Es 23 de febrero de 1981. Cuatro equipos de TVE graban la sesión de investidura de Calvo Sotelo en el Congreso. Un plano abierto recoge, con dubitativos zooms y cambios de cámara, la irrupción de un grupo de guardias civiles en el hemiciclo. ¡Quieto todo el mundo! Y una ráfaga de tiros.

Es el vídeo de la Transición. Y estuvo a punto de perderse. La pericia de una cadena de periodistas lo impidió. Entre ellos el navarro Jesús María Arilla Pérez, que tuvo la viveza de distraer a los soldados que tomaron la sede de la televisión pública para evitar que el original de aquella sesión histórica –escabullido de las Cortes en tiempos en los que los directos eran escasos– cayera en las manos de los golpistas.

El episodio lo ha recordado la familia de Jesús Arilla. El patriarca, casado con una pamplonesa y padre de tres hijos a los que inculcó el amor por Navarra, falleció el pasado 8 de noviembre a los 81 años. Hijo de médico, nació en Madrid el 25 de febrero de 1942.

Jesús Arilla Pérez, exdiputado del CDS en la Asamblea de Madrid y ex alto cargo de RTVE en 1981 Cedida

A los pocos días su familia se trasladó a Pamplona, donde Jesús pasó su infancia y juventud. Estudió Filosofía en Salamanca y a partir de ahí su carrera se desarrolló en Madrid, donde estuvo muy vinculado a los medios de comunicación y a la política regional como diputado en la Asamblea de Madrid por el CDS de Adolfo Suárez.

Fue a finales de los setenta cuando su militancia en el centrismo le hizo conocer al abogado del Estado y político Fernando Castedo, con quien mantuvo una estrecha amistad durante cuarenta años que consistió en fines de semana en la sierra, vacaciones y otoñadas en Elizondo y Baztan.

Promotor de la televisión pública en el Estado

En enero de 1981, Castedo asume la dirección general de Radio y Televisión Española (RTVE). Lo primero que hace es sumar a su equipo a Jesús Arilla como encargado de las relaciones con las Comunidades Autónomas.

Lo cuenta a este periódico el propio Castedo. “Jesús era muy inteligente, un intelectual irreprochable. Era un sabio y nos entendimos muy bien desde el principio”, describe cuando se le pregunta cómo era su amigo. Ahí está la hemeroteca. Jesús Arilla inaugurando los centros territoriales de Extremadura o Navarra o pendiente de los imprevistos en Castilla y León, en toda una aventura profesional: llevar la televisión pública a todos los rincones del país que estaba a las puertas de acoger el Mundial del 82.

“Era un convencido del régimen autonómico, conocía al lehendakari y a Pujol, tenía una inmensa capacidad de relacionarse con la gente, era un maestro del diálogo y el entendimiento. Él está detrás de la tele vasca, de la tele catalana...”, enumera Castedo. También de la tele madrileña, Telemadrid, de la que más tarde fue promotor y consejero.

El 23-F pilló a Arilla en la Casa de la Radio, de aquellas la sede de la tele pública. La división acorazada toma el edificio. Castedo, unos segundos antes de que los militares entren en su despacho, arranca el cuero de su silla y esconde bajo el forro el original de la grabación. Arilla distrae a varios soldados, les invita a café y consigue que bajen los fusiles. Mientras, los técnicos de Radio Nacional tiran sin que nadie se de cuenta una toma de audio que grabará más de 20 horas de sonido ambiente en el Congreso. Todavía hoy a Castedo se le pone “la carne de gallina al recordarlo”. Todo salió bien: el golpe fracasó. Y la cadena pública lo grabó todo. Gracias, en parte, a un navarro.