pamplona. José Ignacio Augusto fallecía poco antes de las 13.00 horas, pero su cuerpo no fue trasladado del fatídico lugar hasta las 19.30 horas. Esto supuso una larga, tensa y dura espera para los 42 cazadores que permanecieron en la zona aguardando que llegara el juez y el personal encargado del traslado.

Desde la carretera que llega a la montaña hasta el punto concreto del momento peña Nabla se tardan unos 35 minutos andando a paso ligero. Por este motivo, tras avisar a SOS Aragón del accidente, un helicóptero se desplazó hasta la zona. Al llegar allí, los cazadores le informaron de que Augusto ya había fallecido, por lo que el aparato volvió a la base a la espera de la orden del juez para evacuar el cuerpo. Tendrían que pasar casi seis horas hasta que el traslado se materializara.

El cazador fallecido recibía sobre las 12.50 horas un impacto de bala en el cuerpo. Él mismo avisó por radio de que había sido alcanzado. En un principio sus compañeros pensaron que no se trataba de una herida grave, pero Augusto murió desangrado en pocos minutos en los brazos del propio cazador que había efectuado el disparo. A falta de la confirmación oficial de la autopsia, los cazadores consideran que la bala rebotó en una piedra o en algún otro lado. "Si el tiro hubiera sido directo, a la distancia que se encontraban el uno del otro, 25 metros, la bala hubiera atravesado a Augusto", explicó Rubén Solana, una de las 43 personas que participaron en la batida.

La Guardia Civil se personó en peña Nabla casi de inmediato, pero el personal sanitario que debía confirmar la defunción no lo hizo hasta las 15.00 horas. Lo hicieron, según relató Rubén Solana, "con las manos en el bolsillo, sin ningún tipo de material médico ni una camilla para trasladar el cuerpo". "Te sientes impotente, no podíamos hacer nada por la falta de medios", agregó Solana, quien recordó que "la espera se hizo muy larga y dura. Nos jodía no tener ni una manta para poder cubrirle", concluyó.

Los cazadores tuvieron incluso que improvisar una camilla construida con troncos que talaron allí mismo y que ataron con cuerdas que también ellos llevaban. No obstante, no pudieron comenzar a mover el cadáver hasta las 18.30 horas, cuando el juez llegó y autorizó el traslado. Antes, la Guardia Civil había solicitado de nuevo la asistencia del helicóptero, pero este no pudo acudir puesto que se encontraba atendiendo el alud ocurrido en Panticosa. Arkaitz Etxeberria, compañero en la batida de José Ignacio Augusto, notablemente indignado, manifestó que "si fuera por estos (Sos Aragon), el cuerpo se hubiera quedado allí hasta el domingo".

A la hora de efectuar el descenso, los cazadores tuvieron que hacer frente a más dificultades. En el sendero que tenían que recorrer sólo se podía caminar en fila india y se requería de cuatro hombres para trasladar el cuerpo de Augusto. Además, ya había oscurecido, por lo que chocaban constantemente contra salientes y troncos que las linternas que portaban no llegaban a iluminar. Para llevar la camilla se turnaron quince cazadores, entre los que se encontraban Arkatiz Etxeberria y Rubén Solana.

Por fin, el cuerpo sin vida del cazador llegaba a la localidad de Pintano, cercana al coto, sobre las 20.00 horas. Allí le aguardaba su hermano y su cuñado, además del coche fúnebre que le trasladó hasta Zaragoza.

Habían transcurrido siete horas de angustia y dolor para los cazadores, en especial para el que efectuó el disparo. "¡Lo que he hecho, lo que he hecho!", decía el desafortunado cazador, según relató Etxeberria. "Estaba destrozado y no podía parar de llorar", corroboró Solana. Sus compañeros intentaron tranquilizarle y recordarle que no era culpa suya, que se trataba de un accidente. "No tenían contacto visual entre sí, podría haber disparado cien tiros a la maleza directamente contra Augusto y no haberle alcanzado, pero tuvo que darle de rebote", lamenta Etxeberria.

Ayer domingo, el cadáver llegó a Pamplona, al tanatorio San Alberto de Pamplona y hoy, a las 19.30, se celebrará el funeral.