Manuel Torres (Pamplona-Iruña, 1957) y su hermano Miguel Ángel (Pamplona-Iruña, 1964) han hecho una inmersión en un capítulo histórico que despierta mucho interés no exento de un componente perturbador: las huellas históricas de la Alemania nazi en Navarra, al inicio de un franquismo entonces germanófilo. Un libro escrito a cuatro manos y editado por el Gobierno foral que lleva por título principal Los años olvidados. Entrevistamos a Manuel, de profesión psicólogo.  

 ¿Cuál fue el detonante para investigar sobre este asunto? 

–A mi hermano y a mí nos interesaba este tema. Nos pusimos a investigar, pillamos algunas fotos, pero no teníamos una idea de libro en un principio. El detonante fue cuando quisimos investigar a saco. Nos dimos cuenta de que no había  libros monográficos, en intensidad y en extensión sobre este tema. 

Alguien pensará que esa huella nazi no fue para tanto.

–Hasta que lea el libro. Esa fue la razón del título, fueron años prácticamente difuminados. La inmensa mayoría de la gente no conoce esta historia que tuvimos aquí. Y eso nos impulsó.

El régimen franquista tendría interés en obviarlo.

–Aquí hubo una transición importante desde el 43, cuando se supo que Alemania no iba a ganar la Segunda Guerra Mundial, Franco se empezó a replegar y a coquetear con los Aliados poniendo encima de la mesa el tema del anticomunismo. Estos, que necesitaban bases operativas en España, empezaron a abrir la mano. Entonces los resquicios sobre el nazismo, incluyendo la cantidad de nazis que vivían en España al sol ibérico, tuvieron que irse recogiendo o salir a Suramérica, porque empezaban a molestar a Franco. 

¿Se refugiaron nazis en Navarra?

–Se refugió bastante gente. Hubo diferentes pisos francos en España y uno de ellos estuvo en Pamplona.

¿Venían en busca de otros destinos?

–O con documentación falsa buscaban un sustento entre organizaciones clandestinas ya a espaldas de Franco, pero muchos estaban para procurarse el trampolín a Latinoamérica. 

Eso tras la Segunda Guerra Mundial. Adentrémonos primero en la Pamplona del final de la Guerra Civil.

–Los alemanes habían ayudado a Franco, y eso lo llevaban a gala, que se había ganado esa guerra gracias a ellos. Curiosamente, esa fue la única guerra que ganó Alemania, la Civil Española. Hasta el año 43, Alemania fue un país reverenciado en todos los órdenes. . 

¿Esa admiración la despertaban los soldados alemanes?

–No, pasaron por aquí como meros turistas, el foco importante estuvo en la colonia alemana que fue realmente la cabeza de puente.

Antes del 36.

–Hitler llegó al poder en el 33, y su red de embajadas y consulados capilarizó el nazismo en el mundo.

En un contexto aquí aún republicano...

–En Navarra la colonia alemana había surgido en 1916, cuando los alemanes tuvieron que huir de Camerún. Esta comunidad empezó a vincularse políticamente cuando Hitler llegó al poder. A partir del 33 la propaganda alemana caló por medio del club cultural y por el consulado que había en Pamplona. Era colectivo pequeño, pero para una ciudad de 50.000 habitantes, la presencia era importante, con pequeños comerciantes que habían desarrollado en muy poco tiempo una industria bastante potente, y que se convirtieron en una sociedad próspera dentro de la Pamplona de entonces.

“En Navarra la colonia alemana surgió en 1916, cuando los alemanes tuvieron que huir de Camerún”

¿El nazismo despertaba el mismo interés en tradicionalistas que en falangistas?

–No, en los requetés hubo una escisión. Estaban los proclives al nazismo, pero que no comulgaban con su religión protestante. Falange de alguna manera era una fotocopia del nazismo. De hecho, el nacionalsindicalismo es una copia exacta del nacionalsocialismo alemán. Las juventudes hitlerianas en Navarra no prosperaron; en Gipuzkoa y Bizkaia sí. Pero en Navarra yo creo que no cuajaron porque el Frente de Juventudes ya era muy fuerte. 

¿El encuentro entre Franco y Hitler en Hendaia dejó alguna huella, por la proximidad?

–Lo único, que hubo bastantes movimientos en los dos ejércitos por cuestiones de seguridad. La famosa visita de Himmler fue poco antes. Uno de los temas que traía en su maletín que le robaron en Barcelona, era sobre la seguridad del encuentro. Himmler fue el jerarca más importante que estuvo de paso por Navarra, comiendo en Alsasua, camino de Burgos. 

¿Cuál es el episodio del régimen nazi que más huella dejó en Navarra en el imaginario popular?

–Lo que dicen las imágenes que recogemos en el libro es que los alemanes eran un pueblo bien recibido, y Navarra una provincia agradecida a Alemania, que se sintió de algún modo en deuda. España entonces pensaba que Alemania era un benefactor y que su ayuda era desinteresada. Luego resultó que no, porque Hitler le pasó la factura a Franco, y era catastrófica. Sin dinero para pagar, tuvo que hacerlo en bienes. Con wolframio, pirita, alimentos, y mano de obra prácticamente esclava. Y luego, durante la Guerra Mundial, tuvo que contribuir de alguna manera, porque España no estaba en condiciones de participar, con la División Azul. A España no le salió gratis la ayuda de Alemania. En aquel momento eso no se dijo.

La situación fronteriza de Navarra implicaba muchas cosas, para el nazismo y el franquismo. 

–Sí, en el libro reflejamos la visita del ministro de Hacienda, von Krosigk, que al mismo tiempo era el jefe de fronteras. Cuando vino aquí en el año 43, primero pasó por San Sebastián y luego vino a Pamplona. No queda constancia de lo que se trató, pero cabe pensar que hablaron de eso. Alemania empezó a tener muchos problemas en la frontera sur del Reich, que era Navarra, que en ese momento lindaba con Alemania. Problemas con el contrabando, con los maquis, con prófugos europeos y judíos. Pensamos, aunque no haya un documento fehaciente que lo constate, que vinieron a leer la cartilla a Franco, para que pusiera orden en esa frontera sur, porque para los nazis era un coladero.

“A partir del 33 la propaganda alemana caló por medio del club cultural y del consulado que había en Pamplona”

¿Han constatado que el nazismo pensaba que iba a cambiar el mundo y en un imperio para siglos?

–Sí, todos los imperios han pensado en su durabilidad, de entrar en la historia por la puerta grande. Todos tienen ese ramalazo paranoico. Hitler lo tenía como lo tuvo Napoleón. 

Y el propio Franco, cuando se enumeraban los años “de la Victoria”.

–Franco fue en eso más modesto, yo creo que ni tan siquiera tuvo pretensiones, porque sabía que no se podía. Era una especie de dictador de segunda fila. Pero incluso ahora se ve en partidos de la derecha más extrema, que hacen siempre referencia siempre al imperio español. Sin embargo, todo eso se ha diluido, se está viendo con Gran Bretaña. El Reino Unido está en un declive absoluto. Si se metió en el Brexit y se desligó de Europa es porque querían volver de alguna manera a ese esplendor que tuvieron en tiempos, pero que es imposible. Eso es de cartón piedra. Con Putin pasa tres cuartos de lo mismo. Quiere volver a la Rusia de los zares, cuando realmente es un país que tiene una renta per cápita como España. En todos los regímenes autocráticos o dictatoriales hay cierta connotación psicopatológica que les conduce un poco a la paranoia. Pero el que mejor lo representa es Hitler, sin duda.

Alemania proyectaba una imagen de progreso tecnológico y de posible vía de progreso material para aquella Pamplona.

–Una ciudad muy provinciana. España lo era, un gran cuartel, donde Franco era el general y todos los demás soldados en un Estado cuartelero. En principio el nazismo rechazaba todo lo que supusiese evolución. Miraba al pasado, pero sin embargo proyectó su tecnología en su presente. 

¿La iglesia navarra tuvo algún posicionamiento ante el nazismo?

–Creo que tuvo las reticencias y al mismo tiempo el interés que tuvieron los requetés. en un principio abrigaron la esperanza de ese nuevo régimen alemán, que era absolutamente contrario al bolchevismo. Cuando vinieron los alemanes aquí, en el año 16 , al año siguiente se produjo la revolución rusa. Los nazis estaban entre ser protestantes, algunos había católicos, pero básicamente eran agnósticos. 

¿Qué huella dejó la División Azul en Navarra?

–Navarros hubo como unos 3.000.

Nada más y nada menos.

–Para la población que tenía Navarra eran bastantes. Fueron muy ardorosos y convencidos. La División Azul aglutinó un conglomerado muy heterogéneo. Estaban los que fueron ideológicamente convencidos, a combatir el comunismo. Luego estaban los oportunistas. En la División Azul se pagaba muy bien. Tenían el mismo sueldo que los alemanes en la  Wehrmacht. Entonces en España se moría la gente de hambre. A los que fueron por puro aventurismo, a ver mundo, hay que añadir a los que querían purgar penas, para restaurar su tranquilidad y sobre todo la de sus parientes. Es un tema complicado. En mi opinión, de la División Azul faltan investigaciones. Nosotros le dedicamos un capítulo, pero la verdad es que da para un libro entero y más.

“En la División Azul hubo como unos 3.000 navarros, para la población que tenía Navarra eran bastantes”

En los últimos años se ha difundido la realidad histórica de muchos españoles en campos de concentración nazis. ¿Llegó hasta aquí en esos años algo de información sobre los métodos de exterminio? 

–Quizás sea sorprendente, pero yo creo que las primeras personas que hablaron del genocidio nazi fueron miembros de la División Azul. Ellos no estaban de acuerdo con los comandos de exterminio nazi, y fueron los primeros testimonios que aparecen en España sobre las atrocidades de las Wafen-SS. Constataron una serie de hechos que ni la información alemana y mucho menos la española lo publicitaban. Mauthausen concentró a la mayor parte de los republicanos españoles. Muchos se habían reincorporado a filas para luchar contra los nazis en muchos frentes. 

También abordan el episodio de los niños refugiados que llegaron a Pamplona en 1949, derrotada Alemania.

–Llegaron a un edificio en la Avenida de Galicia, lo que fueron las Damas Apostólicas. Eran tandas de unos quinientos niños y niñas en cada uno de los siete convoys que partieron de Austria y Alemania. Algunos se quedaron. Eran unas condiciones tan paupérrimas las que tenían de origen que se quedaron. Lo publiqué hace un año en un reportaje Diario de Noticias que tuvo bastante repercusión. Indagando un poco en esta historia logré contactar con algunos de estos niños austriacos que hoy son octogenarios felices en Austria. Uno de ellos vino estos Sanfermines. 

Esos niños luego eran acogidos por familias.

–El centro más importante en España estaba en Pamplona. Los niños llegaban en tren, recorrían toda Europa en trenes de tercera, llegaban al centro de la avenida de Galicia, y desde ahí los distribuían a diferentes ciudades, para que familias los acogiesen.

No dejaban de ser otra manifestación de un drama.

–Una tragedia. El capítulo sobre los niños en un principio no iba a entrar, porque ya rebasábamos los límites que nos dio el Gobierno de Navarra, pero era muy importante, porque completaba el circulo. El libro empieza antes de la Guerra, en los años treinta, y luego aparece la guerra y la posguerra.

Y tras la satisfacción de publicar este libro, ¿cuál es el siguiente objetivo?

–En realidad lo tenemos bastante adelantado, porque con este libro tuvimos el mal fario de pillar la pandemia. Nosotros habíamos empezado con otra historia, sobre la Legión Cóndor en Navarra, que vamos a ver cómo culminamos, el asunto en función de cómo se comporte este libro. Ya no es tanto sobre los alemanes que venían de visita, sino los que vinieron a combatir al lado de los nacionales. La Legión Cóndor era una unidad de élite alemana, y lejos de dar una ayuda a Franco, la misión fue otra. Alemania tenía un propósito estratégico y lo que quería era poner a prueba a sus pilotos y su armamento nuevo. Eso se lo cobró a Franco, y caro además.  

¿La base dónde estuvo?

–Hubo varias, en Pamplona, y en la Ribera. Estaban en Ablitas, Buñuel... había un montón de bases. 

¿Hay posibilidad de rastrear sobre su presencia en los pueblos?

–El problema es que no hay testimonios vivos. Tuve la suerte de hablar telefónicamente con una abuelita durante la pandemia, tenía 103 años, cuyos padres acogieron a uno de los oficiales de la Cóndor. La entrevista fue fascinante