Aunque las naranjas son una de las frutas más apreciadas por su sabor refrescante y su reconocido aporte de vitamina C, recientes advertencias médicas señalan que su consumo podría ser contraproducente para quienes siguen ciertos tratamientos farmacológicos. Lejos de ser una fruta inocente, las naranjas pueden interferir en el funcionamiento de varios medicamentos, provocando efectos indeseados o reduciendo su eficacia.

Esta alerta surge de diversos estudios farmacológicos que han identificado interacciones concretas entre algunos principios activos y los compuestos presentes en el jugo de naranja. Aunque la mayor parte de la población puede consumir esta fruta sin problemas, las personas que toman antiácidos, medicamentos para la presión arterial o antibióticos como la ciprofloxacina deben extremar las precauciones.

¿Cómo interfieren las naranjas con los medicamentos?

El problema no está solo en la fruta en sí, sino en las sustancias cítricas y flavonoides presentes en su jugo, capaces de afectar el metabolismo de los medicamentos a través de la inhibición o la estimulación de ciertas enzimas intestinales y hepáticas, especialmente del sistema CYP450, encargado de procesar una gran parte de los fármacos en el organismo.

Por ejemplo, cuando se consume zumo de naranja junto con bloqueadores de los canales de calcio —utilizados para tratar la hipertensión— como el felodipino o el verapamilo, se puede producir un aumento en la concentración del medicamento en sangre, generando efectos adversos como hipotensión o mareos. En otros casos, el efecto es el contrario: la naranja puede reducir la absorción intestinal del fármaco, haciendo que este pierda su eficacia terapéutica.

Además, en tratamientos con antiácidos que contienen aluminio, el ácido cítrico de la naranja puede aumentar la absorción del aluminio en el organismo, lo que representa un riesgo para pacientes con problemas renales.

Un exceso de potasio, otro factor de riesgo

Por otro lado, las naranjas son ricas en potasio, un mineral esencial pero que, en exceso, puede resultar perjudicial para ciertos pacientes. Aquellos que padecen insuficiencia renal o que toman medicamentos que aumentan los niveles de potasio, como los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA), deben tener especial cuidado.

En estos casos, el consumo frecuente de naranja podría derivar en hiperpotasemia, una condición que, si no se detecta a tiempo, puede provocar arritmias e incluso poner en peligro la vida.

El consejo de los expertos

Desde el ámbito médico se hace un llamado a la prudencia y la información. “Muchas personas desconocen que los alimentos que ingerimos también forman parte del tratamiento”, explica la doctora Laura Santamaría, especialista en medicina interna. “Es fundamental que los pacientes consulten con su médico o farmacéutico si pueden consumir ciertos alimentos mientras toman medicamentos”.

Además, insiste en leer detenidamente los prospectos y en no dar por sentado que todos los alimentos “naturales” son siempre inofensivos. “Lo natural también puede tener efectos farmacológicos, y por eso mismo debemos tratarlo con respeto”, añade.

¿Hay que dejar de comer naranjas?

No necesariamente. La advertencia no implica que las naranjas deban eliminarse de la dieta de forma general, sino que su consumo debe ser moderado y supervisado en personas que se encuentren bajo ciertos tratamientos.

“Una naranja ocasional no suele tener consecuencias graves, pero tomar diariamente grandes cantidades de zumo de naranja mientras se siguen algunos tratamientos sí puede ser un problema”, aclaran los especialistas. La recomendación es clara: infórmate, pregunta y modera. La salud no solo depende de los medicamentos que tomamos, sino también de lo que comemos junto a ellos.