"La avispa te pica y el veneno corre"
Una 'avispa asesina' clavó su aguijón en el pie de una hondarribiarra, que aún padece las secuelas al caminar
EL azar no estuvo de parte de la hondarribiarra Lola Cuesta en mayo del año pasado. Un soleado día de mediados de ese mes tomó un baño en el embarcadero existente en pleno barrio de La Marina de Hondarribia, situado en la zona de Kaizarra. Salió del agua y se encaminó hacia la toalla y la ropa. Se encontraba a pocos metros del lugar en el que su vida iba a sufrir un doloroso contratiempo, cuyas secuelas todavía padece. "Me fui a poner el calcetín y... ¡paf!", recuerda Lola. Una avispaasesina asiática le clavó entre los dedos y el empeine del pie izquierdo el aguijón, de seis milímetros, y le inoculó el veneno. Ahí comenzó una tortura cuyos efectos continúan presentes. "Te pica y el veneno corre a toda velocidad, no te lo puedes ni imaginar", resalta esta mujer de 71 años, todavía asombrada por el poder de la sustancia tóxica inoculada por la avispa asesina.
Transcurrieron pocos segundos desde que sintió el agudo pinchazo y localizó en el aire la fuente de su dolor. En ese escaso tiempo pudo observar las características de este inquietante insecto: "La vi volar. Tenía la parte delantera toda negra y la de atrás amarilla". Sin duda, se trataba de una Vespa velutina, cuyos enjambres han devorado en los últimos años las abejas de más de 2.000 colmenas en Gipuzkoa.
descalza
Bolsa de hielo
Sorprendida por el aguijonazo, Lola sintió que su pie se convertía en una bota roja en cuestión de segundos. "Estaba completamente ardiendo y rojo como un tomate. Tenía una calentura terrible", describe.
Entonces, no dudo en tomar rumbo directo hacia el ambulatorio, situado a unos 700 metros del embarcadero. Ese recorrido ahondó en la sensación que esta mujer ya tenía: la picadura no era una simple anécdota. "No podía ni caminar y fui descalza", relata esta hondarribiarra.
Ya en el centro sanitario, le administraron una sustancia calmante mediante una jeringuilla. "Lo que me salvó es la inyección que me dieron. Luego tuve una bolsa de hielo durante todo un día", destaca Lola.
Atajado el primer golpe, la doctora que le atendió le recetó un gel que todavía sigue aplicándose en la zona afectada. "Hoy es el día que tengo el tratamiento del pie, a la altura del puente", enfatiza esta mujer, quien advierte que "la gente no se toma en serio que pueda picarte una avispa asesina, pero es algo preocupante y deben saber lo peligroso que es".
Las secuelas del tremendo picotazo son evidentes en un gesto tan sencillo como el caminar. Lola tiene dificultades para flexionar hacia abajo los dedos de su pie izquierdo. "Algún tendón se quedó averiado y, cuando intento doblar, no puedo. Es algo muy serio", agrega esta septuagenaria.
Ante este panorama, Lola siente la necesidad de comunicarle a la sociedad que la avispa asesina "te da caña". "Imagínate que en vez de picarme en el pie me da en la cara", señala.
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