El Santo Grial, el quid de la cuestión o la "madre del cordero". Aquello que los especialistas de la Policía Foral buscan "desesperadamente" en la escena de un accidente es el lugar sobre la calzada dónde han colisionado los coches o por dónde un vehículo se ha salido de la vía. "Eso es lo más difícil, porque a partir de ahí reconstruimos el accidente hacia adelante y hacia atrás con las evidencias que hay en la vía", expone uno de los integrantes del Equipo de Atestados del Cuerpo autonómico.

El punto de conflicto o punto de colisión, fundamental para determinar cuál de los dos vehículos implicados en un choque frontal invadió el carril contrario por ejemplo, es conocido técnicamente como gubiazo, que es "el descarnado que hacen las partes fuertes de un vehículo, los hierros, los bajos del vehículo, al impactar contra el asfalto". Encontrarlo es "complicado, porque normalmente hay muchos fluidos, muchas manchas de aceite, refrigerante, líquido de batería, cristales, restos... Se intenta hallar visualmente en un primer momento y, si no, hay indicios que te van llevando hacia él: frenadas, trayectorias de los vehículos, etc. A veces hay que esperar a que limpien la calzada, aunque no es lo habitual. Lo normal es que la limpien cuando nosotros ya hemos terminado".

En una colisión de dos camiones, el gubiazo puede alcanzar varios centímetros de profundidad. Menos evidente es cuando una moto choca contra un coche. "Son leves arañazos en el asfalto, dos hendiduras paralelas que dejan los flancos del neumático delantero al hundirse y pegar en la carretera. El gubiazo, no obstante, no es una sola marca, sino una principal y varias alrededor, porque en el impacto pegan en el suelo varias partes de un vehículo. En torno a él también quedan restos de infraestructura, que es el barro que se queda adherido a los bajos, a los pasos de rueda, que se desprende y se deposita en el suelo", exponen.

salidas de vía En las salidas de vía, con la excepción de faltas de atención flagrantes, "como personas que se quedan dormidas, normalmente siempre queda una marca, porque se intenta reaccionar con un volantazo o un frenazo y ambas acciones dejan restos de neumático. Además, al salirse de la calzada, siempre se levanta tierra o barro, que entra en el asfalto", ilustran desde el Equipo de Atestados.

Además de la mera inspección ocular, "todo se reseña fotográficamente. Antes de eso, no se toca nada. Es como la escena de un crimen. Somos conscientes de que cuando se recoge todo y se limpia, ya no hay marcha atrás. Desaparecen la mayoría de las evidencias, lo que te obliga a ser muy metódico y estar coordinados para no dejarte nada". Por eso, los agentes de Atestados ubican las frenadas y las derivas, la trayectoria de los vehículos después de colisionar, marcan los derrapes posteriores, etc, un trabajo que completan otros dos especialistas que realizan un croquis de forma simultánea, a escala y a mano alzada, con mediciones reales para reproducir el accidente sobre el papel.

¿Cómo se discriminan las frenadas que corresponden a un siniestro concreto? "Hay sitios muy malos, con muchos accidentes, en los que hay que buscar las frenadas recientes. Normalmente, pasan días entre un accidente y otro, por lo que desaparecen, pero a veces es muy fastidioso. Nos fijamos en la tiznadura, en la abrasión. Al final es goma quemada y pegada y a veces hay restos de goma en el propio asfalto. También se compara la anchura de los neumáticos con los del accidente en cuestión", explica un cabo de Atestados.

inspección de los vehículos La inspección ocular de los vehículos es otra parte fundamental en la investigación. "Se mira el estado del vehículo en general, como el sistema de frenado, aunque a veces es imposible. Es raro detectar alguna avería, pero alguna sí se ha dado. Hay que ver el estado de los neumáticos, la presión, el dibujo, las medidas... Se mira la marcha que los vehículos llevan engranada. También se miran los airbags y los cinturones de seguridad. Si se rompe el pretensor, el cinturón se queda bloqueado, por lo que si lo encontramos extendido, indica que iba abrochado. Si está en su posición inicial, es síntoma de lo contrario".

Acabado el trabajo de campo, los agentes plasman y vuelcan la investigación en la oficina, donde alcanzan quorum sobre las causas y los responsables de un accidente. En ella también calculan las velocidades, decisivas para desvelar la comisión de un imprudencia grave por parte de un conductor implicado en un siniestro. Se obtienen mediante el uso fórmulas físicas realativas a la energía de inercia, energía de rozamiento, energía disipada en un vuelco o energía de deformaciones. "Aunque hay peritos que nos lo rebaten, la posición en la que queda la aguja del velocímetro es otro indicio. Normalmente, es una sirga que cuando se rompe del motor, no tiene mecanismo para volver a su posición inicial", ilustran.