"En la mitad norte Navarra el otoño es una época maravillosa en la que los verdes de los bosques dan paso a los nuevos tonos dorados, rojos y naranjas. Es el momento ideal para disfrutar de este paisaje paseando o en bici, con un clima todavía muy agradable. Es tiempo de degustar los nuevos vinos, los primeros hongos, las trufas, las migas, las carnes de caza, los pimientos asados... ¿Y qué mejor que hacerlo desde algún alojamiento rural?", así es como la Web Oficial de Turismo de Navarra invitan a visitar la Comunidad Foral durante esta estación del año.

Es, precisamente, sobre un lugar con encanto de Navarra que fascina a todo aquel que lo visita sobre el que ha hablado la periodista de Viajes National Geographic, Clara Huguet Millat, en la publicación "El bosque de Navarra con una fábrica de armas abandonada donde en otoño 'resuenan los berridos de ciervos'".

El bosque navarro con una fábrica de armas abandonada donde en otoño "resuenan los berridos de ciervos"

Una publicación que desde la prestigiosa revista de viajes se empieza así: "En la parte más occidental de Navarra, donde los Pirineos bajan sus cumbres hacia valles como Baztan, Erro, Esteríbar y Alduides, se extiende un manto verde de 2.500 hectáreas de hayas densas que apenas se mueven al son del murmullo del río Arga. Para llegar hasta él, hay que viajar hasta la pequeña localidad de Eugi, a pocos kilómetros de Pamplona y cerca de la frontera con Francia, donde el paisaje, más allá de albergar uno de los bosques más mágicos de España, regala un marco donde se adivinan las ruinas de una antigua fábrica de armas y uno de los escenarios donde disfrutar de la berrea del ciervo".

"Bosque donde aún resuenan ecos de historia y naturaleza"

El lugar en cuestión no es otro que el bosque de Quinto Real. Un término que hace referencia "al tributo que los reyes exigían a todos aquellos que hacían uso de los recursos del monte.Con el paso del tiempo, el tributo desapareció, pero su nombre perduró. En un rincón entre hayas y musgo se dejan entrever las ruinas de lo que, en otro siglo, fue uno de los motores industriales más ambiciosos de Navarra. Construida en 1766 durante el reinado de Carlos III, la ubicación de la Real Fábrica de Municiones de Eugi no fue casualidad. En este entorno boscoso, la abundancia de madera, la presencia cercana de minerales de hierro y la existencia de cursos de agua abundantes, especialmente los del río Arga, hicieron posible poner en marcha y dar vida a la maquinaria hidráulica".

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En la línea con lo que comentan desde National Geographic, "en su momento, más de 500 personas llegaron a vivir en sus 10.000 m2, formando una comunidad obrera altamente organizada junto a una infraestructura de hornos de fundición, carboneras y talleres de moldeado, que producían munición para cañones y armas de hierro. Hasta 1794 funcionó sin cesar, pero tras la Revolución Francesa las tropas galas invadieron y desmantelaron la fábrica, poniendo fin así a sus casi 30 años de actividad. Con el paso del tiempo, la factoría quedó en estado ruinoso y envuelta por la vegetación, dejando solo en pie un par de muros y unos cuantos arcos sobre el río, que se encargan hoy de mantener su recuerdo".

Desde la prestigiosa publicación afirman que "el bosque de Quinto Real se ha convertido en un ecosistema repleto de una gran diversidad de flora y fauna. Y es que, cuando llegan los meses de septiembre y octubre, se convierte en escenario de uno de los episodios más asombrosos que regala la naturaleza. Tras teñirse de ocres y tonalidades rojizas, la berrea del ciervo da la bienvenida al otoño. Mientras la niebla se apodera de las laderas del monte Adi, los machos hacen resonar sus bramidos por los valles y barrancos, proclamando su fuerza ante las hembras y reclamando territorio ante sus competidores".