1. El plurilingüismo no es la excepción, es la regla. “En el mundo existen más de 6.000 lenguas y cerca de 200 estados. Todos los estados son multilingües. La internacionalización y la inmigración acentúan esto”.

2. España también lo es. “El 47% de su población vive en una CCAA con más de una lengua y el artículo 3 de la CE y nueve Estatutos de autonomía consagran la pluralidad lingüística: el catalán/valenciano (Catalunya, Comunitat Valenciana, Illes Balears), del gallego (Galicia), del euskera (CAV y Navarra) o del aranés/occitano (Catalunya) y otras lenguas de Aragón, Castilla y León y Asturias”.

3. Ciudadanos plurilingües. “El plurilingüismo no sirve solo para reconocer el carácter multilingüe de los territorios a nivel legal sino que aspira a que todos y cada uno de los ciudadanos/as sean o se sientan plurilingües”.

4. Ni conflictos ni uso partidista. “Hay que desactivar conflictos entre lenguas que solo responden a su instrumentalización interesada e ideologizada y en ocasiones partidista”.

5. Una riqueza cultural. “El plurilingüismo preserva un patrimonio inmaterial compartido y fortalece el gran caudal cultural de nuestra sociedad; favorece la convivencia; aporta mejoras en el aprendizaje; ofrece oportunidades personales, profesionales y académicas; promueve la tecnología lingüística; y nos prepara para el plurilingüismo europeo”.

6. Reciprocidad. “Todas las lenguas atañen por igual a todo el país y a todos los ciudadanos y ciudadanas. Todas son asunto de todos los gobiernos: las lenguas distintas del castellano no son solo un asunto de cada autonomía; el castellano no es sólo un asunto del Gobierno central”.

7. Ley órganica respetuosa con las competencias. “Reconocer y desarrollar el plurilingüismo comporta determinar sobre su uso en las Cortes Generales y promulgar una Ley que regule específicamente esta cuestión”.

8. Con fondos suficientes. “El plurilingüismo implica la corresponsabilidad presupuestaria de todas las administraciones y representa un coste perfectamente asumible”.

9. Y respeto mutuo. “Cada comunidad autónoma debe conseguir, en base a un consenso interno, su equilibrio en materia lingüística para que, respetando los derechos y la sensibilidad de todos, al mismo tiempo que se preserva e impulsa el uso de todas las lenguas nadie se sienta excluido y pueda garantizarse la convivencia”.

10. Consenso político. “Reconocer y desarrollar el plurilingüismo necesita el máximo consenso posible de toda la sociedad española y en particular de sus representantes políticos”.

Pamplona - Un notable y variado elenco de escritores, juristas, filósofos, políticos, periodistas... han suscrito recientemente un manifiesto que busca el “reconocimiento y el desarrollo de la pluralidad lingüística de España”. Los firmantes, entre los que se encuentran Bernardo Atxaga o Daniel Innerarity, realizan una apuesta por la “convivencia lingüística entre todos los ciudadanos” evitando “conflictos” en función de los idiomas partiendo de la base de que el 47% de la población española vive en autonomías en las que se habla más de una lengua. “El fortalecimiento de un idioma no tiene por qué ir en detrimento de las otras. Aprender una lengua no significa no aprender o desprender otra”, señalan al tiempo que subrayan la potencialidad del plurilingüismo para aprender otra lenguas estatales o europeas.

Cerca de 240 personas entre académicos, filósofos, historiadores, políticos, periodistas o escritores como Carme Riera, Manuel Rivas, Bernardo Atxaga, Daniel Innerarity o Manuel Cruz firmaron la pasada semana este texto presentado en la sede de la Asociación de Periodistas Europeos con una introducción a cargo de Fernando Rodríguez Lafuente y Carles Martí Jufresa, codirectores del “Seminario Multidisciplinar por el Plurilingüismo en España”.

Durante la presentación, Carles Martí afirmo que “en ningún lugar los límites administrativos coinciden con los territorios donde se habla una lengua concreta, en este sentido España no es ninguna excepción”. Mientras que Fernando R. Lafuente quiso recordar, al tiempo que ha citado a José Ortega y Gasset, que “cualquier verdad ignorada prepara su venganza”, en referencia al largo período de olvido que ha sufrido el reconocimiento de la realidad plurilingüe de España.

En su opinión, en esa etapa se ha obviado la riqueza cultural colectiva que “representan las distintas lenguas que se hablan en el territorio del Estado Español”, según explicaron los organizadores del acto.

También han firmado el manifiesto Fran Caamaño, Ramon Maiz y Alberto López Basaguren, catedráticos de Derecho Constitucional y Joaquim Coll, historiador. Además de Fernando Ramallo, representante de España en la Comisión de Seguimiento de la Carta Europea de lenguas regionales y/o minoritarias del Comité de les Regiones; y Ángel López, Maria Luisa Calero, Josefa Dorta, Miguel Casas y Ricart Morant, catedráticos de Lingüística.

El comunicado tiene diez puntos y el primero de ellos dice que que “el pluralismo no es la excepción sino la regla en las sociedades humanas” y continúa apuntando que “España también es, y siempre ha sido desde su origen, un país multilingüe”.

Añade que “el plurilingüismo no sirve solo para reconocer legalmente el carácter multilingüe de los territorios, sino que aspira a que todos y cada uno de los ciudadanos sean o se sientan plurilingües; es decir, puedan conocer más de una lengua o valoren su convivencia con más de una lengua”.

Carles Martí destacó la necesidad de ejercer de lobby en la promoción del plurilingüismo de forma que podamos aprovechar la oportunidad que se abre en España con este nuevo ciclo político. No podemos esperar otros cuarenta años”, concluyó.

Antecedentes. Este no es el único ni posiblemente el último manifiesto en torno a las lenguas. en 2008 hubo otro titulado “Manifiesto por una Lengua Común” que se presentó en el Ateneo de Madrid con Mario Vargas Llosa, Aurelio Arteta, Fernando Savater... Aunque también hablaba de “pluralidad” y “lenguas cooeficiales” su objetivo último era subrayar la primacía del castellano. Ahora, los nuevos aires vienen desde Valencia, un territorio en auge por su heterodoxia política y al que Navarra siempre ha mirado de reojo.