Cada San Fermín viene con su carga de ilusión y emoción pero también con la responsabilidad de llegar a estas fechas con los deberes hechos. O con la confianza de que haber hecho lo suficiente. En la esfera privada y en la pública. El chupinazo que lanzará Yala Nafarroa desde el balcón consistorial pretende ser un puente de esperanza –como dice Lidón– entre Iruña y Palestina. Un grito colectivo por la justicia, la solidaridad y la paz.
Pero es muy probable que mientras se lance el chupinazo sigan cayendo misiles en el sur de la franja de Gaza. Porque Europa y la comunidad internacional siguen sin plantarse ante este genocidio. Algo habremos hecho mal también para que lleguemos al día 6 con una huelga de villavesas, y desde los barrios y municipios de la Comarca tengan dificultades para subir al centro. Porque, además de otras reivindicaciones, sus trabajadores aseguran que no dan abasto para cumplir las frecuencias. Habrá otros trabajadores que no tendrán ganas de almuerzos porque han cerrado sus fábricas.
Alguien tendrá que pensar si ha luchado hasta al final desde la esfera empresarial. Y dentro del Consistorio intuyo que habrá caras tristes desde las filas socialistas, además de expectación mediática, por los casos de corrupción que se investigan en Madrid. Porque todo el esfuerzo de muchas personas de la clase política por mejorar esta sociedad se ve ensuciado por quienes solo piensan en su propio beneficio pero, además, a costa del dinero público. Y nadie lo vio venir.