Esparza ha apelado a la unidad del partido para tratar de apaciguar la marejada interna que vive UPN. “Nada es más dañino que la falta de unidad”, dijo este viernes el dirigente regionalista en la apertura del curso político, que tuvo lugar en el Marisol de Cadreita y que concitó a buena parte de la estructura dirigente del partido.

Sin Sanz, ausente tras una semana de tensión que no se vivía desde la crisis de Sayas y Adanero. Con Alejandro Toquero, en todas las quinielas como uno de los nombres llamados a suceder la presidencia, en una buscada cuarta o quinta fila, lejos de los flashes. Y con los fieles que le quedan bien cerca: José María Agramonte, Leticia San Martín, Félix Zapatero, Enrique Maya y Yolanda Ibáñez. La guardia pretoriana en la que se va a refugiar en una legislatura en la que no va a dar “la espantada” –como anunció en uno de los momentos con más aplausos–, y que significa que intentará quedarse toda la legislatura en el Parlamento. Pese a los malos resultados que le han movido a dar un paso al lado y pese a que ya se ha dado el pistoletazo de salida de un congreso inicialmente previsto para abril, pero que ayer el propio Esparza no descartó que cambie de fecha al ligar su celebración a que se resuelva la gobernabilidad en el Estado. Una formulación ambigua para evitar carreras presidenciales antes de tiempo.

Tres ejes

Fue el discurso más largo que se le recuerda. Unos 35 minutos. Tuvo una importante carga emocional y por momentos Esparza se mostró desarmado, al borde de la lágrima. El aroma testamentario fue evidente y la confirmación de que no se postulará llegó con la canción Eso que tú me das, de Jarabe de Palo, sobre cuyos compases Esparza coló tres mensajes: “Disculpas, por si alguna vez no he sabido estar a la altura, crecer, porque tenemos que seguir creciendo, y orgullo, por el orgullo por este partido”.

Antes, su discurso tuvo tres ejes. El primero giró en torno al congreso. A la falta de concreción sobre la fecha sumó una petición, la de que “no se hable de nombres” sino del “partido en mayúsculas”. El choque con el expresidente Sanz de esta semana ha revelado lo revueltas que bajan las aguas en UPN, así que Esparza apeló a la unidad para salir adelante. “Nada es más dañino que la falta de unidad”, dijo, al tiempo que pidió “dejar los egos aparte” para hacer una autocrítica que debe estar “lejos de los focos”, en lo que fue otra crítica velada a Sanz. “Las críticas hay que hacerlas sin miedos, pero sin afán destructivo. Y hay que apartar el pesimismo”.

Otro de los ejes fue los ayuntamientos. Esparza volvió a presumir de que el 53% de los navarros tiene un alcalde de UPN. Y ese gancho lo utilizó para presionar al PSN con una idea: la de que el Gobierno no puede hacer política sin tener en cuenta los ayuntamientos regionalistas, en lo que sonó a un intento por sacar músculo municipal precisamente ahora que más débil está la plaza de Pamplona.

Y el último eje tuvo que ver con la necesidad de UPN de “abrirse a otras sensibilidades”. Un mensaje nada gratuito cuando dentro del partido ya se asume que habrá que hacer algo para salir del autoaislamiento en el que han caído los regionalistas desde hace quince años. “Muchos nos votan, pero no todos piensan como nosotros y hay que abrir espacios de encuentro con todos menos con EH Bildu, que es la única línea roja”, aclaró Esparza. Una propuesta audaz para “un congreso fundamental” que tendrá que tener “un debate interno valiente” para “elegir qué queremos ser”, como añadió. Pero que ya se celebrará sin Esparza a los mandos.