La exhumación durante la pasada noche de los restos de Queipo de Llano del templo sevillano donde se encontraban y su posterior traslado marca un nuevo hito en el cumplimiento de la Memoria Histórica en el Estado español, tras la retirada de los restos de Francisco Franco del Valle de los Caídos en 2019 y la aprobación el mes pasado de la nueva norma de Memoria.

De esta manera, pasadas las 2 de la madrugada, finalizaba en la basílica de la Macarena la exhumación de los restos del general golpista Gonzalo Queipo de Llano y del auditor de guerra Francisco Bohórquez Vecina.

Todo ello, después del requerimiento formulado por el Gobierno español a la hermandad del templo a cuenta de las determinaciones de la reciente reforma de la Ley estatal de Memoria Democrática, que prohíbe la presencia de restos de dirigentes del golpe de Estado de 1936 en lugares preeminentes de acceso público.

Ningún representante del Gobierno español ha estado presente en la exhumación de los restos mortales del general franquista, porque no era obligatorio, aunque a la salida de los restos de la basílica sí se encontraban tanto familiares de los altos mandos franquistas como miembros de asociaciones memorialistas. Los primeros han aplaudido al paso de los féretros, mientras que los segundos han gritado proclamas en reivindicación de la memoria de las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura.

En el plano político, la exhumación de Queipo de Llano ha vuelto a enfrentar al Gobierno español, que celebra tener “una España más digna”, y al principal partido de la oposición, que reclama “dejar a los muertos en paz” y centrarse en solucionar los problemas de “los vivos”.

Por parte de Moncloa, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, ha afirmado que “España se ha levantado más digna y con una democracia mejor tras ser exhumados Queipo de Llano y Francisco Bohórquez, “porque no puede haber ningún lugar de homenaje a genocidas” en espacios públicos.

En esa misma línea, Bolaños, uno de los artífices de la nueva norma de Memoria, pregunta “a quienes dicen que derogarían la Ley de Memoria Democrática”, en referencia al PP y a Vox, si con ellos en el Gobierno español “volverían los restos de un genocida que mandó fusilar a 45.000 personas a los pies de la Macarena en Sevilla”.

“Prefiero pensar en los vivos”

Por su parte, el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha indicado que le gusta mucho más hablar “de los vivos” que de los muertos. “La política debe centrarse en solucionar los problemas de los vivos, y dejar a los muertos en paz, pero allá cada uno con sus prioridades”, ha añadido, sin referirse si este posicionamiento se aplica también a otros colectivos de víctimas como las de ETA.

“No voy a hacer política con los muertos porque no creo que esa sea la prioridad de los ciudadanos españoles en este momento”, ha insistido el jefe de la oposición, en un discurso peliagudo por el doble rasero que aplica el PP en los temas de memoria.