Raquel Martí (Madrid, 1966) vive en una enorme frustración ante la “situación extrema” que sufre Palestina desde octubre. Martí pasó hace una semana por el Parlamento de Navarra para reclamar la necesidad absoluta de un “alto el fuego inmediato en Gaza”. Ahí mantuvo reuniones con la presidenta María Chivite y el presidente del Parlamento Unai Hualde. También ha estado en el Parlamento Vasco y en el Parlament de Catalunya, donde se ha reunido con Iñigo Urkullu y Pere Aragonès. Visitas que le gustaría extender a otros parlamentos donde quieran escuchar “las violaciones diarias del derecho internacional humanitario que se están cometiendo sobre la Franja”. Como es sabido, a la matanza cometida por Hamás, que costó la vida de 1.200 personas le ha seguido otra matanza multiplicada, esta vez por parte de Israel, que de momento ha costado la vida a más de 20.000 seres humanos.  

Dijo en su comparecencia que lo que está sucediendo en Gaza no es ya una crisis humanitaria, sino una crisis de humanidad. 

–No es una frase mía, sino del secretario general de Naciones Unidas (António Guterres), y resume lo que está sucediendo en Gaza.

Lo que nos pone frente al espejo de las contradicciones flagrantes de Occidente, por ejemplo comparando con la respuesta a Ucrania.

–Creo que hay dos varas distintas de medir sobre cómo se ha tratado la guerra de Ucrania y estamos tratando la de Gaza. En la de Ucrania la solidaridad ha sido brutal por parte de todos los gobiernos, incluso de la ciudadanía, ante la ocupación ilegal de un territorio. En Palestina ante una ocupación ilegal desde el año 67 por parte de Israel, y una constante violación desde entonces de los derechos de la población palestina, no hay las denuncias que sí han habido ante lo sucedido en Ucrania. Desde 2007 existe un bloqueo ilegal en Gaza por parte de Israel, que se define como un castigo colectivo hacia la población gazatí, por los actos que comete Hamás. Esto es contrario al derecho internacional humanitario, es una violación.

Y tras el 7 de octubre, agigantada.

–Israel decidió cerrar todos los pasos fronterizos, cortar el agua, la electricidad, y no permitir la entrada absolutamente de nada hasta el 21 de octubre, cuando por la presión internacional se abrió un poco la entrada de ayuda humanitaria, pero el número de camiones que está permitiendo entrar es absolutamente insuficiente para paliar las ingentes necesidades que tiene la totalidad de la población en Gaza, que está pasando hambre. Podemos hablar ya de hambruna. Tan solo entra en Gaza el 10% de los alimentos necesarios. 

A ello se une la situación sanitaria.  

–Los hospitales están operando sin anestesia ni morfina. No tienen ni desinfectantes, ni calmantes, ni los medicamentos más básicos. Se están atacando los hospitales. La gente ha tenido que empezar a beber agua no apta para el consumo, y por eso se están propagando enfermedades. Sin electricidad los hospitales dejaron de funcionar, y las telecomunicaciones también quedaron cortadas. Los equipos de rescate no sabían dónde tenían que ir, se guiaban por el sonido de las bombas. Un colapso absoluto.

“Hay dos varas de medir sobre cómo se ha tratado la guerra de Ucrania y estamos tratando la de Gaza. Las denuncias no son las mismas”

Se recuerda estos días que hasta las guerras tienen reglas, y que aquí se están vulnerando.

–Evidentemente los atentados de Hamás del 7 de octubre son absolutamente condenables, fueron horrorosos, con 1.200 muertos, de los cuales más de 800 eran civiles, y una treintena de niños, más la captura de los rehenes, incluidos ancianos y niños, incluido un bebé. 

Lo que ha hecho Israel supera con creces la ley del Talión. De momento son 20.000 las víctimas mortales.

–Israel ha equiparado a toda la población de Gaza con Hamás, lo cual es engañoso e injusto. Esto ha hecho de justificación de todos los ataques. Como afirma el comisionado general de UNRWA 20.000 muertos no son daños colaterales, y no se pueden justificar como legítima defensa. Un grupo afectado por la comisión de un atentado que viola el derecho internacional no puede hacer lo mismo o más, porque la respuesta está siendo absolutamente desproporcionada. Es terrible comparar, pero en Ucrania han muerto 500 niños en cerca de dos años. En Gaza han muerto más de 8.000. Hay otras 8.000 personas desaparecidas ahora mismo bajo los escombros. 

Así que las cifras que da el Ministerio de Salud, lejos de estar infladas, pueden quedarse cortas.  

–Por supuesto que están por debajo. Desde hace muchos años se producen ofensivas militares israelíes sobre la Franja de Gaza y siempre las cifras las da la Autoridad Nacional Palestina, luego se contrastan, y en esos contrastes, las diferencias no han sido significativas. Erróneamente se habla del Ministerio de Salud de Gaza, pero es el Ministerio de Salud palestino, desde Ramala, el que coordina todos los datos que se recopilan en todos los hospitales de Gaza. Son datos que Naciones Unidas da como correctos.

¿Hablamos de un genocidio, de una matanza?

–Estamos hablando de una matanza indiscriminada de la población de Gaza, y de un desplazamiento forzoso sin precedentes. Nunca habíamos visto un desplazamiento en Palestina de estas cifras. En la ‘Nakba’, en 1948, se desplazaron 700.000 personas. Ahora mismo hay un 1.900.000 personas desplazadas. Pero es que todo lo que estamos viendo en Gaza no tiene precedentes. Los altos cargos de los funcionarios de Naciones Unidas de mi generación o incluso más mayores dicen que en su trayectoria profesional, habiendo estado en todo tipo de conflictos, nunca habían vivido lo que se está viviendo en Gaza. 

¿Usted se temía algo así tras el 7-O?

–Me imaginaba que la respuesta de Israel iba a ser desproporcionada, porque siempre lo ha sido, en todas sus ofensivas. Hasta ahora la de 2014 había sido la más brutal, en la que murieron cerca de 2.400 personas, casi 500 niños y niñas. Lo que no esperábamos es que la respuesta actual fuera de estas dimensiones, absolutamente catastróficas y colosales. Y tampoco esperábamos, porque nunca nos había pasado en Gaza, es que tuviéramos las manos atadas para poder atender a la población; que no entrara la ayuda en Gaza. Es cierto que no ha sido la primera vez que nos han atacado escuelas de la UNRWA, pero nunca en esta proporción. 

“Los hospitales están operando sin anestesia ni morfina. No tienen ni desinfectantes, ni calmantes, ni lo más básico”

Hace una semana, por ejemplo. 

–La volaron por los aires, entera. Son ya 170 ataques a nuestras instalaciones, y 136 trabajadores de UNRWA han sido asesinados. Las dimensiones de lo que está sucediendo son absolutamente desproporcionadas comparadas con otras operaciones militares israelíes, o con cualquier conflicto abierto ahora mismo en el mundo. Han aniquilado al 1% de la población gazatí, han destruido el 60% de las infraestructuras. Son cifras que no se ven en ningún otro conflicto. 

La pieza clave para que esto cambie es Estados Unidos. Pero la comunidad internacional, 20.000 muertos después, aún no reacciona como correspondería a la dimensión del horror. Ni António Guterres puede generar un consenso. 

–La llave la tiene Estados Unidos, y la ha utilizado para bloquear el alto el fuego en Gaza, y el Consejo de Seguridad es el único órgano cuyas resoluciones son vinculantes. La votación en la Asamblea General de Naciones Unidas ha demostrado que la mayor parte del mundo está a favor del alto el fuego, y que solo una minoría está en contra o se abstiene. Contra el bloqueo de un actor en el Consejo de Seguridad no se puede hacer nada más que seguir intentando presionar y demostrar que es absolutamente necesario ese alto el fuego. 

¿Y después?

–No podemos volver a antes del 7 de octubre, que todo esto no haya servido para cambiar nada, se mantenga la ocupación sobre Palestina y los miles de muertos no hayan servido para nada. Ese es el mensaje más terrible que podrían dar a la población palestina. Lo que hace falta es que la comunidad internacional de una vez por todas busque una solución. Tenemos al colectivo que más años ha permanecido bajo la condición de refugiado. Son 75 años en los que para los palestinos ha ido todo a peor, refugiados que han vuelto a sufrir el refugio. Los palestinos desplazados en Siria con la guerra de allí. Ahora también los gazatíes, y en Cisjordania hay mil desplazados por la violencia de los colonos y las demoliciones de viviendas. Esto es intolerable, y si de algo tiene que servir esta situación es para buscar una solución definitiva y justa para los palestinos. 

“Equipar a Gaza con Hamás es injusto, 20.000 muertos no son daños colaterales, ni se pueden justificar como legítima defensa”

La situación es dantesca...

–Es dificilísimo analizar qué va a pasar con Gaza, cuando todavía no sabemos cuál va a ser el final de esto. Israel está obligando a toda la población a concentrarse en un espacio absolutamente reducido, Al Mawasi, de 8 kilómetros y medio cuadrados. Ahí pretende que se acumulen más de 2 millones de personas. Los desplazados están sin alimentos, sin agua, sin refugio, durmiendo en el suelo, sin nada, justo en la frontera con Egipto. La presión continúa y se está destruyendo la totalidad de la Franja de Gaza. ¿Se va a seguir empujando para que terminen irremediablemente cruzando esa frontera con Egipto? Si esto no ocurriera y se hiciera un alto el fuego, ¿a dónde van a regresar estas personas si Gaza está destruida?

¿La solución de los dos Estados es viable en estas condiciones?

–No puedo pronunciarme en cuál es la solución. Tiene que ser justa para todos, incluyendo por supuesto a los palestinos, también a sus refugiados. Justa y definitiva, no podemos seguir manteniendo a esta población en este limbo, en el que no tienen ningún derecho, y en el que están naciendo y muriendo como refugiados.

“En Gaza se preguntan cómo es posible que Occidente no pare esto” 

“Nunca pensamos que un día tuviéramos que hacer peticiones tan básicas”. Raquel Martí advierte de que “lo que puede venir puede ser todavía peor”. Califica de “inaudito” que las agencias humanitarias tengan que estar “mendigando para que entre ayuda”. Y defiende “una respuesta unánime contra todas las violaciones que se están produciendo por una parte y por la otra”. 

Más allá de todas las atrocidades, ¿Israel va a acabar con Hamás o lo va a dejar durmiente o sembrada la siguiente generación? 

–Parece que la intención de Israel es acabar con Hamás. La pregunta no es si va a conseguirlo, sino a qué precio va a intentarlo. Hasta ahora el precio ha sido la destrucción absoluta de Gaza, la muerte de más de 20.000 personas y 52.000 heridos. Y no ha acabado con Hamás. Un movimiento, se dice, de unas 35.000 personas. Israel afirma que ha acabado con 5.000 yihadistas, pues todavía le queda mucho trabajo.

No hablamos simplemente de una banda terrorista, sino de una estructura con mucho poder.

–Bueno, Hamás es el Gobierno de Gaza. 

Por eso, con gran implantación.

 –Todos los ministerios son o eran de Hamás, y luego Hamás tiene su brazo armado. Pero en todas las ofensivas israelíes, la intención ha sido acabar con Hamás, y en ninguna de ellas lo ha conseguido. 

¿Cómo observa la atención de la opinión pública pasado el primer impacto? ¿Nos estamos anestesiando o endureciendo?

–Yo lo noto desde mis 10 a 15 entrevistas diarias, a los últimos días hacer una o dos. Afortunadamente, Gaza sigue en los telediarios, ya no los abre, pero ¿hasta qué punto esto va a ser sostenible si esta situación se alarga durante meses? Israel ha dicho que al menos necesita entre mes y medio y dos meses más para terminar la operación militar sobre Gaza. ¿Van a continuar los medios prestando la misma atención? Entiendo que no.

Ahora la que está olvidada es Ucrania. 

–Que ha perdido todo el interés. Sí es cierto que a diferencia de otros países, en España en general y en las comunidades del norte en particular, hay mucho interés por la situación de Palestina y muchísimo apoyo y estamos viendo muchísimas movilizaciones de la sociedad. Esperemos que todo ello mantenga la atención sobre lo que está pasando, porque lo que está por venir en Gaza puede ser todavía peor de lo que hemos visto hasta ahora. 

“El personal de UNRWA se lleva a sus hijos al trabajo: ‘Si nos matan, que nos maten a todos juntos y se acabó la historia’, nos dicen”

Hay historias de heroicidad, de trabajadores que ponen en riesgo la propia vida o situaciones límite como amputar sin anestesia. El estrés del personal médico debe ser casi infinito. 

–Le advierto de que me puedo poner a llorar. Hace dos semanas chateaba con una directora de un centro de formación profesional en Jan Yunis, que tiene a 32.000 personas acogidas. Jan Yunis es una ciudad que está siendo bombardeada. Le pregunté qué iba a hacer, y me contestó: ¿Cómo me voy a marchar? Me voy a quedar aquí aunque sea lo último que haga en mi vida. A mí cuando me llegan esos comentarios no sé qué decir, me entra una vergüenza terrible de no poder hacer nada. El comisionado general entró la semana pasada en Gaza y le preguntaban cómo es posible que Occidente no pare esto, que se supiese que ya habían asesinado a 18.000 personas, se hiciese una votación en el Consejo de Seguridad y se votase en contra del alto el fuego, con 7.000 niños muertos. Realmente lo ven con incredulidad. Es dificilísimo mantener la comunicación con los compañeros y compañeras de allí, y sabes que cada vez que coges el teléfono puede pasar que no te lo cojan, porque ya no estén, se hayan convertido en desplazados y lo hayan perdido todo, o que te lo cojan y que te cuenten que han matado a sus hijos, a sus padres, a sus hermanos... Nos cuentan ahora por ejemplo, que el personal se está llevando a sus hijos al trabajo en Gaza, porque mientras les ven siguen vivos, y luego nos dicen: Y si nos matan, que nos maten a todos juntos y se acabó la historia. Tenemos compañeros durmiendo en el suelo en el refugio, y al día siguiente se ponen a repartir alimentos, a atender como médicos o a retirar las basuras para que no haya epidemias... El compromiso es brutal. Sus hijos les dicen todos los días que no se vayan, pero cumplen con su obligación, sabiendo que cuando vuelvan a lo mejor ya no van a estar porque les han matado. 

Cosa que ha pasado.

–Claro, muchísimo, pero aun así siguen yendo a su trabajo a cumplir con su deber. Si no, ¿quién lo haría? Y no me quiero ni poner en la piel de los médicos que han tenido que amputar a niños sin anestesia. No lo quiero ni pensar, porque es que tiene que ser horroroso. Espero de verdad que los niños se desmayen y que no tengan que sufrirlo. Pero recuerdo un testimonio de un médico de que un niño aguantó despierto toda la operación... Es horrible, es inhumano.