Otra de las iniciativas que merece ser destacada es el ciclo de actuaciones que se celebra en la plaza de la Compañía, todas las tardes de San Fermín a las 20:00. El mismo día 6 hubo una sesión con varios pincha discos, y posteriormente han ido desfilando por allí otros proyectos como The Old School 4t (swing), DJ Budin (pinchó vinilos de músicas del mundo), Baobabs Will Destroy The Planet (indie pop en euskera), Javier López Jaso Quartet (jazz), Raimundo El Canastero (rumba y música urbana), Olaia Inziarte (cantautora de vanguardia). El día 11, que es el que nos ocupa, tuvo lugar el conciertos de Párrockos, formación que acaba de publicar su segundo álbum. Ante un público bastante numeroso y con exquisita puntualidad, comenzaron a impartir su ministerio.

Con buen criterio, la organización había retirado las sillas que suelen colocar en este escenario, y que de hecho estaban pocas horas antes, en la actuación que la cantante británica de jazz Sara Dowling había ofrecido en el mismo lugar. Y es que el concierto de los Párrockos no era para estar sentado, sino para beber y bailar al son que marcaba el cuarteto. Dos guitarras eléctricas, contrabajo y batería, no necesitaron más para meterse al público en el bolsillo. Muchos de los asistentes, todo hay que decirlo, venían ya convencidos de casa, pues había bastantes que se sabían las letras y las cantaban, algo que siempre da ambiente y empuje a cualquier artista. A Antonio Armendáriz le sobra carisma y aplomo, son muchos años sumergido en el mundo de la música, ya sea en primera línea, formando parte de proyectos como Servicio Público, Refugiados o Los Terraplenes, ya sea en un segundo plano, organizando conciertos y agitando el panorama cultual navarro desde detrás de la barra del Toki Leza. 

El grupo cuidó la parte estética.

El grupo cuidó la parte estética. Iban Aguinaga

“Muchas gracias. Es un puntazo estar aquí. Felices fiestas”, fue su sobrio saludo tras haber interpretado ya cuatro piezas del tirón. Después, otro bloque de psychobilly según el catecismo de los Cramps. Sonaron como tiene que sonar una banda como la suya, con contundencia, seriedad y peligro en la mirada. En las temáticas de las letras, muchas alusiones a la muerte, al misterio, a las ciudades desiertas llenas de casas en ruinas, a los fantasmas, a los espectros, a la rebeldía y a los zombies, como en una película sangrienta de serie b. 

Era la primera vez que tocaban en Pamplona las canciones de su nuevo álbum, Caminos malditos, y lo disfrutaron tanto como el público. Abrieron ventanas a sonidos más campestres con algunas canciones en las que utilizaron la guitarra acústica y la armónica, pero sin perder en ningún momento su crudeza. Y no solo cuidaron el sonido, sino también la parte estética, especialmente los tres músicos que estaban en primera línea (Antonio, con zapatos de rockera y camisa del grupo; Alberto, con alzacuellos; y Mikel, vestido de monja satánica). Una banda impactante, en definitiva, que hizo las delicias de los que se acercaron a la plaza de la Compañía con canciones de sus dos discos y una incendiaria versión, con la que se despidieron. Después, la música de las peñas a la salida de los toros inundó la ciudad, pero qué bueno que, entre tanta fiesta, haya también hueco para que los artistas de la tierra puedan mostrar sus proyectos. 

Las temáticas de las letras giran en torno a la muerte, el misterio, los espectros, los fantasmas... Iban Aguinaga