pamplona. Eran habas contadas. Los hechos estaban claros y eran reconocidos por el asesino. José María Morentin, de 51 años, mató a sangre fría, con un cuchillo, por la espalda y en un campo de cereal de noche totalmente a oscuras, el 11 de octubre de 2008, a su expareja, la estellesa María Puy Pérez Ezpeleta, con la que había mantenido cuatro años de relación y a la que seguía llamando y viendo a pesar de tener una medida de alejamiento. Luego de asesinarla, la descuartizó y enterró. Esta macabra historia no admitía dudas. Por ello, en el juicio que se iba a celebrar, en principio, a finales de septiembre en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial solo quedaba discutir sobre los términos jurídicos que tanto complican la vida a los jurados populares.

Al hablar de esos términos, uno se refiere al difícil equilibrio entre las circunstancias agravantes, que en caso de ser apreciadas suman una condena mayor para el acusado; y las atenuantes, que reducen en distintos grados la condena en caso de que sean contempladas. Ayer, en el momento de que José María Morentin Duarte fuera juzgado sin ningún tipo de publicidad, se zanjó la cuestión de manera salomónica. Este hombre aceptó ayer una pena de 15 años y 9 meses de cárcel por asesinar en octubre de 2008 a su ex pareja, la estellesa María Puy Pérez Ezpeleta, y también se le condenó a otros 9 meses de prisión por quebrantar continuamente la medida cautelar de alejamiento que tenía respecto a la víctima. Se le aplicaron las agravantes de aprovechamiento de las circunstancias de lugar y tiempo (María Puy fue conducida de noche por el acusado a un camino entre Sesma y Lodosa, y cuando ella se bajó del coche, Morentin la apuñaló por la espalda) y la de parentesco (por la condición de pareja que habían tenido); y en cuanto a las atenuantes, le redujeron la condena por haber confesado (si no llega a hacerlo, tal vez el caso no se hubiera cerrado y el cuerpo de la víctima seguiría sin aparecer) y por su alteración mental, ya que Morentin presenta un trastorno mixto de personalidad con predominio de rasgos de inestabilidad emocional, déficit de control de impulsos y rasgos psicopáticos y paranoides que afectaban sin anular a sus capacidades volitivas e intelectivas. Por lo tanto, sabe lo que está bien y lo que está mal.

De esta forma, las partes personadas en el juicio (el fiscal, que pedía 20 años de cárcel; la acusación particular que ejercía la familia, que solicitaba 21; la acusación popular del Gobierno de Navarra y la propia defensa de Morentin) decidieron alcanzar una conformidad y evitar así un juicio con jurado, que estaba programado para finales del mes de septiembre, y con ello la publicidad y volver al de unos hechos tan desagradables y trágicos que no daban para una condena mucho mayor.

El juicio se celebró ayer sin prensa ni público. La condena por asesinato es diáfana. El acusado utilizó la última palabra para pedir perdón a la familia de María Puy Pérez. Se comportó tal y como lo había hecho en los últimos juicios en los que había sido condenado: mucho más pausado y alicaído que cuando ocurrieron los hechos. Tras haber cometido el asesinato, Morentin aparecía bravucón en las teles e incluso llegaba a decir que su expareja estaba viva.