"El ser capaces de detener el reloj biológico de las mujeres es un reto muy atractivo"
Un ginecólogo enamorado de su profesión como el doctor Pellicer es consciente de que debe tener bastante de sicólogo, de receptor sensibilizado siempre a los pálpitos angustiados que le llegan desde las parejas infértiles que acuden a su consulta como última esperanza para lograr concebir
valencia. La infertilidad afecta al 15% de las parejas del Estado y puede ir a más porque la distancia entre la edad reproductiva biológica óptima y la social se agranda, retardándose cada día más la maternidad. "Este es el factor más importante de esterilidad que existe hoy en día. De cien parejas que acuden a una consulta de IVI, entre un 50 al 60% es porque la mujer se ha planteado tener hijos pasados los 38 años", asegura el doctor Pellicer.
La medicina avanza rápidamente. ¿Qué retos tiene por conseguir en el campo de la fertilidad humana?
Muchos. Uno muy importante es mejorar la implantación del embrión. En el mejor de los casos, la probabilidad de implantación de un embrión se sitúa entre el 40-45%. Esto es así porque aún no dominamos bien la identificación de los embriones más adecuados para insertarlos. Tampoco sabemos bien el momento en el que el útero de la mujer es más receptivo. El equipo IVI estamos trabajando precisamente en cómo podemos conocer el momento en que la mujer es más receptiva a la implantación y, por otro lado, en identificar los embriones que más posibilidades tienen de prosperar. También investigamos en otras líneas que hace unos años ni se planteaban.
¿Cuáles?
En poder recuperar el tiempo perdido, porque la causa principal de la esterilidad es la edad de la mujer. El ser capaces de detener el reloj biológico de las mujeres es un reto muy atractivo. Porque el retraso social de la maternidad, tras la incorporación de la mujer al mundo laboral, no tiene vuelta atrás. Por lo tanto, lo que hay que hacer es detener ese daño biológico en la mujer, que por alguna razón no se produce en el hombre. La especie humana es así. Hoy por hoy nosotros lo hemos detenido bastante al ser capaces de congelar, vitrificar óvulos. Tenemos muchas pacientes que nos vienen a los centros IVI a los 32-35 años, cuando todavía no tienen claro su proyecto reproductivo para congelar sus óvulos. Es la mejor manera de emanciparse completamente, porque así deciden ellas y la edad deja de ser un handicap. Pero hay que ir más allá.
¿Hasta dónde?
Hacia las células germinales, las células madre porque las indiferenciadas son unas células interesantes y es posible que se puedan incluso producir algún día óvulos y espermatozoides a partir de células madre. Ya se han conseguido óvulos humanos y embriones de ratón; muchos laboratorios trabajan en este campo. Si algún día de cualquier célula de nuestro organismo consiguiéramos tener un óvulo, el problema de la edad desaparecería. Desaparecerían también las donaciones de óvulos, de semen. Porque seríamos capaces de crear a partir de otras células los gametos.
¿Existen aún infertilidades que se resisten?
Sí. Cada vez las vemos más. Los IVI somos centros de referencia, tanto en Bilbao como en Valencia. Por eso somos como los embudos que van recogiendo lo que otros no resuelven. Nosotros en cualquier primera visita estamos viendo a pacientes que ya se han hecho, en algún otro sitio 2 o 3 tratamientos que han fracasado y aparecen por aquí. Recogemos el sedimento; nos llega lo que no se resuelve fácilmente.
¿Cuál es el problema fundamental de estas mujeres?
El útero. Cada vez estamos viendo más mujeres con un útero problemático. Hay una enfermedad derivada de la endometriosos, adenomiosis que altera la morfología del útero y su capacidad de llevar embarazos a término. Las mujeres con adenomiosis se quedan menos embarazadas y además abortan más. Hay casos en los que el útero es tan defectuoso y ha recibido tantos tratamientos que ves que es imposible que esas mujeres se queden embarazadas.
¿Hay solución para estos casos de útero defectuoso?
Sí. Hay una solución, lo que ocurre es que en España no se realiza porque no es legal. Me refiero al útero de alquiler. Siempre he dicho que hay indicaciones para utilizar el útero de alquiler. He sido/soy su defensor desde hace 20 años. Es algo que aquí no se ha contemplado nunca; siempre se ha rechazado por la vertiente mercantilista que tiene. Si esto se pudiera solucionar de alguna manera, desde el punto de vista médico sería un paso adelante para esos casos de útero defectuoso. Una vez resuelto eso, ya no habría más problemas.
La evolución ante el reto científico/médico está ahí, ¿pero ha evolucionado al mismo ritmo la opinión de la ciudadanía o todavía la fertilidad sigue teniendo un halo de tabú?
Cada vez menos. Igual hace años había gente que tenía vergüenza que los vieran por aquí. O que nada más quedarse embarazadas desaparecían y se iban a un médico. La sociedad evoluciona. Hoy en día en un aula de cualquier colegio puede haber un 5% de niños nacidos por fecundación in vitro. Es una proporción considerable. En primaria, a los niños ya se les enseña las formas de crear familias e indudablemente la fecundación in vitro y todos esos conceptos entran en juego inmediatamente.
De cuando usted inició el IVI en 1990 a la actualidad, ¿cuál diría que ha sido el máximo cambio?
Creo que ha habido dos cambios muy importantes: uno, el ICSI (Inyección Intra-Citoplasmática de Espermatozoides), porque nos permitió tratar cualquier tipo de esterilidad masculina. Lo usamos ya en el año 1993-94, prácticamente cuando abrimos IVI. Esta técnica fue fundamental, porque reveló que realmente la esterilidad masculina desaparecería.
¿Y el segundo gran avance?
El diagnóstico genético preimplantacional, con la posibilidad de detectar las enfermedades en los embriones. Con eso hemos roto cadenas. Se han concebido los niños medicamentos. Nacieron 2 en IVI Barcelona para curar a un hermano enfermo, y dos más en Sevilla. Todo esto es paralelo a la fecundación in vitro, que no tiene nada que ver con la in vitro. Tu estás tratando enfermedades, pero realmente te das cuenta que puedes participar en los principios de la vida para modificar los errores.
¿Cómo han evolucionado los niveles de éxito en la consecución de embarazos en esta etapa? ¿Cuáles son los niveles de embarazos viables que consigue el IVI?
Cuando empecé en el año 82 a poner los primeros embriones, la posibilidad de embarazo por embrión transferido era entre el 4 y el 6%. Hoy en día, en las circunstancias más favorables está alrededor del 45%. Se ha multiplicado por diez la eficacia.
¿Cuál es la edad tipo de las parejas que acuden al IVI?
El IVI es un embudo. Desgraciadamente, la edad media está en los 37 años. Si fuéramos capaces de tener una población menos problemática, las tasas de éxito serían mejores. Eso lo vemos al realizar ensayos clínicos que paga la industria farmacéutica y, por lo tanto, las parejas cuando vienen no tienen que pagar, porque está cubierto el ensayo por la industria. Son parejas estériles pero jóvenes, sobre todo ellas. En el último que hicimos, la tasa de embarazo, poniendo un solo embrión, era del 62%, lo cual es una barbaridad, una locura.
Siempre se habla de la ansiedad, las dudas, y hasta el miedo de las parejas. ¿Ante estas situaciones resulta difícil inocularles la esperanza que sus técnicas de reproducción asistida aportan?
La primera visita es muy importante, porque tenemos que ser capaces de mostrar a la pareja que trabajamos con ellos para resolver un problema y después ganarte la confianza de las personas; personas que van a trabajar conmigo para resolver el problema. Esas son las dos claves. Para entenderlo hay que ser un médico preparado. Desgraciadamente, esto no lo enseñan en la facultad.