El ex torero Juan José Padilla, durante muchos años toda una referencia en la Plaza de Toros de Pamplona en general, y el tendido sol en particular, se va a asomar este jueves al balcón de la casa consistorial para lanzar uno de los cohetes posteriores al del presidente de Osasuna, Luis Sabalza.

El diestro, después de “tantos años aquí haciendo el paseíllo, disfrutando de esta feria desde otra perspectiva, con ilusión pero una responsabilidad enorme”, ha reconocido que “venir este año con mis hijos, con mi mujer... estar aquí en el ayuntamiento, ver en directo el Chupinazo y tener el honor de tirar un cohete, es todo un regalo de Dios. Estoy emocionado”, ha reconocido. “Es un orgullo estar entre todos los navarros, entre todos los pamplonicas, disfrutando de ello en directo”.

"Estar aquí en el ayuntamiento, ver en directo el Chupinazo y tener el honor de tirar un cohete, es todo un regalo de Dios. Estoy emocionado. Es un orgullo estar entre todos los navarros, entre todos los pamplonicas, disfrutando de ello en directo"

Juan José Padilla - Ex torero

Invitado por vez primera al balcón del Ayuntamiento, acompañado por su mujer e hijos, un seis de julio ha destacado que “hemos tenido la suerte de estar invitados por la alcaldesa a estar en este balcón, es un orgullo para nosotros y esta oportunidad no podíamos desaprovecharla. y esa invitación de los cohetes... es un orgullo lanzar uno”.

De su paso por la Feria del Toro de San Fermín, Padilla recuerda especialmente “el primer año. Sabía que esta oportunidad no se me podía escapar, yo era un torero que no estaba en la feria, estaba toreando en plazas de otros niveles, y esto para mí era una Champions. Sabía que aquí el triunfo me daría la oportunidad de estar en todas las ferias más importantes de España, Francia y América. Vine a entregarme en cuerpo y alma y a dar la vida por ello y Dios quiso que triunfara y saliera a hombros. A partir de ahí no he fallado ningún año, hasta mi despedida, que gracias a esos lazos de amistad, cariño, entrega y respeto, coreaban ‘Padilla quédate, Padilla quédate’. Y eso es lo más grande que puede sentir un torero.