DONOSTIA. "Estoy arrepentido de lo que hice", ha declarado esta mañana el presunto asesino, en la segunda sesión del juicio con tribunal del jurado que se sigue en Donostia, en la Audiencia Provincial de Gipuzkoa, bajo la presidencia del magistrado Iñaki Subijana.

Tras la elección ayer de los miembros de jurado, la vista ha continuado esta mañana con la declaración del procesado y de dos testigos, un hermano de la víctima y el empleado del caserío que dormía en el inmueble cuando tuvo lugar el asesinato.

La Fiscalía pide penas que suman 13 años y 10 meses de cárcel, así como otros 20 de internamiento psiquiátrico, por un delito de asesinato, otro de allanamiento de morada, un tercero de tenencia ilícita de armas y un delito de daños por incendio, aunque le aplica la eximente incompleta de trastorno mental por padecer esquizofrenia paranoide y estar afectado por el consumo de tóxicos asociado a coeficiente intelectual "límite".

El procesado, de 26 años, aunque tenía 24 cuando ocurrieron los hechos, la madrugada del 7 de abril de 2012, tiene un grado de discapacidad psíquica del 75 %, según la certificación aportada por su abogado, quien ha manifestado que el joven padecía además una esquizofrenia por la que era tratado desde los 19 años.

El encausado ha relatado que la noche de autos fue en su coche al caserío familiar de Lasarte-Oria, en el que residían la víctima, de 45 años, y un empleado de la finca, entró en la vivienda a través de la cuadra de los caballos y cogió una de las dos escopetas que había en un armario del salón-comedor de la planta baja, arma que sabía manejar, ha dicho, porque, aunque carecía de licencia, la había usado con su padre, que lo llevaba "a cazar desde niño".

Ha reconocido que subió al piso de arriba, y tras dar una patada a la puerta de la habitación en la que dormía su tío, le disparó "dos o tres veces" y bajó "corriendo", para después volver a subir y dispararle "otra vez" porque "se quejaba un poco".

Al salir del inmueble, ha continuado, rompió una ventanilla del coche de otro de sus tíos, aparcado en el exterior, le echó gasolina y le prendió fuego; luego se deshizo de la escopeta y los cartuchos usados y volvió a su casa, donde lavó "en la lavadora" su ropa.

El procesado ha afirmado que antes de matar a su tío había consumido "'speed' y tranquimacines", que hacía cierto tiempo que no tomaba su medicación psiquiátrica y que "desde navidades" se drogaba "a diario" con "speed", cocaína o anfetaminas, entre otras sustancias.

Durante su declaración, el joven ha repetido que "escuchaba voces" en su interior, "de insultos", "de subnormal", que procedían de su tío, la víctima, con quien "no tenía buena relación" y discutía a menudo, pues tanto él como un primo suyo "se reían" de él. Esas voces le incitaron a "hacer lo que hice", ha afirmado.

También ha destacado que su tío no trataba bien al empleado de la finca, con quien el joven mantenía una relación cordial, y que la noche de autos cogió de la cuadra una cazadora, que pertenecía a este operario. "Cogí la chamarra -ha asegurado- y pensé que era una señal para hacer lo que hice".

De la misma forma, unas supuestas voces interiores procedentes de su padre, cuando todavía estaba en su casa antes del crimen, le instaron a levantarse de la cama e ir "a buscar a los amigos" para drogarse. El padre "tenía catarro" y su respiración forzada le llevó a imaginarse que le decía que se "metiera una raya". "Es cuando voy por los locales en busca de los amigos. No les encuentro. Entonces subí al caserío".

La defensa ha puesto de relieve en la vista que el acusado, pese a sus limitaciones, se hacía cargo de las tareas del hogar en el que vivía con su padre, camionero y ausente mucho tiempo, y su hermana que tenía 13 años, además de trabajar como repartidor de comida.

También ha sacado a relucir las secuelas que podía tener por la familia desestructurada en la que había crecido, ya que uno de los siete hermanos de la víctima, tío también del encausado, ha comentado, a preguntas del abogado defensor, "todo lo vivido" por su su sobrino, "por los problemas de su madre", que "se iba de casa y desaparecía una semana, un mes o igual no volvía en 3 meses".

Por su parte, el empleado, que vivía en la finca desde hace unos 15 años en la finca y ha dicho tener "amistad desde pequeño" con el procesado, ha indicado que aquella noche dormía en el cuarto de al lado de la víctima, "a un metro" de distancia.

Ha asegurado que sintió la llegada de un coche "sin luces", lo que le pareció "extraño", y que incluso algo después le pareció oír "chillar" al fallecido, pero pensó que "estaba soñando" y se durmió de nuevo, por lo que no vio nada.

El juicio seguirá mañana en la Audiencia guipuzcoana, con la presentación de peritos y pruebas documentales.