El acto de Gorraiz estuvo lejos de los anuncios que en otros tiempos marcaban la agenda política de Navarra. La apelación al “nuevo ciclo” y el diagnóstico de una Comunidad Foral en decadencia sirvieron para cohesionar a la militancia, pero no aportaron propuestas nuevas. El mensaje de fondo fue claro: Navarra se hunde y solo UPN puede rescatarla. Una fórmula que, aunque eficaz para poner en pie a los suyos, difícilmente oculta la falta de novedades en una formación que aún busca recuperar la centralidad política perdida tras sus propios escándalos del pasado.
UPN abrió este viernes su curso político en un acto celebrado en el Hotel Castillo de Gorraiz que, más allá de la puesta en escena, sirvió a su presidenta, Cristina Ibarrola, para dibujar una Navarra en crisis y situar a su partido como “única alternativa” al actual Gobierno. Con un discurso plagado de críticas y acusaciones, Ibarrola trató de instalar la idea de que la Comunidad Foral vive un ciclo político “agotado” y que solo un regreso de UPN al poder podría evitar la “decadencia”.
En su intervención, la presidenta de UPN arremetió contra la líder socialista María Chivite y contra el Gobierno de Navarra por presumir de una estabilidad que, en sus palabras, es “nociva y mala para Navarra”. Según Ibarrola, esa estabilidad política se traduce en el empeoramiento de los servicios públicos, con más pacientes en listas de espera y más familias aguardando una vivienda a precio asequible.
Acusaciones de corrupción
La dirigente regionalista sacó su comodín favorito: denunció que “las lecciones de derechos humanos y convivencia las marque Otegi, interlocutor de Santos Cerdán para decidir el futuro de Navarra”, en referencia al secretario de Organización del PSOE, actualmente investigado en una trama de adjudicaciones de obra pública. “Socialistas y EH Bildu se reparten el poder institucional y tapan todo aquello que amenace con impedirlo”, afirmó.
Buena parte del discurso giró en torno a las acusaciones de corrupción en el entorno del PSOE. Ibarrola presentó a María Chivite como “una presidenta amortizada cuya honestidad está más que cuestionada”. Recordó la adjudicación de 76 millones de euros a una empresa vinculada a Santos Cerdán, de la que responsabilizó al Ejecutivo foral, y afirmó que la jefa del Gobierno “ha dejado su futuro político al albur del avance de las investigaciones de la UCO”.
Ibarrola no escatimó en metáforas para describir la situación de Navarra. Llegó a afirmar que la Comunidad está “enferma”, sometida a un “deterioro progresivo” y a “altos costes en un tratamiento paliativo, sin curación”. Frente a ello, reivindicó que UPN representa un tratamiento eficaz que cura esa enfermedad y mantiene una Navarra sana, fuerte, competitiva y con oportunidades de futuro.
Llamamiento a filas de la militancia
Ante una militancia entregada, Ibarrola proclamó que “es nuestro tiempo” y que “la mayoría de navarros reconoce que UPN es el partido con mayor capacidad para reconquistar una Navarra atractiva y referente”. En este sentido, sostuvo que “Navarra quiere otro gobierno” y que “frente al agotamiento del PSN y sus socios, la alternativa solo tiene un nombre: UPN”.
Defendió que su partido ofrece “una política centrada en las personas, que escuche, que entienda y que acompañe”, frente a lo que calificó como “clientelismo, mercadeo, corrupción moral y económica” de los actuales dirigentes. Además, insistió en que UPN no ha tenido un solo caso de corrupción en más de 40 años de historia, una afirmación que obvia los escándalos que han acompañado a los regionalistas y que los sacó del Gobierno hace ya una década.