Carlos Pérez-Nievas (Tudela, 1966) se ha convertido en el nuevo secretario general de Ciudadanos. El exparlamentario foral, que lleva tiempo trabajando en la sede de Ciudadanos en Madrid, pretende devolverle presencia al proyecto apelando a la necesidad de un hueco político. Pérez-Nievas fue secretario de Organización con Inés Arrimadas, coordinador nacional tras su marcha, y tras la salida de Adrián Vázquez secretario general en funciones. El navarro, consciente de la dificultad de la empresa, tratará de evitar la extinción del proyecto con un discurso basculante. Entre las capitales de provincia Ciudadanos hoy solo tiene representación municipal en Ciudad Real y Segovia. En las autonomías cuentan con un acta en Castilla y León en posesión de Francisco Igea, expulsado del partido en septiembre de 2023. Pérez Nievas imagina a Cs como una bisagra, hacia la izquierda o la derecha, en función de las circunstancias, tal vez con otra marca, junto a formaciones como Izquierda Española. “El centro como tal no existe”, sentencia quien un día militó en CDN.

Cuesta pensar que Cs no esté muerto, desahuciado o en la UCI, con la dificultad de sacarlo de ahí.

–Puede ser. La contradicción es que hay una demanda social clarísima de otro espacio político en España. Los dos bloques son irreconciliables y no hay una alternativa que pudiera negociar con uno u otro. Ciudadanos ha demostrado capacidad de negociación con el PSOE y el PP ofreciendo un Gobierno a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias en 2015, y seis meses después al PP tras el rechazo de Iglesias. Tal y como está el panorama empieza a surgir la necesidad de una alternativa de consenso. La marca Ciudadanos es conocida y reconocida. Tenemos que hacer todo el esfuerzo del mundo en que resurja el espacio, y trataremos de articularlo, en solitario o con otros nuevos agentes que se quieran incorporar.

No se presentaron a las Generales de 2023. Su espacio ha quedado ocupado, y el PP aspira a aglutinarlo.

–Querrá hacerlo, pero no va a ocupar el centro, porque sus posicionamientos y actitudes no han demostrado jamás un talante de consenso ni centrado. Es una estrategia. Fueron incapaces con todo el viento a favor de ganar las Generales con amplitud, gestionó nervioso sus acuerdos con Vox, y si pretende atraer a un votante de izquierda tratando de maquillar su imagen, a estas alturas resulta imposible. No va a poder, porque sus conductas no son de partido de centro. Esto es el cuadro de Goya pegándose a garrotazos. No van a conseguir ni un solo voto de personas que no se fían del PP. Si acaso se quedarán en su casa. El PP permitió que Vox sacara su cara más lamentable, y no supo pararlo. Luego han roto, pero esa ruptura es absolutamente artificial. Hay un espacio de consenso imprescindible, y no puede ser del PP ni del PSOE.

“La demanda social de otro espacio es clarísima. Hay dos bloques irreconciliables y Ciudadanos ha demostrado capacidad de negociación”

Dice que Cs “nunca volverá a cerrar las puertas a otros partidos de forma preventiva”. ¿Es una enmienda a la última etapa de Rivera?

–Totalmente. Eso es perder el sentido de Ciudadanos. No comparto ni puedo aceptar las razones dadas. En marzo y abril de 2018, antes de la moción de censura, el partido tenía las encuestas por encima de 120 diputados. Ciudadanos no tenía que haber puesto todos los huevos en la cesta de gobernar España, porque era pronto para hacerlo, y porque un partido de nuestro talante no debe ser pensado exclusivamente para obtener por cualquier medio la presidencia de un Gobierno.   

Con Inés Arrimadas tampoco se visibilizó un cambio de rumbo.

–Ahí discrepo, porque entramos al Congreso en noviembre de 2019 con un 6,8% y las encuestas en la pandemia nos pusieron por encima del 10% con las políticas de Inés, basadas en acuerdos y consensos permanentes para prorrogar los estados de alarma, al menos las tres o cuatro primeras prórrogas. Pactamos medidas de corte social... luego ya todo se enfangó con el crecimiento de la figura de Díaz Ayuso, convirtiéndose en la adalid de la libertad. Empezó el acrónimo IDAen redes, ella buscó ahí un elemento que le hizo crecer, y destruyó cualquier posibilidad de acuerdo en una situación absolutamente crítica para la sociedad.

En cuestiones territoriales o en la relación con partidos soberanistas esa vocación constructiva se desmiente y se parecen al PP.

–Nuestro objetivo es pensar en el país, España, y hacerla lo más solidaria e igual posible. El mundo del nacionalismo tradicionalmente no está pensando en eso, sino en sus beneficios para su pueblo exclusivamente. No están favoreciendo España, están favoreciendo al País Vasco o a Cataluña.

Su argumentario es conocido. ¿Esa actitud no les ha penalizado a la hora de consolidar su espacio?

–Con ese planteamiento llegamos a tener la mayor intención de voto en España. Sabemos que probablemente un partido de corte liberal progresista, entre los dos bloques, en Europa no es tradicionalmente una formación mayoritaria. Lo aceptamos; lo que no vamos a hacer es cambiar para intentar conseguir un abanico mayor. No me veo negociando con ningún nacionalista prerrogativas exclusivamente para aplicar en su comunidad, en detrimento y perjuicio del resto de las comunidades de España. Eso no lo va a hacer alguien que esté en Ciudadanos, porque nos parece injusto. 

“Si un día se plantean cambios sobre la foralidad los tendremos que aceptar o no, pero asumiendo el debate como parte de un país”

¿Usted moduló a UPN y PP dentro de Navarra Suma? ¿Dónde marcaban impronta?

–Nosotros teníamos posiciones distintas en referencia a ciertas competencias que UPN estaba dispuesta a asumir la asunción de Tráfico en una negociación llevada a cabo primero con el PNV y segundo con Bildu. Nos manifestamos radiclmente en contra, jamás lo apoyamos y tuvimos broncas internas por esa razón. Ante ciertas competencias acordadas entre el PSOE y PNV y después con Bildu, UPN siempre ha tenido el complejo de que le dijeran que si no las aceptaba era menos foralista. Y ahí jugó su baza Geroa Bai permanentemente.

Fue consejero foral por CDN. ¿Reconoce que ha evolucionado ideológicamente en estos años?

–No. Yo he militado en dos partidos, que ideológicamente tenían una coincidencia amplísima, por encima del 90%. CDN era socialmente mucho más avanzado que UPN (testamento vital, adopción de matrimonios homosexuales...)

¿Y ese 10% de diferencia?

–Había ahí una cuestión sacrosanta, la foralidad. Yo la defiendo, a Ciudadanos le he explicado que a Navarra no le ha regalado nadie nada. Me canso de explicarlo. Navarra no tiene ningún privilegio. Nadie nos ha dado nada que no tuviéramos previamente. Es una diferencia con el País Vasco. También digo que Navarra tiene un concepto de figura sacrosanta. Yo creo que todo el mundo tiene derecho a cuestionar y otros a explicarlo. Sigo defendiendo que Navarra ha hecho un ejercicio razonable durante toda su historia constitucional, porque no ha sido una comunidad beligerante, ni mucho menos chantajista en la reivindicación de sus derechos, y los ha conseguido de forma armoniosa y tranquila, armonizando con el resto de España. Mi partido ha sido muy beligerante con Navarra, pero equivocadamente porque no entendía nuestra razón de ser, pero si defiendes la Constitución tienes que defender esto. De hecho el pacto que hizo Albert Rivera con UPN fue un reconocimiento explícito de la situación. Yo no he cambiado absolutamente nada. Mi posición está exactamente en el mismo punto. Acepto que la foralidad sea cuestionada, igual que acepto que bien ejercida –algún episodio negro como el IVA de Volkswagen hemos tenido– es un ejercicio histórico. ¿Si en un momento se plantean cambios? Los tendremos que aceptar o no, pero habrá que asumir el debate porque formamos parte de un país.

Usted y Belarra, ambos navarros, lideran parte de aquella ‘nueva política’ que hoy sufre el paso del tiempo.

–Podemos ha hecho sus movimientos para no desaparecer, llegó al poder del Gobierno, ahora tiene contradicciones absolutas, y quiere aparentar oposición. No le veo un hueco en la sociedad española en este momento, porque Podemos representa lo peor de la política, trajo la confrontación radical, el fango, la mentira y la hipocresía. Ahora vemos el caso Errejón. Sumar le nombró portavoz, y es obvio que conocían sus conductas, que tienen que tener un tratamiento de tipo sanitario, pero conociéndolas, han estado ejemplarizando a los demás, hasta ese extremo de hipocresía, con gente desamparada ante estas incongruencias. Podemos ha sido una plataforma para el lucimiento personal de unos pocos y ha traído a la política la mayor confrontación posible.

¿Cómo lo van a intentar salir adelante? ¿Serán parte de otra marca?

–Ciudadanos estará de una u otra forma en las elecciones que tengan que venir. No lo hicimos en julio de 2023 porque fueron 50 días después de la mayor derrota electoral del partido. Ahora el escenario es distinto. Ciudadanos es un protagonista de ese espacio de consenso que se tiene que generar, y otros agentes tienen que ser conscientes de que su perímetro es pequeño y que tienen que plantearse ayudar a conformar dicho espacio. Nosotros estamos con la humildad suficiente para saber que no queremos ser los únicos, que tenemos que conseguir ampliar nuestro propio espacio y luego determinar la mejor forma posible: si como Ciudadanos resurgido o como parte de una plataforma nacional como la que Macron generó en Francia.

“Ciudadanos estará de una u otra forma en las elecciones que tengan que venir, como marca resurgida o como parte de una plataforma”

Con Macron entonces efervescente... Lo que pareció Rivera en su día.

–Su liderazgo salió de una manera sorprendente en un momento. Hay perfiles y personas posibles. Lo haremos solos o en compañía de otros.

Se descarta como cabeza de cartel.

–Yo tengo que ser una persona de unión, trabajo y consensos. Evidentemente con 58 años yo creo que hay otros perfiles mejores y debería haber otros perfiles más atractivos para ser un cartel electoral dentro de dos o tres años. No me importa decirlo.