Son poco más de dos centenares de practicantes, eso sí, fieles y animosos, que puntualmente pueden ampliar la cifra hasta el medio millar, y a los que les sigue costando dinero participar en un deporte peculiar, la Lucha de Brazos (comúnmente conocida como lucha de pulsos), que será disciplina de exhibición en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.

León, una de las cunas de este deporte en España, después de haber organizado dos campeonatos del mundo en 2008 y 2012, reunió la semana pasada a los mejores tiradores en la localidad de La Virgen del Camino, a escasos kilómetros de la capital, para disputar el Nacional que tenía como premio el poder representar a España en el próximo mundial de Nueva Delhi (India).

Pero los ganadores en las diferentes categorías, incluidas también las féminas, con una clara dominadora, la leonesa Mely Martínez, no tienen garantizada su presencia en la cita mundialista, fundamentalmente por problemas económicos, ya que lejos de lo que ocurre en otros países, en España es un deporte aficionado. La Lucha de Brazos, que logró la consideración de deporte a finales de los 60, encontró en el cine su mayor altavoz al popularizarse gracias a la película protagonizada por Silvester Stallone Yo, el Halcón en 1986.

A partir de ese momento se despertó el interés en el país gracias al boca a boca, que se multiplicó con la llegada de Internet. El gusto de Brasil por este deporte ha conseguido que esté prevista su presencia en los Juegos Olímpicos, aunque como disciplina de exhibición.

España presume de tener a varios campeones del mundo, como Katanga, que tras pasar por el wrestling americano se centró en la lucha de brazos, donde es una referencia, y Camarés. Aún así, está lejos que los deportistas de esta disciplina puedan dedicarse íntegramente a ello, ya que en España todavía se les ve como forzudos que practican algo que todos hemos hecho: echar un pulso.