Hay quienes no saben cuándo limpian Pamplona, pero no es el caso de los que asisten a las 7.45 horas a la primera diana. La Pamplonesa comienza su ruta desde la calle Chapitela acompañada por los madrugadores de siempre, los trasnochadores y los camiones de la limpieza.

Mari Jose Baztán levanta los brazos mientras canta y baila "Quinto levanta". Disfruta de estos breves instantes, aunque también del recuerdo: “Llevo toda la vida viniendo”. Por detrás la observan sus hijos, dos hombres altos y fuertes, a quienes también apoda como sus “guardaespaldas”: “Me llevan acompañando desde que me jubilé”, asegura Mari Jose. 

Cuando Mario y Víctor eran pequeños, su labor de ‘seguratas’ no existía; solo eran dos críos que acompañaban a su madre a algo que “le hace especial ilusión”.

El Tuli, quien lanzó el Chupinazo en 2016, también viene acompañado de su nieta, Amaia, su hija, y Luis, su yerno: “antes venía yo solo, pero ahora que han crecido tienen que venir”. Asegura que lleva viniendo 92 años, desde que era “un enano”. Su hija rememora las anécdotas que le contaba hace unos años: “Se iba con los amigos, llevaban un ritmo...”. 

Uno de ellos, Pepe (o ‘Pepito’, como le sigue llamando El Tuli), sigue disfrutando de las cuatro canciones típicas de La Pamplonesa con su amigo de toda la vida y con su hija Ainhoa: “esto ya es tradición familiar, pero es una manera de comenzar el día. Diana, almuerzo, procesión...”, comentan las hijas.

“¡San Fermín te bendecirá!”, grita Eneko, de 22 años, que salta y baila como si acabara de despertarse: “Llevo sin dormir desde ayer a las 9 de la mañana pero me siento a tope”. Eneko se mete entre la multitud para animar a su cuadrilla, que tienen más ganas que él de irse a la cama. Oihane resopla, pero sonríe al ver a su amigo: “Menuda nos queda”.

Ander y Jon también llegan “de empalmada” a ver las dianas: “He salido a las 22.00 de trabajar y ya tocaba hacer todo del tirón”, asegura Ander. El plan de después es ver el encierro y desayunar. Confiesan que, a pesar de que por la diana hay que pasar siempre, esta vez han venido “porque no tenemos una opción mejor”. A Joaquín, Andrés y Alejandro les ocurre todo lo contrario. Ayer por la noche cogieron un tren para llegar a los Sanfermines. “Lo primero que hemos hecho ha sido dejar nuestras cosas y venir a la diana”. 

La Pamplonesa se acerca al Ayuntamiento. Cada vez hay más gente que se une. En ocasiones las voces suenan más alto que la música. Vanessa, Mari Carmen y Carmen se alejan un poco del pelotón para respirar. Es un día especial para las tres porque solo van a la primera y a la última diana: “La del 7 porque después de un año la echamos de menos y la del 14 porque hay que despedirla”.

Ya en la plaza Consistorial la música resuena en todos los recovecos. Comienzan a tocar La Pilindros. La gente se emociona, incluso los que están sentados en el vallado esperando al encierro dan botes. Clara Larraz, de 76 años, baila con su hijo Telmo Arregui: “Gira, mamá”. Luego Telmo le suelta y baila la jota. Su madre le mira con una lágrima cayendo y le aplaude.

La Pamplonesa se despide entre vítores y aplausos: “¡Esa, esa, esa. Esa Pamplonesa!”. Los músicos, agradecidos, salen se marchan rápidamente para que sus trasnochadores y madrugadores busquen los pocos huecos que quedan para ver el encierro. Faltan solo 20 minutos.