pamplona - La navarra Rakel Mateo (3/11/1980) se licenció en Psicopedagogía en la Universidad de Navarra y, posteriormente, realizó un postgrado en Psicoterapia Gestalt a la vez que acudía a diversos talleres sobre el duelo. Su pasión por ayudar a las personas que se encuentran en esta situación la llevó a crear en 2002 la Asociación de Familiares y Amigos en Duelo Goizargi.

¿Qué le llevó a crear una asociación que tratase el tema del duelo, como lo es Goizargi?

-La idea surgió a partir de una vivencia personal que tuve yo. Viví el proceso de duelo y me di cuenta de las carencias que existían en la realidad sobre este tema. Por eso, y con ayuda de otras personas, montamos la asociación, para que las personas que están pasando por un duelo tengan orientación y se sientan acompañadas durante ese tiempo. Desde el principio queríamos tener una finalidad comunitaria, que las personas vean que no son las únicas que pasan por ese dolor y que no están solas.

Goizargi se creó en 2002. ¿Cómo ha sido su evolución desde entonces?

-Hemos tenido nuestros más y nuestros menos. Los primeros años fueron duros porque no teníamos un local donde juntarnos y dependíamos de lugares públicos o que nos cedían de vez en cuando. Desde que el Ayuntamiento nos cedió el local que tenemos ahora nos hemos hecho más fuertes y hemos podido hacer importantes adhesiones como la de Marta, la trabajadora social.

¿Cómo trata Goizargi el duelo?

-Tenemos muchos voluntarios que trabajan con nosotros, que han vivido el proceso de duelo anteriormente. Vemos cómo es la casuística de las personas que acuden a la Asociación y después hacemos una criba entre las personas que necesitan una atención terapéutica y las que no. En el fondo, buscamos una excusa para que las personas que sufren el duelo se sientan acompañadas en todos los ámbitos, porque creemos que el duelo no solo tiene una mirada terapéutica.

¿Cree que ha evolucionado la manera de vivir ese duelo dentro de la sociedad?

-En los 14 años que llevo trabajando sobre esto, tengo la sensación de que antes este tema era más tabú de lo que es ahora, pero aún así sigue siéndolo. Parece que tenemos que mirarlo de puntillas cuando no debería ser así.

Cuando dice que antes era un tema más tabú de lo que es ahora, ¿a qué se refiere?

-Estamos muy acostumbrados, a nivel social, a hablar de la muerte de forma escéptica. Todos los días escuchamos hablar de muerte. Esa palabra es aceptada por todos siempre que se diga de forma escéptica y sin emociones. Pero la dificultad de hablar del tema viene cuando alguien a quien queremos muere o va a morir.

¿Cómo puede el duelo dejar de ser un tabú?

-Queremos que se hable más sobre la muerte porque no es nada malo. Ahí es donde está el cambio. Pero, por el momento, hay mucho miedo a nivel social y cultural a hablar sobre estos temas. Nosotros pensamos que, si se puede hablar de cualquier otro tema, ¿por qué de la muerte no?

¿Cree que Internet ha cambiado la forma de vivir el duelo?

-Cambia en el sentido en que hay personas que se dedican a recoger la huella de la vida de otras que ya no están en vida. También ocurre que, debido a las redes sociales, las personas buscan una forma de canalizar su dolor.

¿Esto es bueno o malo?

-Hay que tener bastante cuidado con esto, porque a veces podemos estar demasiado expuestos en el sentido de que una red social es pública, y puede que nosotros la utilicemos como modo de desahogo, pero hay que tener en cuenta que eso lo puede ver todo el mundo. Deja de ser algo personal para ser compartido. En estos casos, no hablamos de nuestros sentimientos con otra persona cara a cara, sino que lo hacemos a través de un ordenador, que ni siente ni padece. Esto puede canalizar nuestro dolor, pero esa canalización no sé a dónde lleva.

De alguna forma, las redes sociales inmortalizan a las personas. ¿Se puede cerrar un duelo de esta manera?

-Durante un tiempo estas redes sociales o Internet sirven para sacar todos los sentimientos que, de otra manera, no podemos expresar. Pero el proceso de duelo tiene un inicio y un cierre, y mantener abiertas las redes sociales de una persona para que podamos tenerla, por decirlo de alguna manera, presente... no sé si es bueno o malo. Al fin y al cabo, esto hace la misma función de las fotos que tenemos en nuestras casas de personas que ya no están con nosotros.

La diferencia es que una casa es privada y las redes, públicas.

-Precisamente eso es lo que me asusta de las tecnologías, su parte tan pública. Las fotografías que guardamos en nuestras casas son nuestras y las enseñamos y compartimos con quienes nosotros queremos. Sin embargo, en la web todo es tan público... Yo prefiero tratar el duelo con las personas en el presente, en el hoy, mediante el contacto interpersonal, sin redes de por medio.