. Y si los demás le devolvemos aquello que le agrada, porque para querer necesita ser querido.

¿Cuál es su mayor preocupación política?

-Preocupación en concreto, ninguna reseñable, lo que más me gustaría es que este Gobierno que hay en Navarra siga y que le vaya bien, y que en las próximas elecciones los resultados sean parecidos o mejores para que se pueda reeditar este Ejecutivo progresista. En España también, que se pueda renovar algún tipo de acuerdo para seguir gobernando en un Ejecutivo progresista. Que no venga el PP con Vox, que eso sería terrible.

¿Tiene una reflexión sobre el discurso del ministro Garzón?

-Yo creo que quizás se equivocó en cómo lo dijo y cuándo lo dijo, porque igual era inoportuno dadas las circunstancias, por ejemplo, con las elecciones a la vista en Castilla y León. En el fondo, yo no creo que esté equivocado. Lo que dice lo piensan los ecologistas, los agricultores de ganadería extensiva y lo pensamos mucha gente. Es verdad que las macrogranjas contaminan, aunque cumplan con toda la normativa, y sean hasta necesarias, no digo que no, pero contaminan. En los pueblos muchas veces no las quieren. La carne es verdad que es de peor calidad, pero bueno, también el jamón de jabugo y el ibérico es mejor que otros jamones, y no nos rasgamos las vestiduras, lo reconocemos todos. Creo que la derecha lo ha aprovechado tergiversando sus palabras y mintiendo para ir a por él, que también supone ir a por el Gobierno.

¿Sus compañeros y compañeras atienden la voz de la experiencia?

-Hay de todo, gente que sí y gente que no. Gente que cree saberlo todo y pasa de los demás, pero eso siempre ha sido así, no hay ningún problema.

Supongo que me dirá que María Chivite sí que escucha.

-Yo con María tengo buena relación. Es una persona que escucha, sí, y hace caso a distintas voces, ahora tiene sus asesores particulares, como Félix Taberna y otros, pero María sí escucha.

¿En política se hacen amigos?

-Amigos, amigos los tengo fuera de la política. En la política son conocidos con una buena relación, gente con la que en una etapa de tu vida coincides y te llevas más o menos bien. Pero en la política siempre hay un algo que evita que crezca o que arraigue la amistad como yo la entiendo. Sobre todo para los que aspiran a crecer y tener más cargos.