En algunas ocasiones, la historia se mezcla con la leyenda e incluso, como sucede en el paraje de hoy, se le suma la literatura. En esa Euskal Herria insólita, que ofrece lugares sorprendentes al curioso, surgen rincones prácticamente olvidados que encierran increíbles historias. Hoy, descubriremos uno de ellos antes de que su huella se pierda en la bruma del olvido.
Llegamos hasta la localidad bajonavarra de Donazaharre, un precioso pueblo, guardián de los pasos de Cize, que se agazapa al arrullo de las alturas pirenaicas. Su dilatada historia nos habla de sus orígenes romanos, ya que en el año 15 a.C. se la cita como Imus Pyrenaeus, en el itinerario Antonino -documento redactado por Antonino Augusto Caracalla, donde aparecen las vías de comunicación del Imperio Romano-. En el paseo de hoy, visitaremos algunos de los principales puntos de interés de la localidad, entre los que destaca el que nos ha traído hasta aquí: la cruz de Ganelón.
Ficha práctica
- ACCESO: A Donazaharre llega la carretera D-2933 desde Donibane Garazi o desde Donapaleu.
- DISTANCIA: 7 kilómetros.
- DESNIVEL: 60 metros.
- DIFICULTAD: Fácil.
Cerca de la iglesia, se localiza un aparcamiento junto al frontón donde podemos estacionar cómodamente. Salimos a la carretera D-2933, que cruza el pueblo, y giramos hacia la izquierda para llegar al centro neurálgico del mismo. Cruzamos la vía y pasamos junto a la iglesia de San Pedro, de la cual sale una pista, a la derecha, por la que caminamos. La pista, que sigue la componente SW., sale del pueblo a una zona despejada de praderas. Bordeando las casas de la localidad, llegamos hasta un interesante monumento: un montículo de tierra y hierba donde se hallaron diferentes restos romanos, como unas termas. Bordeamos el túmulo y comenzamos un descenso hasta un cruce, donde tomamos hacia la izquierda para cruzar el rio Laurhibar por el puente de Harrieta. Sale a nuestro encuentro otro desvío por el seguimos a la derecha, hasta las casas que forman el barrio Urrutia. Continuamos por la pista asfaltada, alternando en el caminar bosque y terreno despejado. Pasamos junto a unos pabellones y llegamos hasta otro cruce, donde optamos por seguir hacia la derecha. Pasamos junto a la casa Etxartea y, luego, por el caserío Tristanenea. Giramos a la izquierda para alcanzar un cruce de caminos, donde seguimos a la derecha. Entre praderas, llegamos a la casa Pekotxea, donde tomamos nuevamente hacia la derecha, en dirección N. La pista avanza hasta dar nuevamente con la carretera D-2933, que cruzamos, para continuar siguiendo una señal hacia la localidad de Donapaleu. Seguimos por la pista hacia el NE. pasando por varios caseríos y llegando a un cruce. En este, tomamos hacia la derecha y volvemos a cruzar la carretera general. Estamos en las afueras de Donazaharre, desde donde llegamos de nuevo a la plaza, pero no damos por finalizado el paseo y buscamos la misteriosa cruz de Ganelón. Para ello, tomamos el vial que sale por la parte derecha del frontón descubierto y avanzamos por él sin hacer caso a los cruces que salen a nuestro encuentro. La pista traza una curva hacia la derecha y nos topamos con una casa. Junto a ella, podemos ver la mítica cruz, que guarda el misterio de lo insólito.
La leyenda de Ganelón
La sencilla cruz de metal, sobre una base de piedra arenisca roja, es de época carolingia y, según cuenta la leyenda, se erigió en el preciso lugar donde el emperador Carlomagno hizo ahorcar a Ganelón, tras la famosa batalla de Roncesvalles, por traicionar a su sobrino Roldán.
Pero ¿quién era realmente este personaje, Ganelón? Se trata de un protagonista literario que aparece en el cantar de gesta 'Cantar de Roldán', casado con la hermana del emperador Carlomagno y padrastro del propio Roldán. El cantar nos dice que la traición se fragua en el momento en que el emperador, por consejo de su sobrino Roldán, envía a Ganelón a negociar con el rey de Zaragoza, Marsilio, algo que incomodó al propio Ganelón. Este confiesa al rey aragonés la ruta de retorno hacia Francia que iba a utilizar el emperador, pasando por Roncesvalles. Fruto de la traición, se produce el asalto a la retaguardia del ejército carolingio en los desfiladeros pirenaicos, donde avanzaba Roldán.
Cuentan que el caballero franco sopló un cuerno encantado que llevaba con todas sus fuerzas hasta reventar las venas del cuello, mientras sujetaba su espada Durandarte. Carlomagno escuchó el sonido resonar en las barrancas de Ibañeta, pero Ganelón le convenció de que no sucedía nada, que tan sólo era su sobrino que estaba cazando venados. Fruto de la emboscada, Roldán muere y Carlomagno apresa, juzga y ajusticia a Ganelón en castigo por su traición.
Hasta aquí la leyenda, pero la historia nos dice que Ganelón fue un pastor y que realmente fue un traidor, si bien lo fue contra el rey Carlos el Calvo, nieto de Carlomagno. Vivió mucho tiempo después del tiempo que narra el 'Cantar de Roldán', por lo que no pudo coincidir con el sobrino del emperador. El autor de la obra utilizó su figura para narrar esta ficción, obviando la realidad histórica. Además de en el 'Cantar de Roldán', Ganelón aparece en otras obras literarias, como 'La Divina Comedia', de Dante.
La realidad echa por tierra a la leyenda, pero ahí queda la cruz guardando su misterio, su origen recóndito e insólito; para que podamos salir a disfrutar de sus encantos.
Solo nos queda retornar al centro de Donazaharre, regresando por el mismo camino.