“Amis amigos les dejan hasta más tarde”, “¿puedo hacer empalmada?”, “soy responsable y llegaré puntual”. Estas son muchas de las frases que cada fin de semana escuchan los padres de un adolescente, sobre todo ahora en verano con las fiestas de los pueblos y los ya pasados Sanfermines. Es complicado negociar con ellos, pero es necesario establecer una serie de límites y normas que regulen su comportamiento a las noches.
“La edad en la que se empieza a salir de fiesta es generalmente con 13 años, en primero de la ESO. Durante el curso no tanto, pero cuando termina el año o incluso al final de cada trimestre ya se empiezan a hacer cenas”, explica Carmen Nieto, experta en el tema porque es orientadora escolar y además es coordinadora de formación de la Federación Herrikoa. A partir de su primera salida, hasta que los adolescentes hacen empalmada o gaupasa transcurren unos años, y como dijo ella “aunque depende mucho de los padres, normalmente se empieza a hacer a los 15 ó 16 años”.
En la práctica la cosa no es tan clara. Begoña Ibáñez, una chica de 16 años del barrio Mendillorri afirmó que “de normal me dejan salir a la noche hasta la una y cuando son fiestas hasta las cuatro de la mañana. En Navaleno, el sitio donde veraneo, como es un pueblo me dejan algo más”. Sin embargo, como explicó ella, esta situación varía mucho. Tiene amigas como Saioa o Ainara, que tienen 15 y 16 años y ya les dejan hacer empalmada. Pero al contrario, también tiene otros amigos como Mikel al que le permiten salir hasta las dos y media. De todas maneras, Begoña, como buena adolescente, libra sus batallas por ampliar su hora de llegada: “Utilizo argumentos como que he aprobado todas o que no quiero volver sola a casa”. Su madre, Julia, no se opone a entender estos argumentos, “Cuando hace un buen curso o semestre, me da confianza para dejarla salir. Y por supuesto, siempre que vuelve de fiesta o lo hace con amigas, o la voy a buscar, explica”. En cuanto al esperado gaupasa, en un principio, esta joven lo hará cuando alcance la mayoría de edad “o por lo menos eso tenemos pactado por ahora” comenta su madre.
LA NEGOCIACIÓN Los adolescentes siempre quieren apurar un poco más su hora, mediante argumentos de los más variopintos. Pablo Merchán, un chico de 20 años lo ve así “Mis padres siempre me dejaban hasta las dos, o dos y media , pero yo lo conseguía estirar hasta las tres y media o por ahí, porque insistía mucho en que soy responsable”. Lógicamente esto funciona al contrario con los progenitores, “Los hijos piden más, mientras que los padres procuran acortar los tiempos”, explicó Carmen Nieto. Para llegar a este punto es necesaria una negociación y, aunque no se puede hacer un manual sobre ello, la orientadora recomienda medir la responsabilidad “tanto en su vida académica como en general”. Esto quiere decir que el adolescente debe ser capaz de cumplir con sus responsabilidades de clase, de casa y de fiesta. “Debe valorarse positivamente que el joven vuelva a casa puntual y en buen estado”, dijo la orientadora y siguió, “también hay que tener en cuenta sus notas y su implicación en casa”. Además Nieto recomendó que se hablara con los hijos del “consumo de alcohol y de otras sustancias, hay que advertirles, porque son una realidad”, y además es un tema que preocupa a muchas familias.
También Nieto advirtió que en la negociación es usual que los jóvenes argumenten que a sus amigos les dejan más y por eso recomienda que unos padres cotejen con otros. Esto supone hacer el esfuerzo de preguntar con quién salen los chicos y las chicas, para poder hablar con sus responsables, pero es un buen ejercicio para garantizar que no están tratando de engañar. Por último, algo que la orientadora quiso remarcar fue que “A veces los padres y madres tenemos la sensación de que la juventud se comporta de una determinada manera, y ¿cómo vas a decir a tu hijo que no? Parece que le puedes crear un trauma en el sentido de que va a hacer cosas diferentes a sus amigos. Es verdad que hay que darles libertad, hay que hablar con ellos de la responsabilidad que esto conlleva, pero no debemos tener la sensación de que todos los adolescentes se comportan igual. Hay jóvenes que vuelven muy tarde a casa, incluso de madrugada y otros que no, que vuelven a la hora que les marcan. Muchos padres están preocupados de que su hijo sea el único que tiene que volver a una hora, pero no será así”.
Admisión. La orientadora considera que los padres deben asumir que sus hijos van a salir de fiesta, que es algo propio de su edad y no van a estar pegados a los padres como antes “para ello los padres deben hablarles de la responsabilidad”, explicó.
Acuerdos. Es importante negociar. “Cuando nos preguntan a qué hora pueden volver es aconsejable devolverles la pregunta de a qué hora quieren volver”. Esta es una buena medida de orientación, saber sus necesidades.
Evitar rigidez. No hay que ser totalmente elásticos con los niños “pero tampoco rígidos, si nos demuestran seriedad, y un día piden volver más tarde tampoco hay que ser inflexible” recomendó Carmen Nieto. x
No enemistad Los adolescentes deben comprender que “las limitaciones que establecen los padres se hacen para evitar que vivan situaciones de riesgo, los padres no quieren fastidiar”, dijo la experta.
Apostillar. “En la adolescencia es muy bueno poner una hora límite” explicó Carmen Nieto, pero también es “útil apostillar en tono humorístico que se puede volver antes. Ese tipo de comentarios con los que los adolescentes se ríen, luego los tienen en cuenta”. Además hay que hacerles considerar la opción “de que pueden no pasárselo bien en una noche, en algunas se aburrirán y pueden volver antes a casa”
Carmen nieto “la libertad de los hijos debe basarse en la responsabilidad que demuestran ”
La orientadora explicó que en la negociación sobre la hora a la que se vuelve a casa, los progenitores deben tener en cuenta: que el hijo vuelva a la hora que se le marca, si cumple con sus actividades académicas y de casa...