pamplona - Las cabinas telefónicas pueden pasar a ser una pieza de museo en breve. Alrededor de 300 teléfonos públicos que posee Telefónica en Navarra podrían desaparecer para el 2017 si el Gobierno español no lo evita. El desuso de este servicio, que cuenta con 25.820 teléfonos a nivel estatal y muchos de ellos deficitarios, así como la desaparición en breve de la norma que garantiza la oferta de cabinas telefónicas públicas, podrían acabar con la existencia de los teléfonos públicos en nuestras calles.
Así, el Gobierno tiene en sus manos la decisión, que será tomada el 20 de diciembre de 2016, de renovar o no la normativa que mantiene vivo este servicio público.
Según fuentes oficiales de Telefónica, en abril del 2005 apareció un Real Decreto que regulaba el Servicio Universal de las Telecomunicaciones (S.U.) hasta diciembre de 2011, que obligaba a la empresa a mantener la telefonía de uso público durante ese periodo: una cabina por cada 3.000 habitantes en grandes y pequeñas poblaciones mientras que en los núcleos más pequeños como mínimo una. En mayo de 2011, un nuevo R.D reguló de nuevo el S.U., por otros cinco años, esto es, hasta diciembre 2016. “En el caso de que el Gobierno no hiciera nada de aquí a esa fecha, efectivamente en enero de 2017 no habría telefonía de uso público. Pero, lo más probable es que allá por mayo del año que viene vuelvan a sacar un nuevo decreto del S.U. de las telecomunicaciones, pero eso no lo sabe hoy nadie”. según explica José María Esteban Ibáñez, asesor de Telefónica en Navarra y la Rioja.
La causa principal de la decadencia del uso de las cabinas es la aparición del teléfono móvil, que hoy alcanza los 50 millones de unidades, más de uno por habitante, en nuestro país. “La afirmación de que las cabinas absolutamente no son rentables es evidente. Nadie, ni Telefónica, instala hoy en día cabinas en España”, según Ibáñez. Concretamente, la extensión del uso del móvil ha provocado una caída media interanual sostenida del 32% de la rentabilidad de este servicio en los últimos años, a lo que se le suma la aparición de los locutorios.
número de cabinas De las casi 300 cabinas telefónicas que hay en la geografía navarra, en torno a 67 se encuentran en la ciudad pamplonesa como la de la Calle Amaya, Plaza Príncipe de Viana o la avenida de Conde Oliveto. A nivel estatal, quedan 25.820 cabinas telefónicas y la mayoría de ellas son deficitarias. Desde Telefónica aseguran que “en estos momentos, hay muchas más de las que el S.U. de telecomunicaciones obliga”.
Tras tener su momento más álgido en 1999 con algo más de 65.000 teléfonos públicos, en el 2002 estos dejaron de ser rentables, lo que indicaría su eliminación inmediata sino fuera por la legislación actual, según informan fuentes de Telefónica. En el caso de que el Real Decreto de Servicio Universal de las Telecomunicaciones se renueve, cabe la posibilidad que se repita lo ocurrido en el 2011. Ese mismo año, se retomó el R.D, manteniendo las cabinas en las calles pero “se relajaron los ratios de exigencia a la mitad”, según Ibáñez y añadió que “si volvieran a hacer lo mismo, el S.U de 2017 obligaría a una cabina en cada municipio de más de 2.000 y una más por cada 6.000, lo que relajaría la exigencia a unas 9.000 en toda España”.
historia El nacimiento de los teléfonos públicos entre los años 60 y 70 supuso la extensión de la telefonía a aquellos núcleos de población urbana o rural a los que aún no había llegado el despliegue individualizado de los teléfonos. Al principio, el teléfono público estaba instalado en el ayuntamiento o en la propia casa de la operadora que recibía la llamada, la dejaba en espera y acudía a la casa del destinatario a dar el aviso para que este viniera a contestarla.
Así, se llegó exponencialmente a las cabinas telefónicas que ofrecen actualmente un servicio de 24 horas y los 365 días del año. Teléfonos que no necesitan batería y siempre tienen cobertura. Tras probar otros servicios como el envío de emails, SMS, puntos de acceso a wifi, puntos de recarga para vehículos, entre otros más, hoy en día solo está disponible la recarga de móviles. Se ha pensado en darles otro tipo de uso donde los ciudadanos puedan adquirir libros o refrescos, como en otros países europeos, pero su diseño lo imposibilita.