MARI Carmen Miqueo Lopetegui reside en Lesaka. A sus 66 años, está encantada de vivir en esta localidad navarra, donde, asegura, tiene lo que necesita. Pero, cuando sale, confiesa que sienta más cercana la realidad donostiarra que la pamplonesa, su capital. En unos días en los que oye hablar sobre las aparentes dificultades de los pacientes navarros de Bortziriak en Gipuzkoa, ella lo tiene claro: "Estoy encantada con la atención sanitaria que he recibido hasta ahora. Me hacen muchas pruebas, mandan los análisis a Irun y enseguida te dicen los resultados".

Mari Carmen acude todos los lunes, jueves y viernes al centro de salud de Lesaka para que le hagan curas de unas úlceras que tiene en las piernas. Además de eso, una vez al año visita la Clínica Ubarmin: "Tengo tres prótesis, una de cadera y dos de rodilla y siempre he ido a Pamplona. Estoy muy satisfecha con el trato; me quedaría allí cada vez que voy. Me suele llevar algún familiar y el camino no se me hace largo, menos aún con la carretera nueva", explica esta vecina de Lesaka.

Miqueo asegura que puede encontrar en el pueblo todo lo que necesita: "Se puede vivir sin salir de aquí: hay farmacias, supermercado, mucha tranquilidad...". Aunque, reconoce, "a veces aprovecho cuando mi vecina viaja a Irun y la acompaño para comprarme algo de ropa: lo cierto es que vamos más hacia Gipuzkoa que a Navarra".

Ainhoa Exteberria Iraola, de 37 años, también de Lesaka, coincide en afirmar que "en lo que a mí me ha tocado, la atención recibida es un lujo" y confía en que todo siga como hasta ahora. "Para recetas o auxilios principales vamos al centro de salud. Cuando mi suegro está enfermo, viene el médico a atenderle a casa. Si ya tienes que ingresar o, por ejemplo, hacerte placas, te mandan al ambulatorio de Irun por la mañana y al Hospital del Bidasoa de Irun por la tarde; otra cosa es que tú pidas ir a Pamplona", explica la joven.

Etxeberría tiene dos hijas, nacidas en 2000 y 2003 en San Sebastián: "Por motivos de trabajo, iba al ginecólogo al centro Dumboa (Irun), aunque tenía la opción de ir a Elizondo. Luego me mandaron directamente a dar a luz en San Sebastián, no me comentaron nada de Pamplona: supongo que porque todos preferimos lo que tenemos más cerca", explica.

Para lo único que acude a la capital navarra es para llevar a su hija mayor, alérgica, a hacer las pruebas. "Desde pequeña nos mandaron a Pamplona, adonde nos desplazamos dos veces al año a revisión. Por lo demás, todas las vacunas las hacemos en el ambulatorio de Lesaka". El resto del año, pisa más tierras guipuzcoanas que navarras: "A Irun llegas en 15 o 20 minutos, pero ir a Pamplona supondría mucho más enredo. La gente de la zona vamos más a Irun y San Sebastián: a hacer la compra, a por gafas o ropa, dar una vuelta... Cuando es festivo en Navarra, por ejemplo el 3 de diciembre, encontrarás a todos los de Lesaka y Bera en Irun", asegura la joven.

Frente a quienes se muestran satisfechos con la asistencia recibida, otros se sienten un tanto desconcertados. Ejemplo de ello es la asociación Arkupeak de jubilados, pensionistas, viudos y viudas de Baztan. José María Iratzoki, encargado del área de Salud, recuerda: "Desde hace un par de años hasta ahora empezamos a ver que había problemas con la atención sanitaria que los vecinos recibíamos en Gipuzkoa. El pasado verano decidimos buscar información y llegamos a la conclusión de que en el centro de Irun se atiende a los pacientes de esta zona sin ningún tipo de cortapisas pero, cuando hay que pasar de Irun a la sanidad pública de San Sebastián, empiezan los problemas. Aquí, nosotros nos perdemos: en algunos casos atienden y en otros no".

En este sentido, Iratzoki recuerda el tránsito seguido por una pareja de septuagenarios de Bera, Marcelino Alzuguren Esteberena y su mujer, Milagros: "Marcelino está ingresado en Virgen del Camino, en Pamplona. En 14 meses ha sufrido cinco operaciones de fístula y, entremedio, una asepsia. Las primeras intervenciones tuvieron lugar en Irun, cerca de su casa. En abril, al parecer en Irun no podían atender la situación en la que estaba y tenían que derivarlo: no quisieron destinarlo a San Sebastián, donde la pareja quería, y lo llevaron a Pamplona. En agosto, ingresado en la capital, le intervinieron. En septiembre tuvo otro episodio y tuvo que volver hasta Pamplona y, finalmente, el día de Reyes tuvo que volver de nuevo de urgencias a Pamplona, donde sigue ingresado. Se trata de un matrimonio de jubilados, mayores y sin hijos, que tienen que atenerse al mal servicio de autobuses que hay. Ha tenido que pasar una semana para que su mujer, que lleva en el hospital con él desde el Día de Reyes, haya podido volver a su casa, ducharse y coger ropa".

Raquel Quiroga Tapia y su marido Kaiet Casares, de Bera, también están disconformes: "Al comienzo del embarazo de mi hijo me dieron la posibilidad de elegir seguir el proceso en Gipuzkoa o Navarra. Elegí la primera por cercanía: el parto sería en la maternal de San Sebastián y las consultas, en Irun. Así fue hasta octubre, cuando me dieron un volante de derivación y me dijeron que no me podían seguir atendiendo, que les había venido una orden de arriba, que era tema de Osakidetza", explica Quiroga. La única opción que le dieron para seguir en Gipuzkoa era acudir con un volante sellado por Inspección desde Navarra. "Al final fuimos a Pamplona. Supuso un trastorno, pues son el doble de kilómetros. La última consulta la tuve el día 29 de diciembre, el 31 nació y estuve ingresada hasta el 4 de enero. Nos hemos sentido muy solos, lejos de la familia y de casa" apunta Raquel.

A esta disconformidad se suma también la pediatra de Bera y Lesaka, Belén Compains, que envía todas las consultas de Pediatría a Pamplona desde agosto del pasado año: "Me llamó el director del Servicio de Admisión del Hospital Donostia para atender un par de volantes que yo había mandado. Me comunicó que, para poder dar cita a esos niños, tenía que traer una autorización de Inspección de Prestaciones Asistenciales del Gobierno de Navarra".

osakidetza pide volante Ante esta respuesta, envió los papeles a Pamplona, que volvieron a su consulta con un post-it, "en el que se decía que, por cercanía, tenían que atenderlos". Compains volvió a enviar los papeles al Hospital de Donosti, donde le enviaron un documento oficial para comunicarle "que se mantenían en lo dicho: o las derivaciones especiales venían avaladas por Inspección de Osasunbidea o no iban a atender más casos. Como Inspección no autorizó el volante, esos dos niños tuvieron que ir a Pamplona", explica la pediatra.

"Aunque decidí no insistir más, volví a mandar a Inspección de Pamplona el caso especial de un niño y esta vez me contestaron, en un post-it, que lo derivara a Pamplona", explica Compains. "Por eso yo derivo los niños a Pamplona, porque así me lo han dicho, ya que en Donosti no los van a coger. Donde no hay problema es en Irun: tienen cuatro especialidades no pediátricas, dermatología oftalmología, traumatología y otorrino, en las que se atiende a los niños". Así, "desde agosto mando al resto de niños a la capital navarra; si estoy haciendo mal, que me digan", apunta.

Compains recalca que dispone de pocos minutos para recibir a todos sus pacientes y que el hecho de estar enviando documentación de un lado a otro, sin una indicación clara, le hace perder mucho tiempo: "No puedo estar todos los días mandando volantes y gestionando estos asuntos: tengo que atender a los niños".