Con olor a fresa o sandía y un aspecto similar a la marihuana, el spice se ha convertido en una de las nuevas drogas sintéticas más consumidas por los estadounidenses, que subestiman la peligrosidad de la sustancia, anunciada como incienso o popurrí en coloridos paquetes. Con un precio de 25 dólares por tres gramos y medio, el consumo de spice se ha multiplicado en los últimos años y, con él, el número de personas que sufren vómitos, espasmos, alucinaciones o episodios psicóticos, indicó uno de los portavoces de la Agencia Antidrogas de EEUU (DEA), Eduardo A. Chávez. “He hablado con adictos a la heroína que dicen que prefieren tomar heroína o cristal antes de aventurarse a ver qué puede hacer spice a su cuerpo. Eso ya debe decir todo sobre la peligrosidad de esta droga”, destacó Chávez. Cuando la droga fue considerada ilegal y la DEA comenzó a perseguirla, el spice pasó a venderse en los mismos callejones de la heroína o el cristal, y a esconderse tras los mostradores de las tiendas que antes lo vendían aprovechando el vacío legal y ahora esperan a “las palabras mágicas” para abrir la caja. Chávez incidió en que el consumo de la droga comienza en jóvenes de 14 o 16 años pero se extiende hasta ancianos y, además, no distingue entre zonas rurales o grandes centros urbanos. A pesar de que no existe un perfil de consumidor, el mercado de spice -conocido en la calle como K2, fuego de Yucatán, Genie o Bombay Blue- mira hacia jóvenes, a los que muestra la droga de una forma atractiva e inofensiva con diferentes sabores y llamativos paquetes de colores, similares a los de los dulces. - Efe
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