Los conciertos de este martes ofrecieron a la Plaza del Castillo una mezcla perfecta de energía y calma, con Melenas encendiendo el escenario y Gorka Urbizu proporcionando un cierre íntimo y emotivo. Abrieron la jornada las pamplonesas, que lograron animar a un público más adulto que en días anteriores. Su energía fue contagiosa y dejaron el escenario listo para lo que sería una noche mágica.
La banda formada por Oihana Herrera (voz, guitarra y teclado), Leire Zabala (bajo), Lauri Torre (batería) y María Zubiaur (teclado) se mostró muy agradecida por la oportunidad de actuar en el principal escenario de las fiestas, ocasión que aprovechó para denunciar las agresiones sexistas, y también mostraron su ilusión poder compartir cartel con el artista de Lekunberri.
Y entonces apareció él. Gorka Urbizu saltó al escenario con su mítica guitarra vestido de negro, rodeado de una iluminación cálida, con tonos rojizos que evocaban a las llamas de una hoguera que contribuían a reforzar esa sensación de intimidad que estuvo presente a lo largo de todo el concierto. Se puso frente al público entre aplausos y entonces sonaron las primeras notas de Maitasun Bat.
En Sanfermines también hay momentos para disfrutar de la tranquilidad, más allá del bullicio habitual, y eso lo demostró Urbizu con su actuación que ofreció a la céntrica plaza un respiro en medio de la fiesta, creando un oasis de calma donde la música y las emociones fueron las principales protagonistas.
Los días más concurridos de la fiesta ya han pasado y eso se notaba claramente en la asistencia, tras unos conciertos en las jornadas anteriores en las que no cabía un solo alfiler en la Plaza del Castillo. Había menos gente comparado con las multitudes de días anteriores, sí, pero esta menor afluencia creó un ambiente más íntimo y relajado, permitiendo a los asistentes disfrutar de la música de una manera más personal.
La plaza se fue llenando gradualmente a medida que avanzaba el concierto, con el grueso de la audiencia concentrada entre el escenario y el kiosko, pero también en los céspedes situados a ambos lados del grueso del concierto. Teoria bat, Lilura bat o Tren bat, el público coreó con entusiasmo las canciones del repertorio de Urbizu, que volvía a los Sanfermines tras actuar en 2018 con el ya extinto Berri Txarrak.
Durante el concierto, Urbizu demostró su habilidad para conectar con el público no solo a través de su música, sino también con sus palabras. “Dejad a un lado todo lo que os sobra y disfrutemos juntos”, pidió a una audiencia entregada que se sumergió de lleno en la atmósfera que el artista quiso establecer. El contraste entre el bullicio de las calles aledañas en contraste con la tranquilidad del concierto subrayó esa atmósfera única que Urbizu sabe crear como nadie.
El concierto fue rodado y siguieron viniendo una a una las canciones de su repertorio desde que emprendió su carrera musical en solitario, Helduleku, Jangela bat y Katamalo, la audiencia se entregó por completo a los acordes que llegaban desde un escenario en el que Urbizu era el absoluto protagonista, y así fue también en las pantallas que cuelgan a ambos lados del escenario, en las que prácticamente solo se proyectaron primeros planos del artista. “Que gozada tocar en la capital”, exclamó.
No hay duda que arrastra muchos fans desde la época de Berri Txarrak. Los nostálgicos quedaron más que satisfechos cuando escucharon los primeros acordes del éxito Katedral bat, una de las canciones más recordadas, aunque si de canciones de la banda se trata, la que más emocionó al público fue Maravillas, dedicada a la víctima del franquismo Maravillas Lamberto, que toda la plaza entonó al unísono: “Ostikoz bota digute atea. Zein dira deitu gabe datozenak?”.
El concierto encaró entonces la recta final con Lemak y Toki bat, mientras Besterik ez puso el colofón a un concierto que se despidió con una gran ovación, con Urbizu agradeciendo al público por su entrega y compañía durante la hora que duró su actuación. Así fue el final emotivo para una noche que combinó perfectamente la energía inicial de Melenas con la intimidad y la emotividad de Gorka Urbizu, una combinación a todas luces exitosa.