- Hace algo más de un mes, la imagen de un eurodiputado interviniendo en el Parlamento Europeo desde un restaurante se viralizó en redes. La pandemia ha llevado a eurodiputados a participar en reuniones lejos de sus atriles de la Eurocámara, en circunstancias que pueden causar problemas auditivos a quienes hacen que sus mensajes lleguen a toda la Unión Europea: los intérpretes. La llegada del Covid-19 obligó a estos profesionales, clave en la rutina parlamentaria, a adaptar su labor a los confinamientos: pasaron de hacer la interpretación desde cabinas en la misma sala de la conferencia a usar plataformas en línea desde, incluso, un país diferente.

Para poder hacer su trabajo en condiciones, explica a Efe la intérprete española Silvia Puit, no les vale con recibir un audio que sea inteligible, sino que debe contar con unos mínimos de calidad que no suelen proveer los micrófonos de los ordenadores portátiles, tablets o teléfonos móviles desde los que se conectan los participantes en las reuniones. “El sonido que tiene que llegar tendría que ser de estudio, con todas las frecuencias, no comprimido y no filtrado”, resume Puit. Aunque se han introducido algunas mejoras a la plataforma que usa el Parlamento Europeo, Interactio, ésta comprime el sonido y reduce su peso para limitar el ancho de banda que consume.

Además, pese a las pautas e instrucciones que la Eurocámara ha dado a los diputados desde el inicio de la pandemia, muchos comparecientes usan periféricos de calidad insuficiente o intervienen en lugares públicos con micrófonos omnidireccionales, es decir, que captan también ruidos de fondo nocivos para el oído de quien trabaja escuchándolos todo el día. “Si el sonido está demasiado comprimido puede ser inteligible, pero entramos en el problema de la salud auditiva. Si yo estoy expuesta día sí y día también a un sonido muy comprimido, filtrado, con cosas que dañan al oído, estoy poniendo en peligro mi salud auditiva y mi herramienta de trabajo”, advierte Puit.

Según un estudio elaborado entre unos 400 intérpretes funcionarios de la ONU y el Parlamento Europeo apuntaba a que más de la mitad de ellos afirma haber tenido problemas auditivos desde que se inició la interpretación en remoto, una afección que llega incluso a los más jóvenes, en ocasiones de forma irreversible. Cuando el sonido que recibe el intérprete no es natural, le faltan frecuencias o está alterado por los algoritmos de la plataforma, la cóclea -que transforma los sonidos en mensajes nerviosos y los envía al cerebro- puede verse dañada de forma irreversible por afecciones como hiperacusia o tinnitus; por otro lado, recibir un audio distorsionado también puede afectar a la capacidad cognitiva del profesional.

Desde el inicio de las intervenciones en remoto, la Eurocámara ha puesto una serie de líneas rojas: si alguien interviene sin cámara de vídeo, desde un lugar público, exteriores o desde un vehículo en movimiento, el intérprete puede negarse a hacer su trabajo y verse respaldado por la institución. El Parlamento Europeo ya ha hecho una llamada de atención sobre las pautas a seguir para poder ser interpretados. Pero con la vuelta a la normalidad pospandemia, la Eurocámara entra ahora en una reflexión sobre cómo recuperar también la rutina previa a 2020.