El año de Ibarrola en UPN: oposición frontal a PSN, la vuelta de Sanz y las 'esperanzas' en EH Bildu
La sexta presidenta del partido regionalista sigue intentando reverdecer laureles tras una década en la oposición
Fue el 28 de abril del año pasado, el día en que Cristina Ibarrola (Pamplona, 1969) se convirtió en presidenta de Unión del Pueblo Navarro, sustituyendo a Javier Esparza.
Ibarrola aísla todavía más a UPN y recurre a las descalificaciones contra Chivite y los socialistas
La sexta dirigente de la formación tras Gómara, Aizpún, Sanz, Barcina y el propio Esparza. La efeméride casi se solapa con el décimo aniversario de la salida del partido de la presidencia de Navarra. Tras una década en la oposición, UPN persevera en la estrategia de la borrasca, ahora lluvia gruesa, ahora lluvia fina, sobre todo contra el Partido Socialista, esperando movilizar al antisanchismo.
Al mismo tiempo dándole protagonismo a EH Bildu, para ver si la actual aritmética gira en detrimento de Geroa Bai y complica la gobernabilidad a los socialistas.
Tándem con Esparza: la dificultad de no tener escaño en el Parlamento
Ibarrola partía del hándicap de no ser parlamentaria y no estar donde se cuece el bacalao del debate político. De ahí que su antecesor Javier Esparza haya seguido siendo el portavoz del grupo en el Parlamento, con un rol menos declinante del que tal vez cabía aventurar.
Es más, liberado de responsabilidades directivas, Esparza ha dispuesto de más tiempo para concentrarse en su tarea parlamentaria y preparar los debates. En comparecencias de Mesa y Junta se le ha visto incisivo pero relajado, haciendo gala de su veteranía; con más bagaje que el que transmite el PPN.
Pasado, presente y futuro
“Javier Esparza va a seguir siendo el portavoz mientras yo esté aquí”, dijo Ibarrola a nuestro periódico el pasado mes de octubre. Una lógica bastante congruente analizada en frío. Sin giro ideológico, el tándem Ibarrola-Esparza es un binomio de apoyo y necesidad recíproca. Ella no está en el Parlamento. Él sigue comandando un grupo del que se fueron María Jesús Valdemoros ni Iñaki Iriarte. La primera, doctora en Economía, podría haber tenido un papel destacado en esta legislatura. Sin embargo, se posicionó antes del congreso regionalista por un proyecto más centrado, pero no encontró el arrastre deseado y acabó dimitiendo.
Ibarrola necesita delegar en Esparza y aunque este cargue con la cruz del pasado de no haber alcanzado la presidencia de Navarra, es un activo del partido y puede presumir de haberse dejado la piel en sus intentos. Tras demostrar desde 2023 resiliencia política y personal, no le descarten como futuro candidato a diputado en el Congreso.
Si Esparza pasa en ocasiones por ser la cara amable de UPN, incluso con amago de cortejo a Geroa Bai, Ibarrola no se despega de la sombra de aspereza que le ha venido acompañando desde su salida de la alcaldía de Pamplona. La presidenta de Unión del Pueblo Navarro necesita reavivar el partido, movilizar al 81% de los votos que le auparon a la presidencia, al 19% de nulos y blancos, a la afiliación censada que se abstuvo de participar (1.399 de 2.100 militantes).
Ibarrola: "Prefiero fregar escaleras antes que ser alcaldesa con los votos de EH Bildu"
“Debemos adaptarnos al nuevo contexto político y social para ser más atractivos y crecer”, dijo recién elegida Ibarrola. Sobre el papel parecía consciente de que la mera inercia enquistaría a su partido en la oposición.
Pero una cosa es un diagnóstico y otra revertirlo en un partido claramente inclinado a la derecha. En cualquier caso la exalcaldesa de Pamplona tiene en Esparza, mucho más que en Toquero, a su principal credencial informativa y política, lo que por otra parte lleva inevitablemente a un cierto continuismo visual.
Sanz intenta ayuda: la nostalgia de los viejos tiempos
Cuando acabe la actual legislatura UPN llevará 12 años en la oposición, si continúa este Gobierno en su formato actual o readaptado, serán 16 años fuera del Palacio de Navarra. Un ciclo muy extenso, si bien no tan largo en el tiempo como el que sumaron Miguel Sanz y Yolanda Barcina de presidentes, de 1996 a 2015.
Aunque sea simbólico, es destacable la visibilidad que Sanz ha adquirido en actos públicos. Sanz se siente interpelado y se ha puesto en la ayuda a Ibarrola. Estuvo en primera línea en el inicio del curso político, en el día del partido, en un debate con Redondo Terreros, Miranda e Iriarte, y muy recientemente en otro con Lambán.
Sanz (UPN) y Lambán (PSOE) ensalzan el modelo aragonés mientras cuestionan el rumbo de Navarra
UPN se encomienda a sus esencias para tratar de dar con la tecla, pero toca el clavicordio o el acordeón, cuando casi todos los demás se sientan al piano. El ‘pueblo navarro’ que da marca al partido es enormemente distinto al que asistió a su fundación.
Ni siquiera en sus buenos tiempos UPN supo leer su pluralidad, salvo en la época de Alli, que tomó las de Villadiego en 1995, hace ahora 30 años. Ha pasado una generación, CDN se extinguió, pero UPN no supo ensanchar sus paredes y ahora compite con el PPN que a su vez se enfrenta a Vox.
Contra Sánchez y Chivite: un marco que sigue alejado del centro
UPN inauguró este curso político con un acto que llevó por eslogan Un nuevo ritmo, que más bien se ha parecido en muchos momentos al si no quieres café, dos tazas. “El sanchismo ha normalizado la falsedad, la mentira y los debates estériles en la sociedad”, dijo Ibarrola el pasado 6 de abril en la asamblea de afiliados de Tudela. Mensaje prototípico del PP, y por ahí no parece haber mucho espacio para crecer.
La cuestión es cuánto voto nuevo puede se pescar en Navarra dando estopa a Sánchez, y en qué medida una nueva crisis económica, en un contexto global agitado, puede facilitar el camino a UPN o cerrarle el paso de nuevo. De momento, Ibarrola se consuela con calificar a Chivite y a Sánchez como “dos perdedores” que gobiernan a base de “comprar voluntades”.
A priori, acusar al PSN de haber caído “en el radicalismo y el sectarismo” es un mensaje con escasísima capacidad de empapar en el electorado socialista, ni siquiera en la idea de generar abstencionismo. Y decir que Chivite quiere incorporar consejeros de EH Bildu en el Gobierno, parece situar a Ibarrola, como puso de manifiesto Alzórriz con sarcasmo, en una resignada oposición, por más que la propia Ibarrola diga ue que el electorado está a tiempo de revertirlo.
Dos años por delante: a la búsqueda de la salida del laberinto
“Estoy en política para tener un proyecto claro y concreto para Navarra, no para hacer juegos de ajedrez”, nos dijo también Ibarrola el pasado otoño. Toda una declaración de intenciones. La vigente presidenta de UPN, tal y como le pasó a Esparza, se puede quedar lejos de articular una mayoría social alternativa.
La presidenta de UPN podrá alegar que es fiel a su ideología y a su forma de entender la oposición, pero siendo eso valorable por la clientela más fiel, ahí seguramente no esté el quid. El asunto es si en 2027 atraerá más voto que el que reunió Esparza o si el partido se volverá a resbalar en el lenguaje hiperbólico pero a la postre estéril. Hablar de una Navarra “sometida” o una España humillada solo satisface a una cuerda, y hace muy difíciles los acordes.
UPN ha cambiado la pulsera de su reloj y hasta de relojero, sigue contando con la honra y el consuelo de ser la formación más votada, pero eso mismo le dificulta encontrar la pila para no tener que esperar otros cuatro años a un cataclismo de los adversarios.
Por el lado progresista no habría mejor noticia que la confirmación de que en Príncipe de Viana se vuelven a topar con un techo de cristal. De ahí que a UPN le interese un crecimiento de EH Bildu en detrimento de Geroa Bai que dificulte la gobernabilidad. Es la repisa a la que agarrarse, además de una posible crisis económica, porque si no los ciclos consolidados no son sencillos de revertir. Que se lo digan al propio Esparza.
Los condicionales de 2027
Apele Ibarrola al positivismo, a la paciencia o al cabreo, las urnas dictarán sentencia. Dando por hecho que ella encabece la lista, si diese la campanada, le pasaría algo parecido a lo que ha vivido Chivite, tendría esa satisfacción extra de haber revertido una sequía casi traumática en un partido que nació para ser determinante en Navarra. Si no, es muy posible de que disponga de otra bala, pero deberá gestionar el nuevo bajón, buscar otros remedios y corregir la estrategia. Y ahí, sí, aplicarse en los secretos del ajedrez o del ciclismo.
No se gana la Vuelta a Navarra a piñón fijo o con dos o tres marchas. Todo líder necesita de una maneta de cambio, por eficiencia, visión de carrera y para no consumirse en el propio ritmo. La política es un rompepiernas.
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