Prematrícula: “Yes, guk ahal dugu”...
Pues no. Esta vez que no miren a Mendoza. El consejero no ha hecho nada. Bueno no ha hecho otra cosa que cumplir el mandato de la mayoría progresista del Parlamento. Del anterior Parlamento que llegaba incluso al PSN, que respaldó la modificación parcial de la ley del Vascuence para posibilitar la libertad de elección de centro y modelo lingüístico en toda Navarra. El posterior acuerdo programático firmado por Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e I-E no hizo sino recoger este guante y pasarle al departamento el encargo de desarrollar una normativa para cubrir el vacío entre la ley y las órdenes forales o decretos, que por otra parte, estaban desfasados por la evolución demográfica y educativa desde los años 80. E incluso en esto el equipo de Educación ha tirado por la cocina tradicional sin experimentaciones, jugando con los mismos ingredientes que ya están en la mesa para otros modelos o fórmulas educativas en cuanto a ratios, transporte y comedor de la escuela rural o incluso del castellano en la zona vascófona. La diferencia entre la oferta del PAI y del euskera -además de que uno es un programa y el otro, un modelo (de ahí que se incluya en la carta del consejero en favor de la red pública)- es que mientras hay padres castellanoparlantes que no tendrán en su pueblo otra opción que envíar a sus hijos al modelo G con PAI -el inglés es obligatorio en 107 centros- otros, en la zona no vascófona, tendrán otra vez que reunir prematrículas para abrir líneas. Y es que, polémicas al margen, la noticia de esta campaña es que por primera vez en la historia de Navarra se va a poder elegir -con unos límites de racionalidad planificadora- en todo el territorio el tipo de centro por titularidad (pública o concertada) y de lengua (castellano, euskera e inglés) sin más cortapisa que la demanda social. Otra cosa es que un sector parlamentario, sindical y social tenía esta fecha marcada en su hoja de ruta, ya que es un tema proclive para la demagogia en 140 caracteres y titulares. Una contracampaña que quizá sólo logre movilizar a las familias para demandar el modelo D en nuevos lugares. Una carrera de resistencia, con pasos adelante y atrás, pero que no debe olvidar que su meta es la libertad e igualdad de derechos.
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