En un discurso repleto de alusiones deliberadamente ambiguas, Felipe VI sí quiso hacerse entender con claridad cuando se refirió a la Constitución en su discurso navideño y cuando reivindicó la unidad de España. En un alegato inmovilista sobre la norma, el rey español dio la sensación de endurecer su discurso. Llamó a “preservar la integridad” de la Constitución y la calificó como un valor no solo de presente, sino de “futuro”, lo que sonó a cerrojo ante cualquier intento de reinterpretación o reforma de su contenido, y orilló el problema territorial, al que no se refirió en ningún momento. El PNV ya le afeó hace un mes que invocara la unidad de España en su discurso ante las Cortes aunque la legislatura dependa de los nacionalistas vascos y catalanes, una referencia que el rey volvió a repetir en su discurso navideño. Y este lunes el PNV ha vuelto a comparecer en Sabin Etxea para valorar un mensaje que “no ha tenido en cuenta las situaciones de Euskadi y Catalunya” cuando elogia una Constitución que solo aprobó el 30% del censo vasco en 1978 y cuando dice que esa norma ha permitido superar graves crisis, algo que se cae por su propio peso mirando la situación en Catalunya.

Es un discurso que no se hace pensando en los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos, sino más centrado en PP, PSOE y Vox. Es como si no hubiera nada que decir sobre las discrepancias constitucionales, que sobre todo las hay en Euskadi y Catalunya”, ha lamentado el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban.

Esteban llamó la atención sobre el extraño giro del rey español, que comenzó hablando sobre la complicada situación económica e inmediatamente después se centró en la Constitución porque es lo que le preocupa a él, como si estuviera en riesgo. El jeltzale desmontó el discurso de Felipe VI negándole que “compartamos una visión de España”, y recordándole que parte del texto de la Constitución española es lo bastante “facilitador” como para poder interpretarlo y alcanzar consensos, pero no se ha querido acometer desde esa perspectiva y se ha apostado por la Constitución “como una llave de cierre” para zanjar debates.

“El rey se ha centrado, y además específicamente, en la Constitución y la unidad de España, en España como única nación”, lamentó, para añadir que, frente a esas referencias a “España como proyecto común y compartido, la unidad se basa en la voluntariedad”. “De lo contrario, no es una unidad real”, remató. Lamentó que el rey no haga guiños a quienes sienten otro tipo de identidades.

Un discurso ambiguo

Esta fue la única parte diáfana del discurso del rey, que no aludió de manera expresa a la parálisis en la renovación del Consejo General del Poder Judicial, a la Ley de Amnistía o los altercados protagonizados por la extrema derecha ante las sedes del PSOE con la intención de frenar la distensión con Catalunya, más allá de algunas referencias muy sutiles a la discordia de los tiempos previos a la democracia. A todo ello se refirió “entre nieblas”, a juicio de Esteban. En este punto, habría que tratar de interpretar al rey, que no hizo un reproche claro a nadie, y que tanto PP como PSOE pueden entender que respalda sus posiciones.

Esteban se preguntó que quería decir cuando pidió respetar las competencias de otras instituciones: “¿Por qué no lo dice más claro? ¿Quiere decir que el CGPJ no ha sido renovado porque PP y PSOE no lo han encauzado? ¿Que el Congreso podría convocar a los jueces para que comparezcan? ¿Que los jueces se meten en política, es decir, hablaba de lawfare; o estaba hablando de que el Congreso va a aprobar una Ley de Amnistía?”, planteó. Para culminar, Esteban puso en evidencia que, de un total de 1.469 palabras, solo pronunció en euskera dos.

Como si fuera un refrendo a la lectura de Esteban, el aplauso al rey en Euskadi quedó reducido a la mínima expresión: solo el PP agradeció su “apasionante” discurso, y el PSE no llegó a valorarlo al dejar la reacción en manos del PSOE. Elkarrekin Podemos-IU cree que hizo el discurso de “la derecha y la ultraderecha” al presentar la Constitución “como cárcel” para defender su cargo en la monarquía. EH Bildu ya anunció el domingo que ha renunciado a valorar los mensajes navideños del rey.

"El perdón de los ultras"

A nivel estatal, Felipe VI se ganó el reproche de todos los socios del presidente español. Ya sea por haber pronunciado su mensaje en el contexto del 45 aniversario de la Constitución o porque algunas voces desde la derecha más radicalizada le habían pedido que tomara parte en el debate sobre la amnistía a los soberanistas catalanes, el monarca terminó pronunciando una loa a ese marco jurídico y a España. En realidad, se desconoce a quién quiso respaldar, si al PP o al PSOE, porque no pronunció la palabra amnistía y solo habló de respetar las competencias de cada institución en genérico, aunque su encendida defensa de la Constitución le valió el aplauso de Vox y pareció haber cumplido por ese flanco. Provocó desafección a los nacionalistas, y también a la izquierda, por ese sorprendente requiebro al comienzo del discurso en el que comenzó a hablar de los problemas sociales, para añadir después que quería centrarse en otros temas, como si los asuntos económicos no le parecieran también una prioridad: “Es a la Constitución y a España a lo que me quiero referir”, dijo, dando la sensación de que compraba ese marco de análisis según el cual la unidad del Estado se encuentra en peligro.

Pareció cerrarse a cualquier retoque o reinterpretación: “Es evidente que para que la Constitución desarrolle plenamente su cometido no solo se requiere que la respetemos, sino también que conservemos su identidad, lo que la define, lo que significa; su razón de ser como pacto colectivo de todos y entre todos para un propósito compartido. Y, finalmente, exige que preservemos su integridad como lugar de reconocimiento mutuo, de aceptación y encuentro aprobado por todos los españoles, como legítimos titulares que son de la soberanía nacional”.

Ante este discurso, Podemos opinó que “buscaba el perdón de los ultras que hace poco estaban cabreados con él”, e hizo alarde de “un españolismo que no reconoce la plurinacionalidad”. La secretaria de Acción Institucional, María Teresa Pérez, añadió que los ciudadanos quieren opinar sobre la forma de la jefatura del Estado. La portavoz de Sumar, Marta Lois, coincidió en que no habló sobre los problemas de la ciudadanía y no reconoció la plurinacionalidad, por lo que vio su discurso “anclado en el pasado”.

Catalunya aún recuerda el 3 de octubre

Las valoraciones en Catalunya no fueron más amables, con el agravante de que todavía pesa en el recuerdo el discurso que pronunció tras las cargas policiales por el referéndum de independencia. Con esos antecedentes, la alusión del rey a no alimentar la discordia sonó a sacarsmo en los cuarteles generales del soberanismo catalán. “Todavía resonaban las palabras del 3 de octubre”, resumió el president Pere Aragonès, quien recordó a Felipe VI que ese polémico mensaje le costó romper los pocos lazos que todavía le ataban a la población catalana. Puso de manifiesto que se ha ganado el aplauso de la derecha y la extrema derecha y que la ciudadanía catalana ya no se siente representada por él.

El secretario general de Junts, Jordi Turull, tildó de “irrelevante” y “contradictorio” el mensaje de Felipe VI y lo acusó a él de ser quien siembra la discordia con su discurso del 3 de octubre de 2017. En la tradicional ofrenda floral a la tumba de Francesc Macià, lanzó: “habla de unidad, pero a golpe de toga y bastones”. A su juicio, hace tiempo que Felipe VI renunció a ejercer de árbitro y actúa de parte.

PP y PSOE, de acuerdo

El PP y el PSOE sí pusieron en valor sin reservas su discurso. El PP destacó que “el rey señaló, acertadamente, que fuera de la Constitución no hay convivencia en paz, no hay libertad y no hay estabilidad”. Desde el PSOE, su presidenta Cristina Narbona hizo énfasis en preservar el progreso y “la diversidad” que consagraría la Constitución como principios, una norma que “integra la diversidad, la diversidad de lenguas, de culturas y de instituciones”.