La Universidad de Navarra, en un día de festividad, reconoció ayer “la aportación y colaboración generosa, y la ayuda desinteresada” de algunos de sus componentes, que son casos de “muy singular relieve” dentro del área de la Salud y de la Educación. Así, la institución entregó la Medalla de Oro de la UN a los catedráticos, María Pilar Sesma Egozcue y Jesús María Prieto Valtueña, así como a la antigua directora de Enfermería de la Clínica, María Ángeles Sánchez Bellón, debido a los servicios prestados y por dedicar “buena parte de sus vidas” a la Universidad de Navarra.

En el acto, que fue presenciado por decenas de personas entre familiares, compañeros del ámbito educativo y sanitario, y alumnos, el secretario general de la UN, Gonzalo Robles, junto con el rector, Alfonso Sánchez-Tabernero, otorgaron esta distinción honorífica a los visiblemente emocionados premiados. Con estas, son 25 las Medallas de Oro otorgadas desde 1990.

“Hoy recordamos la suma de muchas tareas sencillas, silenciosas, realizadas con el empeño de servir a los alumnos, a los pacientes, a los colegas; por esa tarea llena de coraje y magnanimidad, la Universidad de Navarra os manifiesta su reconocimiento y su gratitud”, afirmó el rector Alfonso Sánchez-Tabernero. “Con vuestro compromiso, vuestra capacidad de superar las dificultades con paciencia, ingenio y creatividad, habéis contribuido a plasmar el espíritu que da vida a la Universidad”.

discurso de los premiados De esta manera, fue Jesús María Prieto Valtueña el primero en recibir la medalla por parte del rector. El profesor, que se incorporó al centro académico en 1979, y catedrático de Patología Médica, señaló que “la Universidad es un entorno en donde la comunicación de mentes y la concurrencia de esfuerzos hacen el progreso”. “En la Universidad de Navarra he vivido en un ambiente de franca y abierta colaboración y ello ha sido el factor determinante para culminar proyectos de otro modo inalcanzables”, recalcó Prieto.

Igualmente, como antiguo director del área de Hepatología y Terapia Génica del Centro de Investigación Médica Aplicada, CIMA, agradeció de “modo especial” a quienes colaboraron con él en el trabajo asistencial, en la docencia y en la investigación; a los que “han hecho realidad el CIMA con sus gestiones, aportaciones económicas o con un trabajo muchas veces escondido”; y a “tantas familias navarras y de otros puntos de la península ibérica que han confiado en nosotros y que con su ayuda generosa han permitido que, aun en las épocas difíciles de la crisis económica, continuara con fuerza la labor investigadora de la Universidad”.

Por su parte, Pilar Sesma, otra de las catedráticas en ser reconocida con la Medalla de Oro, afirmó que la Universidad de Navarra es para ella “corpus et alma mater”, su segunda madre. Así, la catedrática más joven de España en el área de la Patología Médica, la primera alumna navarra de la UN en obtener una cátedra universitaria, así como decana de la Facultad de Ciencias entre 1990 y 2005, añadió que la universidad “me acogió como alumna y me ha posibilitado dedicar toda mi vida profesional a las apasionantes tareas universitarias”.

En este sentido, Sesma también agradeció a “san Josemaría Escrivá haber fundado el centro académico, posibilitando así a miles de navarros y navarras de familias de escasos recursos la obtención de un título universitario, dando un enorme impulso, que todavía continúa, al desarrollo económico y cultural de nuestra querida tierra”.

Finalmente, María Ángeles Sanchez, directora de Enfermería de la Clínica entre 1980 y 2003, tras recibir la Medalla de Oro señaló, por su parte, que “desearía que para todos, en el ámbito de la Universidad en su conjunto, la Clínica fuera lo que ha sido para mí: el mejor sitio para trabajar, un lugar donde he recibido mucho más de lo que he dado”.

“Las tareas que realizan enfermeras y las auxiliares de enfermería, a veces muy visibles, a veces ocultas, siempre valiosas, le dan a la Clínica el contenido, el estilo, la calidad y la cordialidad que todos conocemos y apreciamos”, según afirmó.