La despedida de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos marca el final de las fiestas para muchos. Una Plaza del Ayuntamiento que, pese a las altas temperaturas, rebosa alegría y emoción ha vuelto a ser la protagonista de la última mañana sanferminera del año. Han sido muchas las familias que han acudido a este espectáculo con gran nostalgia de que fuera la última escena junto con estos personajes, pero también porque se nota que las fiestas llegan a su fin.
El sol reluce en una plaza consistorial abarrotada en la que no entra ningún alma más. Los gigantes esperan de pie en el centro de la plaza una vez que han vuelto a salir del Ayuntamiento. Pero estos no han sido los únicos que sobresalen entre la multitud. Los niños y niñas, que suben a hombros de sus padres, también se convierten en enormes criaturas. Las gaitas y los txistus dan ritmo para que toda la plaza pueda disfrutar de esta emocionante despedida. Los gigantes se alzan y empiezan a dar sus típicos y elegantes giros y paseos. Mientras tanto, el público mira con alegría, pero también con cierto desconsuelo.
Carlos e Itziar son padres de Ibai, de 4 años. “Ya no los vamos a ver hasta el año que viene, así que hay que venir a verlos”, razona la madre de este txiki. Ibai lo tiene muy claro. Lo que más le gusta son los gigantes y de primeras no ha podido decidir cuál es su favorito. Al final, ha terminado admitiendo, con una gran sonrisa, que su preferida es “Braulia”.
Un poco más alejados, e intentando encontrar algo de sombra, aparecen María Azcona y Javier Sánchez. Esta pareja tiene dos hijos, Xabi y Eider, de 6 y 4 años. La última es la pequeña de la casa, pero ha gozado de una vista privilegiada sobre el resto. Aupada en hombros, su faja bordada con la figura de "Cara Vinagre" cuelga por la espalda de su padre. Aun así, asegura que prefiere los gigantes a los kilikis porque “bailan muy bien y son más majos”. Su hermano Xabi, a la contra, aclara que prefiere “ver el encierro y los toros”, aunque también disfrute de ver los gigantes.
Pero los adultos tampoco se libran de padecer este sentimiento de añoranza. Beatriz y Margarita, madre e hija, se encuentran muy emocionadas tras estos bailes. “Nos recuerda a nuestra vida, a Sanfermines pasados”, comentan de forma nostálgica. Aun así, reconocen que las fiestas se pueden llegar a hacer largas: “Por un lado da pena, pero por otro toca descansar de una vez por todas”.
Los gigantes, al final de la despedida, se agachan para recibir todo el cariño de los más pequeños. Muchos niños tienen que ponerse de puntillas para poder llegar a darles un beso, otros son alzados por sus padres. Todos ellos con el objetivo de besar a los gigantes y su cortejo. Y es que estos personajes no se dejarán ver hasta septiembre, con motivo del Privilegio de la Unión. Por ello, el cariño de los y las pamplonicas es crucial para poder soportar semejante espera.
Los gigantes han bailado canciones como “Txantxigorri” o “Falsa Polonesa”. Pero no podían realizarlas sólos. Los dantzaris de Duguna, al igual que dieron comienzo a estas fiestas el día del Chupinazo, también han interpretado diferentes bailes junto a los personajes de cartón piedra. Iharte Haranburu, Julen Santamaría y Ane Zabala, dantzaris de Duguna, declaran que “es un orgullo y nos ilusiona mucho bailar en días tan importantes como hoy”. Entre otras, han tenido la oportunidad de bailar La Dominguera junto a los kilikis, un tema muy querido entre el público.
Además, al acto ha acudido el alcalde de Pamplona y la Corporación municipal, que han disfrutado de esta despedida desde la casa consistorial. También han participado grupos como los gaiteros de Txantrea, la banda de gaiteros de Haizaldi, los gaiteros de Ezpelur o la Comparsa de Baigorri.
Desde diferentes balcones de la plaza, además de muchos vecinos que han querido contemplar la emotiva estampa, se han asomado los Cabezudos para lanzar caramelos a los más pequeños. "Cara Vinagre" ha logrado tener al público a sus pies cuando ha sido aclamado para que repartiera más caramelos.
El adiós de la comparsa ha vuelto a celebrarse en su escenario habitual, tras la excepción del año pasado, cuando se realizó en la Plaza del Castillo. El acto, celebrado unas horas antes del Pobre de Mí que señalará el final de las fiestas, también ha contado con un momento similar. Una vez que los gigantes han terminado de bailar, los más pequeños se han quitado sus pañuelicos y los han levantado al aire. Para muchos de ellos, que ya estarán dormidos para medianoche, ha sido el momento en el que las fiestas han marcado su final. A la última escena se le ha añadido una lluvia de confeti que ha creado, junto a la emoción de los más txikis, una atmósfera mágica para el final de las fiestas.