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Euskal Herria insólita

Laja de Basagain, el primer callejero

Un paseo sencillo permite disfrutar de yacimientos arqueológicos de la edad de hierro y del que podría ser el más antiguo plano de un asentamiento humano de toda la península

Laja de Basagain, el primer callejeroAitor Ventureira San Miguel

Sobre la cuenca del río Oria, en tierras de la localidad gipuzkoana de Anoeta, se eleva una modesta cota que prácticamente pasaría desapercibida si no fuera por el tesoro histórico que en ella se localiza: el poblado de Basagain. En este paraje, que conoceremos caminando pausadamente, encontramos uno de esos misterios de la dilatada historia y cultura de los vascos: el considerado primer callejero de nuestra tradición. 

Partimos de la Herriko Plaza de Anoeta para caminar por la calle San Juan, dirección Alkiza. Tras caminar unos 400 metros, cruzamos un puente sobre la regata para girar a la derecha, junto a la casa Zubiaurre. Rápidamente, un sendero asfaltado al principio sale a nuestra izquierda, comenzando a ganar altura progresivamente. Esta senda nos lleva hasta las inmediaciones del cementerio de la localidad, donde encontramos un cruce en el que debemos tomar a nuestra derecha.

De la borda al poblado

El ancho camino va ganando en desnivel hasta otra encrucijada junto a un prado pleno de manzanos. En este nuevo desvío, continuamos por nuestra derecha, internándonos en un bosque autóctono. El camino continua llaneando hasta una chabola junto a un poste eléctrico, punto donde el sendero cambia de rumbo. En la parte trasera de la borda, nace un camino que asciende junto a un pinar. Salvado el desnivel, salimos a otra chabola y a una marcada encrucijada de caminos. Tomamos el que asciende junto al pinar a nuestra izquierda que, en breve, nos lleva a la entrada del poblado de Basagain.

Ficha práctica

  • ACCESO: Llegamos a Anoeta por la carretera N-1, tomando la salida 439 hacia Irura. Desde este pueblo, seguimos por la calle principal hasta el cruce en dirección a Anoeta.
  • DISTANCIA: 5,5 kilómetros.
  • DESNIVEL: 190 metros.
  • DIFICULTAD: Fácil.


Nos encontramos en un lugar que se habitó hace unos 2.500 años; un emplazamiento en altura, ubicado a 295 metros sobre el nivel del mar y 227 metros sobre el río Oria y de unas dos hectáreas de superficie. Estamos en plena Edad del Hierro, cuando aquellas gentes decidieron levantar sus hogares en esta cumbre, buscando la protección que les ofrecía el dominio del entorno. Construyeron sus casas de adobe en terrazas allanadas; chabolas formadas por un poste hincado en tierra, con paredes de entramados de madera y barro. Las cubiertas de las casas serían de material vegetal, de las que no se encontró rastro alguno. El centro de la casa sería el fuego del hogar, alrededor del que se colocarían zonas de asiento y de descanso; además, contaría con un área específica para almacenar alimentos y enseres.

Rodearon el poblado con una muralla, la única defensa del mismo, que pudo alcanzar los dos metros de altura pero hoy contamos con apenas medio metro. Estaría formada por dos lienzos, uno interior y otro exterior, de lajas de arenisca y bloques de otros materiales. Con toda probabilidad, el acceso al poblado se daría por la zona donde hoy está el camino que nos ha traído hasta aquí. El castro tendría otras estructuras destinadas a talleres de artesanos, almacenes o corrales.

Se han hallado restos tanto de cereales como de hierro; algo que nos aporta luz sobre los usos y vida cotidiana de sus moradores. Los estudios han llegado a la conclusión de que, en Basagain, se cultivó mijo, escaña, espelta y trigo común plantados en los alrededores del castro. Acompañaban a esta economía el cultivo de los campos y la domesticación de animales; por lo tanto, sería una sociedad ganadera y agrícola. En Basagain, también se explotaron minas de hierro, concretamente en la zona sur del mismo, donde se localizan una serie de bocaminas que, al parecer, ya fueron explotadas por sus moradores más antiguos. Se encontró durante las excavaciones arqueológicas, un horno bajo de fundición de material, llamado “Haizeola”, datado entre los siglos II y IV a.C.

Pero, lo que hoy nos ha traído hasta este bello paraje del interior de Gipuzkoa es una curiosa laja que se encontró junto al acceso al poblado. En la campaña realizada en el año 2017, se localizó esta losa de piedra arenisca rojiza que presenta grabados en forma de líneas, y que se ha interpretado como una especie de callejero del propio castro. Se trata de un importante hallazgo, ya que este mapa podría ser el primer plano urbano del territorio vasco e incluso de la península ibérica.

Tiene un tamaño de aproximadamente 36,5 x 29,5 cm y un grosor de entre 3,5 y 4 cm y está grabada en su totalidad una de sus caras. La superficie está dividida en dos partes mediante dos líneas paralelas. Los arqueólogos consideran que estas líneas pudieran representar la calle principal del poblado. De forma perpendicular a esta rúa, surgen otros trazos que pudieron indicar las diferentes edificaciones del castro.

Dejamos el misterio del posible primer callejero de la historia peninsular en su rinconcito de la cima de Basagain, y continuamos nuestro paseo. Pasamos junto al bellísimo ejemplar de haya que corona la cumbre, y desde la que se domina una impresiónate vista. 

Aralar cierra el horizonte, Uzturre, el macizo de Ernio, Erroizpe,… completan un precioso catálogo. Nos internamos en un robledal, que hará las delicias del caminante, y salimos a una pista, donde optamos por seguir a nuestra izquierda. Caminamos unos 200 metros, hasta un cruce muy cerca de una explotación ganadera. En este punto, abandonamos la pista y tomamos un sendero que, a nuestra izquierda, se introduce en el bosque, alcanzando en breve las bocaminas anteriormente citadas. Tras visitarlas, con todas las precauciones debidas, continuamos por el mismo sendero. Llegamos a otro cruce, donde tomamos a la izquierda y descendemos hasta el camino que nos ha llevado a la cumbre, junto al prado con manzanos. Solo resta girar a la derecha y descender a Anoeta por la misma ruta.