Naiara Pinedo (Basauri, 1978) es colaboradora en Radio Euskadi, ETB, Crónica Vasca, y puntualmente en Televisión Española. Lleva en el análisis político desde hace una década. Con esa experiencia pasó por Pamplona para participar en un debate con el profesor de la UNAV, Jordi Rodríguez Virgili sobre las elecciones del 28-M en Navarra, en el marco de un Beers&Politics, formato de tertulia presente también en otras comunidades. Para Pinedo la política navarra reúne ahora mismo una ensalada de ingredientes que está por ver cómo van a combinar, cómo se va a hacer la mezcla para que salga un plato bueno”. A esta periodista, “comprometida con los valores democráticos y humanistas”, le pareció importante trabajar en un análisis de la actualidad “entendible, sencillo, sin grandes aspavientos, para todo el mundo”. Así que observa atenta la actualidad navarra, que siguió aún más de cerca cuando vivió desde 2017 a 2019 en Pamplona, en tiempos del “Gobierno del cambio”, “un antes y un después para la evolución de los ejecutivos forales”. 

Faltan dos meses y medio para las elecciones. ¿Cómo ve el tablero?

–Estas elecciones en Navarra, tanto a nivel municipal como foral, son las de la gran incertidumbre. Se ha fracturado la derecha, que concurre con 4 marcas. En la anterior legislatura se perdieron las siglas del partido aquí hegemónico, UPN. Este año se recuperan, y no sabemos qué impacto va a tener esto, frente a unas fuerzas de izquierdas y abertzales que también están sufriendo movimientos. Es probable el alza de EH Bildu, frente a Geroa Bai. Quien quede en la tercera posición va a ser determinante para fijar posibles alianzas y pactos en el Gobierno foral. 

¿Y en Pamplona?

–El escenario es muy interesante. Si EH Bildu queda en segunda posición va a reivindicar su derecho y su validación como agente político normalizado en Navarra. Y ahí es donde el Partido Socialista tendrá que decidir si necesita su apoyo para el Gobierno foral y le tiene que apoyar en compensación en Pamplona.

Chivite ha dicho que no lo harán.

–Ya.

¿Qué credibilidad le da a ese anuncio? Si la tiene, ¿qué consecuencias podría traer?

–La otra opción sería que Chivite obtuviera pese a todo la gobernabilidad, o que pactara de nuevo con UPN. Pero parece que una vez iniciado el camino hacia la izquierda también ha dicho que no lo va a abandonar. Los números son cabezones. Necesita una mayoría suficiente, o con el apoyo externo de alguien, pero cabe la incógnita, porque lo que suceda en el Ayuntamiento de Pamplona va muy vinculado con el Gobierno foral. Unos van a pedir la legitimidad de entrar en los Gobiernos, de influir, o de ganar la alcaldía si da la suma, en compensación de apoyar una candidatura socialista en la presidencia. 

“En las primarias de UPN se vio que hay una masa del partido bastante más radical y a la derecha que otra”

Centrándonos en el Parlamento. Se supone que cuando UPN decidió ir en solitario pensó que el PP no le iba a laminar mucho. Hiciera lo que hiciera Esparza arriesgaba.

–Claro, lleva dos legislaturas en el banquillo, con ese desgaste de estar en la oposición, y se ha quedado sin alianzas. El desarrollo de la marca Navarra Suma en esta legislatura limitó la propia marca de UPN, y además concitó no poder pactar con ninguno de los demás. Un hecho determinante en UPN estuvo en las primarias internas en las que compitieron Esparza y Sergio Sayas. No fue menor el respaldo que obtuvo Sayas. Hay una masa dentro de UPN, bastante más radical o más hacia la derecha, en un discurso ideológico ultraconservador, que incluso podría evitar el voto a Vox, y que tiene un peso sustancial. Se están produciendo fugas en UPN. Pero según las últimas elecciones, el Partido Popular necesitaría 10.500 votos para sacar un parlamentario. El último escaño, el vigésimo, que consiguió Navarra Suma, lo obtuvo con apenas 300 votos en detrimento de EH Bildu. Por lo tanto, en esta concurrencia ahora por separado, esa suma va a restar.

¿Cómo ve a Chivite? En 2019 se benefició del ‘efecto Sánchez’.

–Depende primero del desgaste de gobernar, que le puede pasar factura o no, es su primera experiencia de gobierno. Y también de los vientos de la política estatal. Ahora el Partido Socialista está en horas bajas, además no sabemos cómo evolucionará el ‘caso Mediador’, que desde luego es un regalo para el PP junto con la ‘ley del sí es sí’ y el desgaste de la coalición de Gobierno. Eso puede determinar mucho ánimo de voto, sobre todo en la izquierda, para la desmovilización, más que el cambio de sigla, que es lo que busca Esparza. Ese votante del Partido Socialista desencantado con Chivite, que ve peligro en los pactos con los nacionalistas. Ahí es donde quiere rascar. Mientras, el PSNse enfrenta a la amenaza del desgaste del Gobierno y también a las puyitas de sus socios, que están en armonía, pero por ejemplo, un tema como el euskera ha pasado factura. No como un obstáculo insalvable de cara a una nueva alianza, pero hay desgaste, y según se vaya acercando la fecha como cada uno reivindicará su postura. 

El mensaje de Geroa Bai es el de intentar liderar el Gobierno. 

–Yo creo que Geroa Bai tiene un problema como otras formaciones, que es el personalismo. Está encarnada por la que fue lehendakari, Uxue Barkos, y ahora mismo la apuesta fuerte que han hecho tras perder representación en el Ayuntamiento de Pamplona, ha sido Koldo Martínez. Son las dos figuras, creo, más reconocibles junto al presidente del Parlamento, Unai Hualde. Han estado un poco de tapado, con un perfil demasiado bajo.

“Chivite depende de la incógnita del desgaste de gobernar y también de los vientos de la política estatal”

Para dar solidez al Gobierno.

–Sí. A partir de ahora, empieza la carrera por las elecciones y es cuando veremos distanciarse más a las formaciones. Pero han sido 4 presupuestos aprobados. Ha sido un Gobierno sólido, donde se han entendido bien. Entiendo que Geroa Bai aspira a superarse y a ser la segunda fuerza y no la tercera o cuarta incluso. Han echado toda la carne en el asador tanto en Pamplona como en el Parlamento, donde repite con Uxue Barkos, marca fiabilidad, credibilidad, solvencia en el Gobierno que supuso el cambio en Navarra. Ahí la sociedad navarra entendió que había otras posibilidades de gobernar y que no pasaba absolutamente nada. Que no se acaba el mundo, que no era el apocalipsis, amenaza que siempre ha mentado la derecha, del miedo a lo abertzale.

EH Bildu sale con el relevo de Aznal. ¿Es posible que Asiron concite voto prestado y eso a Aznal le penalice? ¿O su novedad le beneficia?

–Es una incógnita. Muchas veces el voto es algo emocional, más que cognitivo. Aznal es un perfil desconocido, pero no sabemos si la gente votará a la marca, da igual quien esté, lo que ocurre por ejemplo en Bizkaia con el PNV. Creo que la marca Bildu tiene más peso a la hora de elegir la papeleta que el nombre personal. La gran amenaza en general es la falta de movilización y la participación. Venimos de una serie histórica de participaciones que en general han ido a la baja. Hay un descrédito de la política, y esto pasa factura fundamentalmente a la izquierda. La derecha parece que está más movilizada en general. Esta combinación de factores ahora mismo es como lanzar unos dados al aire y a ver qué sale. La tendencia y todas las encuestas apuntan a un alza de EH Bildu, tanto en el Ayuntamiento de Pamplona como en el Parlamento, incluso pudiendo aquí sorpasar a Geroa Bai. Pero no hay nada definido. Es muy difícil vaticinar. 

“Hay un descrédito de la política, y esto pasa factura fundamentalmente a la izquierda”

Lo indiscutible es que en Pamplona Maya cierra un ciclo. La candidata de UPN será Cristina Ibarrola. Está por ver la traslación de todo.

–Un relevo dentro de una renovación interna inesperada que ha tenido que hacer UPN. Un revisionismo, tras la el goteo de salidas, empezando por la de los tránsfugas, como así les llaman, a Adanero y a Sayas, y a los que han podido arrastrar. Adanero va a competir con su excompañera. Esto es inusual, y aparte de lo ideológico está lo personal. A veces pensamos que los políticos son marcianos o robots. No, y ahí hay un desgaste personal y unas heridas que a ver si son capaces de coserlas lo suficiente en pro de un objetivo común. Va a ser interesante.

Usted vivió un tiempo en Pamplona. Vista esta realidad con perspectiva, ¿qué huella le ha dejado?

–Que es una sociedad relativamente pequeña y muy fracturada políticamente, con una necesidad fundamental de llegar a acuerdos y de trabajarlos. Parece que el tiempo de las mayorías absolutas en el espectro nacional y foral pasó a mejor vida. En Navarra, y en la CAV hay muchos partidos. En el Estado tenemos el primer gobierno de coalición, pero en general en los autonómicos sí que hemos funcionado a través de la necesidad de acordar con el diferente. Como me dijo una vez un amigo (sonríe): Aquí el que es de derechas es muy de derechas, pero el que es de izquierdas es muy de izquierdas. Es decir, una sociedad bastante polarizada ideológicamente, pero con necesidades de acordar y de avanzar frente a los retos que tenemos. Hay que poner en valor el acuerdo. Las sociedades en general lo valoran. Parece que a veces acordar es rendirse, y no; acordar para avanzar me parece que genera riqueza y aporte a toda la sociedad.