En la primavera de 1983, en un clima de democracia aún naciente, también se respiraba ambiente electoral en Navarra. Eran otros tiempos, y la saturación política aún no había prendido en la sociedad, al menos no como ahora. La campaña empezó un 16 de abril y duró hasta el 6 de mayo. No eran unos comicios cualesquiera. De facto, como rezaba un titular de Navarra Hoy, se constituía el Estado de las autonomías. Por primera vez, tras el proceso de implementación estatutaria, 13 comunidades decidían sus parlamentos. Navarra pasó de elegir su Diputación en 1979 a, aprobado el Amejoramiento en el 82, decidir en su Gobierno. Las elecciones del 83 llegaban un semestre después de la mayoría absoluta arrolladora del PSOE en las Generales. El efecto González latía fuerte, casi aún sin desprecintar, y aupaba las perspectivas de los socialistas. “El PSOE vende imagen” escribió Pedro Calvo Hernando. Los socialistas gozaban ciertamente de una aureola de modernidad. Su imagen corporativa, con su himno de campaña, convertido con el tiempo en sempiterna melodía, marcaba un nivel por encima del de sus adversarios. Esa maquinaria estratégica sigue siendo, 40 años después, santo y seña de Ferraz.

JOVEN GANADOR Hundida la UCD, al PSOE se le abría una gran oportunidad de dominio en Navarra, y no la desaprovechó. Pasó de segunda a primera fuerza. Fue el inicio de su hegemonía hasta 1991, aunque Gabriel Urralburu tardó la friolera de un año en convertirse en presidente. Cuando se presentó en aquellas elecciones, Urralburu solo contaba con 32 años, pero era ya muy conocido. Había ingresado en el PSOE en 1973. Se había ordenado sacerdote en el Verbo Divino, un enclave progresista, en junio de 1976, cuando los seminarios se estaban vaciando. Ejerció muy poco tiempo. Fue diputado entre 1977 y 1982. La dispensa oficial de su secularización le llegó siendo ya presidente, en 1985. Urralburu encarnaba el relevo pero también la discontinuidad generacional. La generación socialista anterior se había perdido tras el trauma de la represión y la dictadura. Sin ese capital humano, el Partido Socialista corría un serio riesgo de desmemoria. Las canas prematuras de Urralburu contribuían a disimular su juventud, pero su edad era la de un futbolista en activo. En la entrevista concedida a Navarra Hoy, dejó este titular: “La Diputación no debe hacer convenios con la Universidad del Opus Dei”. El PSOEobtuvo 94.737 votos, doblando casi los 48.289 conseguidos en 1979. 

POR LA DERECHA Unión del Pueblo Navarro fue la segunda fuerza más votada. Un buen resultado para un partido aún emergente, que afrontaba su segundo test foral. En 1979 había cosechado 40.764 votos. En 1983, con Balbino Bados como candidato, 62.072. UPN destacaba en su publicidad ser “una voz independiente de los partidos de implantación nacional”, si bien había concurrido en coalición en el año 82 con AP y el PDP. La política era entonces, básicamente, cosa de hombres, en una sociedad aún machista hasta los tuétanos, y otro anuncio, repleto de corbatas, así lo ilustraba. Para esta formación, Navarra necesitaba ser gobernada por “hombres eficaces”. Los cabezas de cartel de todos los partidos lo eran. El 1 de mayo , día de la madre, UPN felicitó “a todas las madres de esta tierra por su aportación a nuestra sociedad y al mantenimiento de la identidad de navarra”. 

 La derecha iba en el 83 dividida, como en la actualidad. AP, PDP y Unión Liberal se presentaban como “la verdadera alternativa”, con la imagen de Manuel Fraga. “Haremos una autonomía eficaz, austera y rentable”, prometía otro anuncio. El candidato en Navarra era José Luis Monge. En la campaña Fraga visitó Estella, 7 años después de Montejurra 76, y fue abucheado e increpado con gritos de “matón”, “asesino” y “sinvergüenza”. “Te atreves a venir aquí, donde hiciste sangre”, le espetó alguien. 

En aquellos días, Fraga dijo que se retiraría cuando Dios le quitase la salud o “el pueblo” se lo pidiera. A la postre lo haría 28 años después, con 89 años.  

CON UNA BALLENA “Es necesario que Navarra recupere el poder político que le corresponde, que asuma competencias, que se haga realidad nuestra autonomía”, decía la publicidad del PNV, cuya “caravana triunfal” incluía la figura de una gran ballena que servía de atracción infantil. El PNV abogaba por “moderar a la izquierda y hacer más progresista a la derecha”. Sin embargo Carlos Garaikoetxea enfatizó el progresismo del PNV comparado con el del nuevo Gobierno español. El candidato en Navarra, Iñaki Cabasés, de 31 años, había fracasado en su intento de convertirse en diputado en el otoño anterior. Tanto Cabasés, como Julio Oteiza, cabeza de lista a la alcaldía de Pamplona, erraron en su pronóstico sobre una cuestión no menor. “Navarra sola no tiene ningún futuro”, auguró el primero. “Navarra sola es inviable económicamente”, aseguró el segundo. El Amejoramiento no había cumplido su primer año. El PNV cosechó 18.161 votos, por los 12.845 en 1979.

OTRAS FUERZAS Herri Batasuna tenía como cabeza de cartel a Iñaki Aldekoa. “Veo posible un armisticio a corto plazo con el Gobierno central”, dijo entrevistado en Navarra Hoy. Aldekoa abogaba por negociar un “único Parlamento nacional y no dos”. Excarcelado poco antes de la campaña tras un ingresar en prisión acusado de encubrimiento, denunció en una rueda de prensa haber sido torturado en el Gobierno Civil de Pamplona. En 1984 volvería a ingresar en la cárcel para cumplir el tiempo que le restaba, y la abandonó en 1985. En el mitin de fin de campaña, celebrado en Anaitasuna, gritos del público de ‘Gora ETA Militarra’. Este era el paisaje. En ese 83, HB, con muy poca presencia publicitaria, se estancó electoralmente, si bien en números mucho más altos que los del PNV. Obtuvo 28.244 en 1979 y 28.056 votos en 1983.

Mientras, Euskadiko Ezkerra, encabezada por el independiente José Javier Baztán, animaba a votar “por la izquierda vasca”. EE abogaba por una hipótesis nada sencilla: acuerdos en ayuntamientos entre el PSOE y HB. Su proyecto se quedó en 6.292 votos. En Navarra también se presentaba Auzolan, cuyo número uno era el desaparecido Bixente Serrano Izko. Obtuvo 8.356 papeletas. Mientras, el Partido Carlista, liderado por Mariano Zufía, de los 12.165 votos cosechados en 1979 pasó a la mitad: 6.733. El carlismo empezaba a evaporarse.

LA VIOLENCIA, EN EL PAISAJE “El terrorismo durará mucho tiempo y por eso requiere mucha imaginación y esfuerzo”. “La extinción total del terror no está en nuestro horizonte”, dijo por entonces el ministro del Interior José Barrionuevo, que tres lustros después acabaría en la cárcel. Mientras, el nuevo presidente del Senado, José Federico de Carvajal, hizo una promesa a la postre incumplida; “Si hay torturas el Gobierno acabará con ellas”. Otro vaticinio incumplido fue el de Alfonso Guerra, vicepresidente del Gobierno, que auguró un “resultado cantado” de un ‘no’ en un referéndum sobre la permanencia en la OTAN. 

 El 20 de abril los GRAPO asesinaron en Valencia al teniente de la Policía Nacional Emilio García Martínez. Ese mismo día dos miembros de ETAmurieron en Arrasate al manipular un explosivo. El GRAPO cometió un nuevo asesinato el 29 de abril, y mató al guardia civil Plácido Pedreira. El 4 de mayo un teniente de la Policía Nacional, Julio Segarra, Pedro Barquero, cabo primero y su mujer, María Dolores Ledo, embarazada de tres meses, fueron asesinados por ETA. Las fotos de sus cuerpos tendidos en el suelo, sin tapar, como entonces se estilaba, reflejan el horror que arrastraba esta sociedad. Desde el 25 de marzo, además, estaba secuestrado al banquero Diego Prado y Colón de Carbajal, hermano de Manuel, muy próximo a Juan Carlos I (era su administrador privado). El País publicó 2 meses después que Manuel pagó más de 150 millones de pesetas a cambio de su liberación, materializada el 6 de junio. Un libro sobre el archivo de Emilio Alonso Manglano, director del CESID en ese momento, publicado en 2021, da un giro al asunto. La organización terrorista exigió un rescate de más de mil millones de pesetas. El pago del rescate fue de 600 millones de pesetas. En la agenda de Manglano, según este ensayo, se anota el 11 de junio de 1983: “Dinero secuestro D. Prado lo puso Zarzuela”. El rey se había reunido el 18 de abril con el ministro del Interior, supuestamente para interesarse por la investigación policial sobre el secuestro. 

Otra noticia de primer orden fue la sentencia del 23-F el 28 de abril. El exgeneral Alfonso Armada fue condenado a 30 años, junto con el también general Jaime Milans del Bosch. “El proceso judicial no ha logrado descubrir toda la conspiración”, tituló Navarra Hoy días antes. Armada fue indultado en 1988 y Milans salió en libertad condicional en 1990. 

TRAS LAS URNAS En Pamplona, Balduz seguiría de alcalde, superando a candidatos como Del Burgo y Alli. De cara al nuevo Gobierno de Navarra, el PSOE obtuvo 20 escaños, UPN 13, AP 8, HB 6 y PNV 3. Sin embargo, Urralburu tardaría en convertirse en presidente un año, durante un larguísimo bloqueo político. En aquellos meses, Navarra tuvo tres presidentes. El primero, en funciones, fue Juan Manuel Arza, que venía de sustituir a Jaime Ignacio del Burgo por el denominado caso Fasa. Tras invalidar la Justicia su destitución, Del Burgo ejerció la presidencia entre enero y mayo de 1984. Antes, en junio de 1983, José Ángel Zubiaur (UPN) había sido rechazado como candidato. Tampoco consiguió la investidura Urralburu en marzo del 84. El tercer intento fue de José Luis Monge al mes siguiente. La posibilidad de una candidatura de Alli había planeado entre un intento y otro. La Asamblea Nacional del PNV obligó a los tres parlamentarios navarros a abstenerse en una investidura de un candidato pactado entre UPN y Coalición Popular, y el NBB lo rechazó. Urralburu se convirtió así en presidente por el procedimiento automático el 27 de abril. Al mes siguiente, el 19 de mayo de 1984, la Asamblea Nacional del PNV instó al Euzkadi Buru Batzar a formar una comisión gestora que sustituyese a la organización del partido en Navarra. La crisis estallaba en este espacio, que viviría más convulsiones a partir de entonces, dando lugar al surgimiento de Eusko Alkartasuna, formación que en 1987 conseguiría en Navarra casi 20.000 votos, por 2.661 del PNV. Pero esa es otra historia.

Una estación aún pendiente, una universidad que es realidad

Navarra afrontaba un cambio de etapa dibujando sus nuevos objetivos estratégicos, tres de ellos hoy de plena actualidad

Notas reveladoras de aquella Navarra de 1983. El diputado foral Jesús Bueno Asín abogaba por “conseguir que la vía ferroviaria París-Madrid pasase por Pamplona. “Nos estamos jugando el futuro de Navarra”, pues con visión anticipatoria preveía que el tren iba a ser el transporte del futuro, En aquel 1983 Renfe ya había hecho un proyecto de traslado de la estación que 40 años después aún sigue vigente. La nueva, se situaba por la zona de la Variante Oeste, y ya se pensaba en un futuro urbanístico para San Jorge que aún no ha llegado. Otro sector clave: el del automóvil. Aquel 29 de abril Seat-Landaben cerró para acometer su reconversión y fabricar a partir de enero de 1984 los modelos Volkswagen. La reforma obligaba a 1.400 trabajadores a a cogerse a un desempleo de 8 meses de duración. En cuanto a la autopista de AUDENASA, la reversión a la Diputación estaba prevista para 2014, fecha que se pospuso posteriormente a junio de 2029.  

Otra pieza clave del presente y futuro de esta tierra: la UPNA. “Universidad para navarra”, escribía en Navarra Hoy Carlos Clavería, para quien había llegado “el momento de planificar la Universidad pública, para que pase de ser un sueño a realidad, desempeñando la función que la sociedad navarra demanda de ella”.

Anécdota final: El equipo informático por la que se recibieron los resultados de las elecciones municipales constaba de dos terminales con “teclado con pantalla, impresora rápida y monitor”. El futuro digital comenzaba a dibujarse.